Mañana jueves tendrá lugar la primera gran prueba de fuego para Pedro Sánchez en Europa. Los 19 ministros de Economía y Finanzas de la eurozona están convocados para decidir quién presidirá este cónclave durante los próximos dos años y medio, en sustitución del portugués Mário Centeno. La votación será inédita en dos sentidos. En primer lugar, porque el coronavirus —que es lo que sobrevuela todo— obligará por primera vez a votar de forma telemática. En segundo lugar, porque este organismo podría tener su primera mujer al frente: la española Nadia Calviño. En La Moncloa son conscientes de la importancia de colocar a la vicepresidenta tercera. Puede ser la antesala de lo que vendrá después, un mes de julio donde el Gobierno se juega todo su crédito en Europa.
La presidencia del Eurogrupo no es poca cosa, y menos en un momento como este: en medio de una crisis económica como la del coronavirus. Si bien sobre el papel es un organismo informal y no reglado, sin poder ejecutivo, a la hora de la verdad marca la política financiera de la zona euro. Es el Eurogrupo, por ejemplo, quien acaba decidiendo si un país es rescatado o no, y bajo qué condiciones. Ejercer la presidencia implica un importante papel de mediación entre intereses opuestos.
Calviño necesitará al menos diez votos para hacerse con la presidencia del Eurogrupo. De momento tiene seis de asegurados. Cuenta con el apoyo de los países del sur —España, Italia, Portugal y Grecia-, el de Finlandia y el de la poderosa Alemania. El Gobierno lo fía todo a acabar de convencer a Francia para acabar de decantar la balanza. En frente tendrá a dos rivales de peso, el luxemburgués Pierre Gramegna y el irlandés Paschal Donohoe. La votación será muy ajustada.
Pero la votación del Eurogrupo es sólo la antesala de lo que vendrá en diez días: la negociación del fondo europeo de reconstrucción. Se acabará de perfilar durante el Consejo Europeo del 17 y 18 de julio. Es clave para los países más afectados, los del sur, que luchan contra los intereses de los países del norte. España proponía un plan de un billón y medio, que finalmente se ha quedado en la mitad: 750.000 millones de euros. Los países del sur también querían que fuera mediante transferencias y no deudas. Finalmente será en transferencias y en préstamos. Habrá que ver en qué porcentajes. Ahora no hay que perder más piezas por el camino.
Por eso, consciente de la trascendencia del momento, Sánchez ha intensificado todos sus esfuerzos fuera de las fronteras españolas. Este martes se encontró con el primer ministro portugués António Costa en Lisboa. Hoy ha sido el italiano Giuseppe Conte quien se ha desplazado para una reunión de trabajo a La Moncloa. La semana que viene, el presidente español tiene ya cerrados encuentros con los primeros ministros de Suecia y Holanda, Stefan Löfven y Mark Rutte, así como con la canciller alemana Angela Merkel.
La del fondo europeo de recuperación, que puede suponer un cambio de paradigma en la Unión Europea, es la gran batalla de Sánchez e Iglesias. De estas negociaciones dependerá el futuro de España, fuertemente golpeada por la crisis del coronavirus y que no quiere volver a pasar por las mismas recetas de austeridad que el 2008. Pero también está en solfa el futuro del mismo gobierno de coalición. Unas negociaciones desfavorables podrían conducir a tensiones dentro del gobierno por la manera de responder a la crisis. No hay demasiado margen de error.
Laya se descarta
A 24 horas de la votación del Eurogrupo, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, se ha autodescartado para presidir la Organización Mundial del Comercio (OMC). Su nombre aparecía en la mayoría de quinielas de candidatos. Es un organismo que conoce muy bien. Fue la directora de gabinete del anterior director general de la OMC y dirigió el Centro de Comercio Internacional, institución puente entre la OMC y la ONU. Laya lo ha justificado por motivos "personales", aunque quizás han tenido que ver los equilibrios geopolíticos.