Entre finales de febrero y principios de marzo parecía que el Gobierno encabezado por Pedro Sánchez podría respirar más tranquilo después de llegar a acuerdos importantes con dos de los partidos que le permitieron volver a la Moncloa: Junts per Catalunya y Esquerra Republicana. Pero lo que para el PP son las mayores traiciones a la patria (la condonación de la deuda del FLA, el traspaso de un servicio de Rodalies que cada día se acerca más al colapso y sobre todo, las competencias de inmigración) para los dos partidos independentistas y sus 14 diputados, siete por partido, no son suficientes para, ni siquiera, empezar a negociar los presupuestos generales del Estado.
Y es que en los dos casos, sus líderes consideran que hay incumplimientos que hay que resolver y si bien desde la Moncloa han mostrado en público su optimismo, desde Catalunya este queda aguado. El desastroso servicio de Rodalies en Catalunya, que ha encadenado jornadas negras para los usuarios, ha sido la gota que ha hecho colmar el vaso y los dos partidos critican, eso sí, por separado, la respuesta que se ha dado tanto desde la plaza Sant Jaume como desde Madrid a esta problemática que hace años que afecta a los catalanes. Junts ha reclamado la comparecencia de Salvador Illa esta misma semana en el Parlament y la del ministro Óscar Puente en el Congreso. ERC, a su vez, ha registrado con comunes y la CUP la petición por un pleno monográfico sobre la problemática. Si tampoco hay presupuestos para este 2025, será el segundo consecutivo en que el Gobierno no consigue aprobar las cuentas.
¿De tres presupuestos consecutivos a dos años en blanco?
En 2018, el año que Pedro Sánchez asumió la presidencia del Gobierno a través de la moción de censura que desalojó Mariano Rajoy, ejecutó los presupuestos elaborados por Cristóbal Montoro como ministro de Economía por el PP. Aquellas cuentas estuvieron vigentes hasta finales del 2020, ya que la decisión de Esquerra Republicana y el PDeCAT de votar en contra de los que presentaron los socialistas para el 2019 provocó que Pedro Sánchez se viera obligado a ir a elecciones, que además, se tuvieron que repetir y hasta a principios de enero de 2020 no hubo nuevo gobierno. No estuvo hasta el 23 de diciembre del 2020, en plena pandemia de la covid, que el Congreso, con los votos de los 13 diputados de Esquerra Republicana, aprobó las cuentas para el 2021. Junts y el PDeCAT ya habían partido peras y cada uno optó por una opción diferente: los primeros votaron en contra, una tónica que siguieron durando toda la legislatura y el PDeCAT a favor. La CUP, en su estreno en política española, también se opuso.
María Jesús Montero consiguió aprobar los presupuestos durante tres años consecutivos, todo un hito en un contexto de fragmentación parlamentaría. Los presupuestos del 2021, 2022 y 2023 entraron en vigor el 1 de enero del año que tocaba, cosa que hoy parece imposible tanto en Catalunya como en España. En los tres casos, ERC votó a favor, mientras que Junts y la CUP, en contra. Esta buena tendencia, sin embargo, se torció en 2024. Con las elecciones en julio del 2023 y la formación de gobierno en noviembre, Montero renunció a presentar cuentas por el pasado 2024. Y aunque la intención del Ejecutivo era que hubiera para el 2025, este camino parece muy complicado a estas alturas. Los dos partidos coinciden en el "no" en Sánchez, no solo a los presupuestos sino a negociarlos.
La negativa de Junqueras
Uno de los grandes avisos de Oriol Junqueras durante la campaña electoral para el congreso de su partido, convertido en una batalla campal entre compañeros de formación, era que los socialistas habían incumplido demasiado y que no se podría llegar a nuevos acuerdos hasta que las pendientes no se hubieran convertido en realidad. Esta negativa del republicano ha hecho que Salvador Illa tenga que empezar la investidura sin presupuestos en su primer año, pero también que Pedro Sánchez no pueda contar con Esquerra para aprobar los del 2025, después de haber sido un socio fiel, al menos en términos presupuestarios, durante la pasada legislatura.
Aunque parecía que Junqueras solo se dirigía a Illa en sus reiterados avisos sobre la necesidad de cumplir acuerdos para llegar a nuevos pocos meses después de que su partido lo invistiera president de la Generalitat, estos también se han traducido en una negativa a Sánchez y a la ministra Montero. Queda mucho por hacer. Dicen que necesitan tiempo: pues que se pongan a trabajar y no pierdan el tiempo y lo aprovechen inmediatamente", dijo este fin de semana Junqueras en una entrevista por valorar el caos de Rodalies. Por si quedaba algún tipo de duda, el presidente de Esquerra insistió: "ERC no aprobará ni los presupuestos del Estado ni los de Catalunya".
Junts reclama 50.000 millones
Ahora que el Gobierno necesita el voto afirmativo de todos los partidos que dieron apoyo a su investidura, lo que se ha convertido en una mayoría muy frágil y que cada semana hace aguas por un lado diferente, los siete diputados de Junts se han vuelto imprescindibles. Por eso, el optimismo reinó durante unos días en la Moncloa, que con el acuerdo en materia de inmigración hizo ver más cerca su apoyo a los presupuestos y la posibilidad de llegar en el 2027. Ahora bien, Junts per Catalunya también ha dejado bien claro que no quiere saber nada de negociar estas cuentas hasta que no se cumplan algunos elementos. Este mismo lunes, Josep Rius, en una rueda de prensa centrada en Rodalies, ha puesto sobre la mesa el pago por parte del Estado de 50.000 millones de euros que debe a Catalunya en materia de infraestructuras. Esta cifra está fijada por el Parlament y la Cambra de Comerç de Barcelona, pero parece complicada asumir por parte del Gobierno.
Hay que tener en cuenta que meses atrás Junts ya "tumbó" el techo de déficit, hecho que supuso un batacazo importante para el Ejecutivo de Sánchez. El presidente de Junts, Carles Puigdemont, ha asegurado recientemente que su partido trabaja para que la Generalitat "tenga más recursos" a través de este techo de gasto, pero de momento, no se han registrado avances. Y en la rueda de prensa posterior al acuerdo en materia de inmigración, Puigdemont advertía a Madrid que "es muy atrevido hablar de presupuestos cuando todavía no nos hemos sentado". Con la condición fijada este lunes, incluso la negociación parece lejana.