A la espera de la aprobación definitiva de la ley de amnistía, el president en el exilio, Carles Puigdemont (Amer, 1962), hace semanas que se ha trasladado de Waterloo al Vallespir. Desde aquí protagonizará la campaña electoral de Junts para las elecciones al Parlament del próximo 12 de mayo y también será el punto de su retorno del exilio. En una entrevista con ElNacional.cat en Perpinyà, de la cual ofrecemos la primera parte, un Puigdemont que no esconde el convencimiento en las posibilidades de su candidatura, hace repaso de lo que han representado estos seis años y medio de exilio y explica cómo considera que tendrá que ser su retorno, que sitúa en el marco del próximo debate de investidura.

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El viaje del retorno ya ha empezado

¿Ha cerrado ya la Casa de la República en Waterloo?
Cerrarla no, obviamente, porque no he tenido tiempo. Pero es evidente que el viaje del retorno ya ha empezado y que hasta las elecciones, mi vida se hará aquí. Después de las elecciones tenemos que hacer un cierre adecuado al rol que ha jugado aquella casa, que es una casa icónica también desde el exilio. Pero es que se cierra el exilio, no es que se cierre la casa, es que se cierra el exilio con la ley de amnistía.

¿Por lo tanto, ya ve el final de la etapa del exilio o todavía tiene alguna duda?
Dudas siempre hay, pero que estamos al final de esta etapa eso es evidente desde que se aprobó la ley de amnistía, primero en el Congreso, ahora está pasando el trámite del Senado. En la conferencia de Elna dije que allí empezaba ya la primera fase del retorno y es bastante evidente que eso es así. Puede parecer que ha sido repentino todo. Y quizás es verdad que ha sido un poco precipitado porque en mis cálculos de calendario esto no tenía que pasar ahora, pero está pasando y empezamos a asumir y yo particularmente asumo una nueva perspectiva de la situación.

El Carles Puigdemont que volverá del exilio no es lo mismo que se marchó en octubre del 2017...
No. No lo es tampoco el país, no lo es la gente. Es normal, las cosas cambian. No me encontraré en la Catalunya de 2017. Es imprescindible la evolución en la condición humana, el aprendizaje a lo largo de la vida, los conocimientos, las experiencias que vas adquiriendo. Y el país ha cambiado. Primero porque nos cambió toda la vida con la pandemia. Eso tiene unos impactos de los cuales hoy todavía no hemos salido. Y después porque, evidentemente, ha habido una situación en Europa y en el mundo muy conflictiva, la guerra de Ucrania, la guerra del Oriente Medio, el cambio climático... Pero es verdad que todos estos procesos yo los he vivido en primera línea. Puedo no haber estado físicamente, pero la monitorización de la realidad del país la hemos mantenido el día, cada día, desde el primer día del exilio.

¿Y cómo ve su retorno?
Hay una parte que he intentado preservar todos estos años, es la parte del valor simbólico de la institución de la presidencia de la Generalitat. La Generalitat hace siglos que existe, no es una presidencia de una comunidad autónoma ni de una región europea. Y yo he querido honrar esta condición preservándola al máximo del intento de humillación y de represión de las instituciones españolas. Una presidencia que fue echada de manera ilícita y de manera, para mi, ilegal por el 155 tiene que ser restituida allí donde las presidencias de un país se ponen y se quitan, que es en su Parlament. Después hay otra parte que es, si quiere, un poco más metafórica, que es también de una autoestima, de una voluntad de defender el país y sus instituciones por encima de las personas y de los partidos; una moral de victoria, una moral también de luchar contra el derrotismo. Y tercero, es el retorno también de una manera de entender las instituciones y el gobierno de este país. En nuestro momento ya demostramos de lo que éramos capaces, pero seis años y medio después de resistir, de aguantar, de saber decir que no y de saber decir que también cuando toca, creo que hemos demostrado un comportamiento, una voluntad de defensa de los intereses de todos los catalanes que lo tenemos que poner al servicio del retorno del buen gobierno. Aquí hay muchos retornos, no solo simbólicos sino metafóricos, para iniciar. Y no es el final. Es el final del exilio, obviamente, pero es el principio. El objetivo de la legislatura no es el retorno, es el inicio de la legislatura.

El retorno del exilio tiene que ser un acto de orgullo de país, para restituir la autoestima, de unidad independentista, y fuera de los focos electorales

 

¿Y ya tiene pensado cómo lo hará? Porque usted habla de un retorno con una carga simbólica muy potente. ¿De qué manera lo hará? ¿Ya ha dicho que será en el debate de investidura, pero cómo?
Hay gente de mi equipo que está trabajando desde hace tiempo. Encargué a una serie de gente que pensaran el acto del retorno como un acto de país, también de unidad independentista. Por lo tanto, queda descartado que sea un acto al servicio de mi campaña electoral. Aunque pudiera volver para el mitin final, yo no volvería. Porque me parece que sería desperdiciar todo un capital acumulado. A mí me gustaría que sirviera también para restituir autoestima a las instituciones, unidad independentista y orgullo de país. Y trabajaremos en este escenario. Hay incógnitas, por ejemplo, relativas a la seguridad. Esta es una incógnita grande, creciente cada día que pasa. Pero creo que tengo claro que el día que deje el exilio tiene que ser el mismo día para ir al Parlament, porque tiene que haber una continuidad con el lugar de donde salimos. Esto no puede ser un acto de Junts per Catalunya o de la candidatura que ahora presentamos. Eso tiene que ser un acto de país, al que todo el mundo esté invitado y se tiene que hacer fuera de los focos electorales en que no esté la tentación de hacer una utilización electoralista.

En cualquier caso, lo que usted querría es que esto fuera en el marco de un debate de investidura donde usted fuera el candidato.
Evidentemente, y trabajo para eso. Y estoy convencido de que se darán las condiciones para que esto sea así. Pero es evidente, eso dependerá de los ciudadanos, no depende de mí. Y lo que decidan los ciudadanos es lo que tendremos que respetar. Yo debo tener las previsiones hechas, todas, para asumir un debate de investidura que tengo muchas ganas de asumir.

Estoy trabajando para la victoria y elaborando como tiene que ser el mensaje que tengo que dirigir a los ciudadanos si soy investido president

Y ha dejado claro que en caso de que no sea investido president se retirará de la política.
Yo, cuando he dicho que voy a todas, que no tengo plan B, es porque es verdad. Yo, por dignidad institucional, no puedo ser el jefe de la oposición. Y lo quiero decir con toda claridad a los ciudadanos de Catalunya, porque creo que también lo quieren de sus políticos. Claro que estoy trabajando por mi victoria y estoy en estos momentos elaborando cómo tiene que ser el mensaje que tengo que dirigir a los ciudadanos si soy investido president. Pero yo sé también qué tengo que hacer si eso no es así. No sé qué harán los otros candidatos, no sé qué hará el señor Illa, no sé qué hará el president Aragonès, pero es que no están en las mismas condiciones que yo. Yo sí que sé lo que haré y creo que todo el mundo puede entender que el rol del 130.º president de la Generalitat no es hacer de jefe de la oposición.

Previamente se tendrá que aplicar la ley de amnistía. ¿Teme que no se levante la orden de detención contra usted, que el juez no aplique la ley o que utilice la investigación por terrorismo, del caso Tsunami?
Tengo claro que eso puede pasar también, pero no tengo miedo de eso, ni lo temo. Es una posibilidad. Tratándose de la judicatura española todas las precauciones son pocas, todo es posible. Es evidente que cuando hay una campaña electoral ellos tienen ganas de intervenir, ya lo han hecho también en esta. Pero es verdad, sin embargo, que las cosas han cambiado mucho. Hay una ley de amnistía, que estará en vigor y es de obligado cumplimiento. ¿Puede ser que los jueces subviertan o se declaren en rebeldía? Sí, pero eso tiene consecuencias para ellos. ¿Puede ser que vulnerando toda la ley me arresten? Podría ser, pero estarán obligados a soltarme. Creo que no tendrán más remedio que aplicar la ley. No les gusta, es evidente. Intentarán, si hay algún asa que nos hemos dejado, aferrarse a ella para torpedear al máximo. Creemos que no podrá ser así. Incluso en caso de que quede suspendida porque se presente un recurso ante el TJUE o ante el Constitucional, la ley se tiene que aplicar en relación a las medidas cautelares. Qué harán, no lo sé. Hemos arrancado una ley de amnistía al Estado español que no querían de ninguna manera, tenemos que perseverar en esta estrategia porque ellos también saben que están rascando el fondo de la cazuela, están al final, y no han conseguido el principal objetivo, que es mi extradición. ¿Querrán la fotografía de mi detención? No lo sé, pero eso no me disuadirá de ir al Parlament el día que esté el pleno de investidura.

Tenemos toda la razón jurídica para que no me detengan. Pero la incertidumbre y el riesgo existe. Yo no lo rehuiré

Es decir, que usted estará el día del debate de investidura aunque hubiera el riesgo de una detención...
Sí, eso lo quiero dejar claro. Creo que, además, tenemos toda la razón jurídica para que no pase eso. El riesgo existe, pero yo no lo rehuiré, porque creo que quedará claro a la vista de todo el mundo que efectivamente la judicatura española es más un obstáculo al estado de derecho que el aliado necesario que la Unión Europea espera. Además, el retorno es un hecho de gran trascendencia y de gran relevancia más allá de Catalunya y de España. Ha despertado mucha expectación, una detención en directo se puede producir, y alguien se muere de ganas de que eso pase, pero quedará en nada, porque es evidente no solo que no soy un terrorista, sino que no está justificada ninguna detención relacionada con ninguna causa.

De momento, la jueza, le ha citado a declarar voluntariamente por el caso Tsunami. ¿Tiene intención de declarar?
Es muy divertida esta situación, porque ya es tan diferente de cómo nos han tratado hasta ahora. Fíjese que ya sitúa una declaración de manera claramente consciente después de que la ley de amnistía haya sido publicada en el BOE, por un caso que entra en el supuesto de amnistía. Segunda, pide una declaración voluntaria. Tercera, propone incluso hacerla por videoconferencia. Es muy curioso porque el mismo Tribunal Supremo me negó la declaración por videoconferencia en la primera orden de detención que me emitieron, en 2017, y todas las veces que lo he intentado. Es más, tampoco va acompañado de una orden de detención. Creo que es la señal más clara que eso es agua de borrajas, que tienen que cubrir un expediente. Tampoco puedo decir que me haya sorprendido. Me esperaba que el Supremo irrumpiera en la campaña electoral, pero al final creo que todo es bastante descriptivo.

¿Le preocupa la prisión? Usted ya estuvo en la prisión alemana de Neumünster...
Y en Sassari. La conozco un poco. Evidentemente, no me puedo comparar con mis compañeros que se han pasado tres años y medio en prisión. Y tampoco puedo decir que se me haya vejado en ninguna de las dos prisiones en que he estado. El trato ha sido siempre correcto. Este impacto repentino que toda persona normal, que nunca en la vida ha pensado que tendría que tratar no ya con prisiones, sino incluso con jueces, este impacto está superado. Muy humano, por otra parte. El impacto emocional de entrar en una prisión es inevitable. Eso le pasa a todo el mundo, pero ya está superado. Cuando te detienen en Alemania, la incertidumbre que te envíen en un avión y que te extraditen existe, pero no solo no me doblegó, sino que me fortaleció. La experiencia en Italia fue diferente. Yo sabía perfectamente que aquello no tendría ningún recorrido. Como pasaría también si hubiera una detención en España. No tiene recorrido. Si la voluntad del pueblo de Catalunya, la del Parlament de Catalunya es clara y rotunda, se ha acabado el meter la mano en las urnas de los catalanes por parte de la justicia española.

Me puedo haber sentido solo políticamente, o a veces abandonado por alguien de mi entorno político, pero nunca por la gente

 

¿Ahora ya tiene una experiencia de años, pero en un primer momento, cuando lo detienen en Alemania, por ejemplo, o en las primeras semanas del exilio, piensa en dejarlo correr? ¿En qué no puede seguir por este camino?
Honestamente, no. Tengo que decir que nunca me he sentido solo. Me puedo haber sentido solo políticamente, o a veces abandonado por alguien de mi entorno político. Pero a nivel de ciudadanía, no solo no me he sentido solo, sino que gracias al acompañamiento de tanta gente, a muchísima gente anónima, que el día a día, de cualquier manera, simplemente enviándote un imán de nevera, o enviando un fuet, o viniendo a hacerse una foto en la Casa de la República, o enviando un libro, un ramo de flores, lo que sea, ha hecho saber que estaba aquí. En ningún momento me ha pasado la idea de dejarlo correr. Nunca.

¿Habla de abandono por parte de alguien? ¿De quién?
Es evidente que el mundo independentista se ha movido mucho estos últimos años. Hay mucha gente que ha cuestionado incluso el propio exilio, que además nos ha dicho bastante de todo, o a mí me ha dicho bastante de todo. Ni en estos momentos, que a veces son de tristeza, porque lo ha dicho gente que conoces, o gente que ha estado contigo codo con codo, ni en estos momentos... Me ha decepcionado, pero no me ha quitado las ganas de acabar lo que me llevó al exilio. Yo me fui por unas razones muy concretas. Y las he defendido, siempre. Cuando las cosas han ido mal, cuando nos hemos sentido muy aislados, cuando nadie nos hacía caso, cuando nadie nos visitaba de todos estos que ahora vienen y negocian... Nunca he pensado dejar nada. He venido a acabar un trabajo. Pasar por el exilio ha sido una molestia, nos ha hecho perder muchos años, nos ha llevado a una división y a una desmovilización, nos hemos tenido que dedicar sobre todo a la lucha antirepresiva, más que a cómo construimos república, cómo construimos el proyecto para acabar el procés de independencia. Nos ha hecho perder mucho tiempo. Nos hemos dejado de relacionar demasiado, políticamente, nos hemos distanciado demasiado. Pero el objetivo, para mí, está intacto.

Hay a quien solo le interesa el poder por el poder. He tomado nota. Se tiene que saber estar cuando las cosas van bien y cuando no

¿De estas ausencias que hablaba, cuál le ha dolido más? ¿A quién esperaba ver que no se ha presentado?
No. Yo no quiero hacer un reproche a nadie. Pero es verdad que en octubre del 2017 venía mucha gente que irrumpía incluso en el despacho para presionar, legítimamente. Parecía que tenían mucho interés en reconducir situaciones. Hay algunos de estos que han desaparecido, han desaparecido completamente. Y ahora que puede oler tajada, ves que envían mensajes... ¿Hay gente que no, eh? Hay gente que desde el primer día ha estado. Hay gente con la cual yo tengo un agradecimiento absoluto, porque asumieron unos riesgos. Hay gente que no es independentista. Como Joan Gaspart, por ejemplo. Es una persona que yo le estaré siempre agradecido. En absoluto comparte mis ideas, pero se comportó a nivel humano extraordinariamente bien, asumiendo un riesgo. Hay otros a quienes solo les interesa el poder por el poder. Yo también he tomado nota de eso. Creo que se tiene que saber estar cuando las cosas van bien y cuando las cosas no van tan bien. Pero no lo digo en un sentido de reproche. Lo digo como un aprendizaje, también. La lista podría ser larga o no. Hay gente que ha estado siempre. El president Mas ha estado siempre, por ejemplo. El president Pujol nunca ha fallado, siempre está. El president Torra, de una manera o de otra. Podemos tener discrepancias, pero siempre han estado. La presidenta Borràs... mucha gente. Pero otros, que han sido compañeros de viaje en un momento determinado, han considerado que era demasiado arriesgado ponerse a mi lado o significarse en un momento, insisto, en que la diana era muy grande. Sigue habiendo diana, pero ahora quizás no es tan grande.

Hay personas que han corrido un riesgo viniéndome a ver

¿Y quién le ha sorprendido? ¿Quién no se esperaba que fuera en un momento como este y se ha presentado?
No, tampoco les quiero comprometer. Yo sé que si ahora yo dijera nombres, aparte de Joan Gaspart, que ya le he dicho que me demostró una calidad humana que yo y mi familia agradeceremos siempre, hay otras personas que han corrido un riesgo viniéndome a ver, que se ha quedado en la discreción y que no las quiero perjudicar, porque por desgracia todavía penaliza venirse a hacer una foto conmigo o venirse a relacionar conmigo.

Me ha decepcionado cuando nos hemos ido debilitando a nosotros mismos

 

¿De todo estos años, cuál ha sido el momento que recuerda más complicado?
Hay muchos. Por supuesto los hay de tipo personal. Obviamente, la muerte de mi padre. Despedirme de mi padre por Skype es un momento duro, difícil. Las cosas personales. Mi hija mayor tenía 10 años cuando yo me marché, ahora tiene 16 a punto de 17. Imagínese lo que es el proceso de crecimiento de las personas que amas más, lo que ha tenido que soportar mi mujer. Todo eso es difícil. Pero la carpeta personal yo siempre la he tenido de lado. A nivel político, lo que más me ha afectado no ha sido el luchar ante España o confrontarme a España, eso a mí me ha motivado. Cada vez que España pone una dificultad, un problema, una persecución, un espionaje, a mí eso me motiva, porque he ido a defender; y creo poder presentar ya una hoja de servicios de resiliencia y de resistencia ante los ataques de España muy contundente. A mí me ha decepcionado cuando desde nuestras propias filas nos hemos ido debilitando a nosotros mismos. Y ver la regresión en algunos campos, regresión importante como país, la pérdida de autoestima, la pérdida de orgullo, la pérdida de esperanza y de ilusión, la desmovilización, los retrocesos de la lengua catalana... Todo eso me aterra, la mala calidad de la administración, del Govern, todo eso que eran cosas que dábamos por supuestas que las podíamos tener, a mí eso me afecta y creo que la parte más difícil de todos estos años es no poder haber hecho más para prevenir estas situaciones, algunas de las cuales seguro que tienen parte de mi responsabilidad también.

Ahora me hablaba, por ejemplo, de las hijas, que eran pequeñas cuando se marchó, de la muerte de su padre... Desde el punto de vista personal... ¿Cómo lo ha vivido, esto?
Esta es una decisión que hablamos con mi mujer y creo que la hemos cumplido escrupulosamente. Decidimos que no haríamos de nuestra situación personal un espectáculo público, que no hablaríamos, que no iríamos a llorar por los platós de las televisiones, explicando las penas que tenemos. Porque es evidente que a nivel familiar, a nivel personal, la situación es muy dura. Dijimos que eso no lo haríamos, no hemos hablado, hemos aguantado, hemos salido llorados de casa y ya está. A veces hemos hablado con mis hijas de que no tenemos derecho a llorar. No nos podemos quejar. Aparte de que tenemos salud, nos podemos visitar cada semana, podemos hacer videoconferencias cada día, nos podemos mover. Hay mucha gente en Europa en estos momentos que está en condiciones absolutamente límite, que tienen todo el derecho del mundo a quejarse. Nosotros no podemos victimizarnos cuando en Europa mismo hay miles de personas que están en campos de refugiados y no tienen ninguna esperanza. Y eso creo que a nivel familiar lo hemos trabajado mucho bien. Son felices mis hijas, y estoy muy contento de ellas. Pero han tomado una conciencia social también muy grande de la cual estoy muy orgulloso.

Hemos conseguido impedir el principal objetivo de la represión española, que es que el president de la Generalitat fuera esposado y enviado a una prisión española

Dice que se prepararon. ¿Ha ido todo como esperaban que fuera?
No hay un manual de instrucciones de que pasa cuando vas al exilio. De hecho, cuando llegamos al exilio estábamos a la intemperie, no sabíamos qué pasaría con nosotros, no lo sabíamos. Lo primero que nos dijo al abogado es mínimo dos meses seguro que los tenéis. Y después todo ha ido hasta el punto que ya llevamos seis años y medio, y hemos conseguido impedir el principal objetivo que tenía la represión española, que es que el president de la Generalitat sea esposado y sea enviado, si puede ser de malas maneras, a una prisión española. Por lo tanto, no hay un manual de instrucciones, pero nos hemos ido adaptando a la situación. Y todos hemos puesto esfuerzos. Y al final, no diré que nos hemos normalizado, porque nunca nos hemos normalizado, pero hemos adoptado una forma de vivir esta experiencia que nos ha hecho más fuertes, que no nos ha tumbado ni emocional ni políticamente. Y eso nos ha dado mucha tranquilidad. Hemos hecho amigos, también, lógicamente. Hemos podido adquirir también mucha experiencia y mucho conocimiento. Y eso nos ha enriquecido, también, a nivel personal.

Lo que no habría hecho nunca es negociar para obtener ventajas tipo indulto a cambio de rendir la institución de la Generalitat

 

¿Y pensaba que sería tan largo?
Pensaba que sería todavía más largo. Yo lo tenía asumido, y lo teníamos hablado, y así se lo dije a las personas del PSOE que me vinieron a visitar primero de todo para ver si yo me acogería a los indultos cuando todavía la gente estaba en la prisión, que yo estaba dispuesto sí hacía falta a quedarme toda la vida en el exilio. Yo no busco atajos personales. Sé el riesgo que representa: uno, morir en el exilio; dos, que un día te extraditen. Yo este riesgo lo asumía. Pero lo que no haría nunca sería negociar para yo obtener ventajas tipo indulto, para poder volver antes a Girona, a cambio de rendir la institución de la Generalitat. Eso no lo habría hecho nunca yo.

Se sorpenderían de la gente anónima que ha contribuido con su granito de arena a mantener la posición, la dignidad del exilio.

¿A su lado ha aparecido siempre el conseller Toni Comín, con quien ha compartido escaño en el Parlament Europeo, pero también rostros menos conocidos como Jami Matamala o Josep Alay, qué han representado?
Lo han representado todo. Han dado lo que pocas personas darían. Se han puesto una diana encima muy grande. En el caso de Josep Alay con unos costes muy grandes. Jami está desde el primer día. Iba en el coche con él cuando me marché al exilio, junto con Lluís Escolà, y no precisamente en un maletero. Y quiero volver con él. Está el simbolismo de la lealtad y de la gente que se lo juega todo, sin esperar nada a cambio. Eso es un valor también, un activo de país. Eso es lo que nos da orgullo. Son los casos más visibles, pero no solo. Ha habido muchísima gente, pero muchísima. Se sorprenderían de la gente anónima que ha contribuido con su granito de arena al mantenimiento de la posición, de la dignidad de estar en el exilio, de la seguridad, de poder ayudar incluso a pagar las facturas de los abogados, cuando fui detenido en Alemania. Se ha movilizado tanta y tanta gente que también el retorno es un homenaje a esta capacidad del pueblo catalán de resistir a una represión que asusta. Y hacerlo con éxito. De estos mimbres podemos hacer muchos cestos los catalanes. Hay mucha gente así. Es con esta gente que tenemos que hacer la independencia. Y no miremos tanto si aquel día tú dijiste o aquel día no estuvo bastante a la altura. Ya hemos hablado mucho y creo que ya nos hemos autoflagelado demasiado. Ahora toca pasar a la acción, toca pasar a la iniciativa.

A nivel personal me he sentido decepcionado con Clara Ponsatí. Ha dicho cosas que no son justas

Hay pero también rupturas, una muy evidente, con Clara Ponsatí, que irá a estas elecciones en otra lista. ¿Le ha dolido?
Me ha dolido en temas personales, porque creo que ha dicho cosas que no son justas. Yo respeto las opciones políticas de cada uno. Incluso respeto que se presente por un partido nuevo y continúe en el escaño de Junts per Catalunya. No seré yo quien hurgue en esta herida. Sí que puedo decir que a nivel personal yo me he sentido decepcionado, pero políticamente, tiene todo el derecho del mundo a hacer lo que considere mejor por el país.

¿Cree que tendría que renunciar al escaño en el Parlamento Europeo?
Es una decisión que le pertenece a ella. Yo sé con qué mensaje encabecé la lista, yo sé cuántos votos tuvimos. Yo sé lo que haría en su situación. Pero insisto, es una decisión muy personal. Yo no me meteré porque tampoco tengo ganas de polemizar innecesariamente. Sí que puedo decir, creo que la gente entenderá perfectamente, que tengo razones personales para estar decepcionado personalmente.

No estaría yo aquí si no fuera por Boye. Incluso sus adversarios le tienen que reconocer la brillantez en la estrategia

Otra persona muy importante durante todos estos años ha sido el abogado Gonzalo Boye. Su estrategia de defensa ha marcado toda la evolución de lo que ha sido el exilio.
Ha sido decisiva y ha pagado un alto precio por eso. ¿Todavía recuerdo la primera vez que nos conocimos en el hotel President de Bruselas, que me preguntó, "¿Ustedes qué tipo de defensa quieren?, ¿Quieren pasar pocos años en la prisión o quieren seguir luchando? Porque yo puedo hacer las dos". "Yo quiero seguir luchando", respondí. "Perfecto", dijo, "también es la mía". Y esta es la estrategia que le encargué y es lo que ha seguido con una gran profesionalidad, a un coste muy alto. Creo que incluso sus adversarios le tienen que reconocer su brillantez en la estrategia. No estaría yo aquí hoy hablando con usted si no fuera por Gonzalo Boye.

Foto: Carlos Baglietto

 

¿Qué hará cuando vuelva a Girona?
Ir a mi casa, con mi familia, con mi mujer, con mis hijas y oler aquellos olores tan bonitos, i después ir a Amer, evidentemente, a ver la tumba de mi padre y a ver a mi madre.

¿Lo volvería a hacer?
Sí. Hay cosas que no. Ya he dicho que hay cosas que no las haría, pero la responsabilidad de asumir la presidencia de la Generalitat comporta también estos sacrificios. Yo volvería a defender la institución de la Generalitat. Creo, incluso, que los presidents que me han precedido antes de estas elecciones, en la misma situación que yo, habrían preservado también la institución. Creo que habrían evitado a toda costa que los esposaran, que los expusieran en una furgoneta de la Policía Nacional y los humillaran ante un juez español y con una prisión española. Creo que habrían hecho todo para intentar salvar a la institución. Y eso lo volvería a hacer, sí.

La amnistía era tabú. Le hemos arrancado a España una cosa que no querían de ninguna manera. Es una victoria política

¿Y la forma como volverá? ¿Cerrará la herida que ha representado el exilio o esta herida no se cierra nunca?
Las consecuencias personales nos las quedamos para nosotros. Y las hay. Pero políticamente, para mí, es un día de gran alegría, la amnistía. Es un día de gran alegría que tenemos derecho a celebrar, a sonreír. Ya basta que nos puedan sacar hasta el derecho a celebrar una victoria que España no quería. La amnistía era tabú, era el demonio. El mismo Salvador Illa lo ha dicho mil veces. Le hemos arrancado a España una cosa que no querían de ninguna manera. ¿No creemos que esto es una victoria? Claro está que no es suficiente. Claro está que con esto no se acaba la pulsión represora del Estado. Solo faltaría. Pero caray, sí es una victoria política, y es una victoria que la hemos sudado, y que la hemos arrancado de las manos del Estado español, que no quería. Lo que me propuso el Estado español era un indulto. Y yo lo rechacé, no sé cuántas personas habrían rechazado un indulto en mi situación después de unos cuantos años en el exilio. De verdad que no lo sé, pero yo lo rechacé. Les dije "no, lo que toca es hacer una amnistía". Me dijeron que ni hablar. "Pues, ya nos encontraremos". Y ahora nos hemos encontrado y hemos ganado esto, por lo tanto, para mí, es motivo de alegría.