La última vez que se vieron, uno era president de la Generalitat y el otro de la Assemblea Nacional Catalana. Hacía 553 días que Carles Puigdemont y Jordi Sànchez no se veían las caras. Este lunes han podido reencontrarse virtualmente, desde la distancia, separados por más de 1.500 kilómetros y vestidos casi igual: con camisa, americana, sin corbata y con el lazo amarillo en la solapa izquierda. Gracias a la tecnología y como consecuencia de la nueva doctrina de la Junta Electoral Central, que permite la participación telemática de los candidatos presos desde una habitación del centro penitenciario, ambos han conversado conectando Soto del Real y Bruselas, la prisión y el exilio, desde la sede de JxCat en Barcelona. Al cabo de media hora se ha oído chirriar una puerta. "President, me vienen a buscar, me recuerdan que estoy en la prisión y que se ha acabado el tiempo". Puigdemont trataba de contener las lágrimas.
La conversación ha tenido una fuerte carga emocional, pero conscientes de que se trataba de una ventana de campaña, tanto el uno como el otro han rellenado el discurso de mensajes políticos. Los principales, que "el espíritu del 1-O es lo que nos sacará de aquí", que "el exilio es una prisión tan dura como la que estamos sufriendo nosotros" y que "la solución no llegará pasado mañana". Por eso recetan "persistencia, perseverancia y paciencia".
En la sala de máquinas del local de JxCat había nervios, no sólo por el reencuentro en sí, sobre todo por si fallaba la teconología. El complejo tejido de conexiones ha funcionado con los hadicaps insalvables en estos casos: el retardo, esta vez de 4 segundos, y el hecho de que ellos podían verse mutuamente pero no la sala llena donde se seguía su diálogo y donde se sentaba la plana mayor de la candidatura que encabeza Jordi Sànchez.
Lo primero que ha hecho Puigdemont es aprovechar para felicitar a Sànchez, mañana es su santo (Jordi), y pedirle que enviara un fuerte abrazo a Jordi Cuixart, al vicepresidente Junqueras y al resto de consellers. A su turno, el cabeza de lista de JxCat le ha enviado ánimos después de los hechos de Coripe, donde quemaron y tirotearon un muñeco del president. Según Puigdemont, que resoplaba emocionado, "ayer iban contra todo aquello que representamos: el lazo amarillo, la República, la independencia". En todo caso, se ha mostrado esperanzado de que "habrá valido la pena pasar por todo lo que "estamos "pasando". A pesar de avisar de que "no se arreglará por arte de magia" ha pedido "no desperdiciar cada hito para poner cada día un adoquín más de este camino hacia la independencia, que ya no tiene marcha atrás".
Avances desde el 21-D
A lo largo de la charla, Puigdemont y Sànchez han querido reivindicar los valores que caracterizan la causa catalana: el civismo y el pacifismo. Para demostrar que la paciencia y la firmeza dan sus frutos, el expresidente de la ANC ha puesto dos ejemplos. El primero, que él fue objetor de conciencia, una reivindicación que llevó a muchos de sus compañeros a prisión pero que al final acabó haciendo desaparecer el servicio militar, "porque hay gente que se mantuvo fiel". La otra prueba, según él, de que hay que perseverar es el cambio de criterio que ha habido en relación a las últimas elecciones celebradas en Catalunya, las del 21 de diciembre de 2017, poco después de la DUI. Entonces, "fui castigado a 30 días internado en la celda sin poder salir al patio solo porque dejé un mensaje en el teléfono dirigiéndome a los electores". Una grabación que se reprodujo en uno de los mítines de JxCat. ¿"Quien nos habría dicho hace 18 meses que podría estar haciendo esto?", esta videoconferencia "es porque nos hemos mantenido firmes".
El anhelado abrazo
"Que nos podamos abrazar pronto dependerá en parte del 28-A; el espíritu del 1-O nos sacará de aquí". Entre agradecimientos mutuos, Puigdemont y Sànchez han manifestado la confianza en que tarde o temprano acabarán reencontrándose no desde la distancia sino en carne y huesos. Y es en este punto donde han advertido que "no hay un 155 bueno o malo, todo es 155, sin matices", en referencia a aquellos electores independentistas que se plantean votar a Pedro Sánchez para evitar un mal mayor.
Y todavía otro deseo, el que ha expresado Puigdemont a Sànchez, "te quiero ver subiendo a la tribuna del Congreso con toda tu dignidad dirigiéndote a todos los diputados, mirándoles a los ojos viendo quién te aguanta la mirada, enviando un mensaje de civismo".
Pocas veces treinta minutos les deben haber cundido tanto. Pocas veces se les deben haber hecho tan cortos.