La vicepresidenta Carmen Calvo ha pulsado el botón equivocado en el momento más inoportuno. "Necesitamos seguridad", ha dicho este jueves aludiendo a la regulación de la libertad de expresión y del derecho a la información. "Están tomando decisiones sobre regulación, es decir, de intervenir, [...] Francia, Alemania, el Reino Unido e Italia, que dejan de lado el famoso pretexto de que la mejor ley que regula la libertad de expresión y el derecho a la información es, la que no existe. Hay que tomar decisiones que nos protejan".

¡Huy lo que ha dicho! ¿La trituradora mediática de ministros a pleno rendimiento y la factótum política del gobierno Sánchez habla de sustituir la autorregulación de la prensa por algún tipo de intervención administrativa (no ha quedado claro)? El momento no podía ser peor. La propuesta es simultánea a las informaciones que han hecho saltar a dos ministros (quizás sean cuatro, todo va muy rápido) y, claro, los diarios madrileños han saltado como un muelle, interpretando que Calvo ("el gobierno", etcétera) les enviaba un aviso. Le han disparado unas portadas nucleares:

Mala idea en mal momento

Calvo ha dicho todo eso en la Jornada de Periodismo de la Asociación de Periodistas Europeos, en Madrid (que patrocina Coca-Cola, ejem). Ha puesto los dedos en el enchufe y se ha llevado un calambrazo. Es seguro que no piensa imponer la censura previa o así, porque aludía vagamente a las fake news y otros tóxicos, etcétera. Pero como no ha especificado nada, los colegas se han asustado y le han soltado una coz.

El drama de la vicepresidenta es ignorar que los países que cita no pretenden regular la actividad de la prensa, ni de los periodistas ni el derecho a la información.

En el 2014, Pablo Iglesias, el líder de Podemos, ya se pilló los dedos al proponer "mecanismos de control público" para regular a los medios y garantizar "la libertad de prensa, sin condicionantes de las empresas privadas o de la voluntad de los partidos políticos".

Iglesias se orientaba con las leyes aprobadas en varios países latinoamericanos (Venezuela, sí, y también Uruguay) que, de hecho, han conseguido todo lo contrario. Una, sujetar los medios a la disciplina del aparato gubernamental de comunicación y propaganda y/o cerrar aquellos que se han resistido. De otra, promover periodistas sumisos al poder. También pasa en Rusia y en Turquía, con consecuencias más graves: detenciones arbitrarias, torturas, prisión, exilio, muertes.

Pensar un minuto más

Ciertamente, las empresas informativas no son (no somos) el yerno perfecto. A la vista de los efectos de las regulaciones conocidas, sin embargo, es mejor que los amos de los medios sean los que son, antes que un gobierno o un Consejo de la Información "independiente" o llámale B. La regulación que favorecía Iglesias –y con la que ahora Calvo finta– ya sabemos cómo acaba. Está probado. El problema que apunta Calvo es real, pero sería bueno pensar un poco más y, sobre todo, no lanzar propuestas en medio de la marejada que sacude el gobierno del que es vicepresidenta.

"Sólo una prensa libre y sin restricciones puede exponer efectivamente los engaños del gobierno", se lee en un pasaje de la sentencia del Tribunal Supremo de los EE.UU. que levanta la prohibición de publicar los famosos "Papeles del Pentágono" a The New York Times y a The Washington Post. No es la frase que destaca Spielberg en la dramática penúltima escena de The Post (2017), su película sobre la cosa –pero es el meollo de la sentencia.

Claro que, de momento, los diarios impresos madrileños no se comparan al Times ni al Post, pero aquel principio les sirve a ellos y, sobre todo, a su público. Ni toda la incompetencia y mala fe del mundo justificarían una regulación como la que Calvo insinúa.

El País, en portada, no ha hecho ni caso. Ha preferido empezar a buscar una buena excusa ante un posible final del "gobierno bonito" de Pedro Sánchez y el saco de los golpes es, no faltaría más, el de siempre. Si se cae el gobierno español, la caverna tendrá su excusa (eran tan incompetentes y corruptos como los otros) y los progres también (los indepes no han querido). Win-win.

Una perla

Vale la pena volver a fijarse en las fotos de portada de los tabloides antigubernamentales de este jueves, que confirman que una imagen vale más que mil palabras.

Eso sirve de excusa para hablar de portadas famosas con fotos legendarias. Este jueves, El Mundo hacía een su primera un homenaje a otra de El País, con una imagen mítica de Marisa Flórez, una fotoperiodista que explica más historia de España que cincuenta manuales. Retrata la soledad de Adolfo Suárez, el 25 de septiembre de 1979, en plena crisis de gobierno. Suárez aún resistiría dieciséis meses más: dimitió el 29 de enero de 1981. Dicho sea sin segundas.