Nótese en las portadas de la prensa madrileña de este miércoles (excepto la de ABC) la coincidencia en las fotos: José María Aznar y Pablo Casado llegan al Congreso. Y nótese la diferente selección. El Mundo y La Razón escogen la escena de Aznar poniendo la mano en el hombro del nuevo presidente del PP, como quién unge, consagra, sacramenta al sucesor. La ocasión es conveniente: Aznar llegaba para declarar en la comisión sobre corrupción. Es como un cuadro barroco –o un fotograma de ese género cinematográfico tan estimado por Coppola y, sobre todo, Scorsese.

El País, en cambio, escoge una de grupo, más anodina, como la de un vernissage cualquiera. No hay que pensar mal. Sólo hay que saber que, en una portada, nada es casualidad. Este es el único diario que da un repaso –y qué repaso– de las mentiras que contó ayer el expresidente Aznar a sus señorías diputados y diputadas.

ME

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Batalla de conceptos

Las portadas se pelean –es un decir– por calificar la última estratagema del gobierno español para aprobar los presupuestos. El obstáculo que debe saltar Pedro Sánchez es doble. Por una parte, el veto de la mayoría del PP en el Senado. De otra, la mayoría de PP y Cs en la Mesa del Congreso, que puede obstaculizar la tramitación. Quiere esquivarlo con una enmienda a una ley orgánica sobre la formación de los jueces en la violencia de género que permitiría abrir el candado de la ley de estabilidad presupuestaria.

Es extraño, y sin embargo, como explica El País, ya ha pasado antes y ha sido autorizado por el Tribunal Constitucional, como cuando se modificó la Ley del Registro Civil vía una ley de medidas urgentes para el crecimiento, la competitividad y la eficiencia. Esta, digámosle técnica parlamentaria, está a la orden del día en democracias muy veteranas, como la inglesa y la norteamericana. Es feo, pero es típico. En consecuencia, El País califica la maniobra de "atajo legal", en tono neutro.

Pero, ay, para los diarios antigubernamentales, se trata de una operación nefanda. ABC, en páginas interiores, la llama "treta legal para burlar al Senado". El Mundo, desatado, titula diciendo que "Pedro Sánchez urde un fraude para burlar el veto del Senado a su Presupuesto", que es como un titular de sucesos y tribunales más que política. "Argucia legal para colar...el presupuesto", titula La Razón con sesgo acusatorio.

En resumen, si sólo lees esta prensa, a quien más se parece Sánchez es a Al Capone, y aun es poco. Sánchez no presenta proyectos de ley, los perpetra. Sánchez no pronuncia discursos, los comete. Sánchez no negocia, recula. Etcétera. En este ambiente, es fácil condicionar a los lectores para que reaccionen con unv "¡Váyase señor Sánchez"! cada vez que ven una foto suya –y da toda la impresión de que eso es precisamente lo que se busca.

Martillo de Sánchez

La primera de ABC, sin embargo, martillea el asunto de la tesis de Pedro Sánchez. Soñaba el ciego que veía y soñaba lo que creía. Obsesionado con la cosa, titula en portada que "La empresa que utilizó Moncloa para defender acSánchez acusa al gobierno [español] de manipulación", y en la nota remacha el clavo añadiendo que "Plagscan acusa a Moncloa de haber utilizado filtros para maquillar el análisis" y rebajar así el porcentaje de material plagiado.

ABC

El diario remite a una nota (pdf) de PlagScan, fabricante del programa homónimo de detección de plagios, y –¡sorpresa!– resulta que no dice nada de eso y, encima, si se lee bien, explica cómo el mismo ABC se ha equivocado. En descargo del diario, fíjate que la nota está en inglés y, bueno, no todo el mundo sabe inglés.

El enredo proviene de querer dar gato por liebre. Esos programas se utilizan aplicando filtros, que ayudan a descartar como plagios "frases de uso habitual que son demasiado largas para que la tecnología las excluya automáticamente" y "el autoplagio, como por ejemplo, frases publicadas por el mismo Pedro Sánchez", como explica la nota. Justamente es ese tipo de frases las que ABC considera plagio. Obviamente, no lo son.

Además, la nota no utiliza ni una sola vez el verbo "manipular". Como dice Markus Goldbach, el CEO de PlagScan: "No acusamos a nadie de plagiario ni somos cazadores de plagiarios –somos un proveedor de servicios y ayudamos a nuestros usuarios con la tecnología".

La obsesión con el asunto es tan colosal que, desde el 13 de septiembre, el tabloide monárquico tiene fijo en la cabecera de su cuenta de Twitter este tuit:

Lo tienen delante de las narices y no quieren verlo. Es exactamente aquello de que la realidad no te estropee un buen titular. También debe decirse que cuando ya van seis días  equivocándote quizás resulta que, al fin y al cabo, lo que quieres es equivocarte. O confundir.

Si quieres tener más detalles sobre cómo opera un programa de detección de plagios –en este caso Turnitin, competidor de PlagScan- sigue este hilo de Twitter escrito por Raúl Canay, un profesor de la Universidad de Santiago de Compostela donde lo explica sencillamente. En fin. No sido nada.

Adoctrinamiento en Catalunya

La otra obsesión que va para largo es la de El Mundo con el informe de la Alta Inspección de Educación que acusa a algunos manuales escolares editados en Catalunya de adoctrinamiento (indepe, claro). Este caso cumple hoy su tercer día y no tiene pinta que ese vaya a olvidarlo pronto, aunque el informe tiene más agujeros que una espumadera, según el Ministerio de Educación y Cultura.

La excusa del diario para seguir desgañitándose es que "sólo con que un libro de texto vulnere la Constitución es razón suficiente para intervenir". Esta excusa la utilizaba el lunes una diputada del PP y martes el sindicato de inspectores. Mañana veremos quién.

¿De qué se escandalizan? Este es el titular de la nota en la web: "Lo que dicen los libros de texto catalanes: 'Una buena parte de la sociedad está a favor del derecho a decidir'". Qué espanto. O no, porque es lo que dice el último barómetro del Centre d'Estudis d'Opinió: que un 64,8% de catalanes cree que Catalunya tiene derecho a celebrar un referéndum de autodeterminación. También les enerva que un manual de 6º de primaria "presente a Catalunya como un 'país' y mencione como símbolos oficiales la bandera, Els segadors y la Diada Nacional". Y así todo.

¿Qué deberían decir estos manuales según los inspectores indignados y ultrajados? No lo quieras saber.