El periodista Roger Mateos ha publicado el libro "Caso Cipriano Martos" (Anagrama), en el que reconstruye la historia de un militante antifranquista muerto en 1973 después de que le obligaran a ingerir un cóctel molotov en el transcurso de un interrogatorio en el cuartel de la Guardia Civil en Reus (Baix Camp).

En contraste con el escándalo internacional suscitado por el caso Puig Antich, que estalló casi al mismo tiempo, la muerte de Martos, militante del Partido Comunista de España (marxista-leninista) y del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), pasó prácticamente desapercibida ante el interés de las autoridades franquistas por silenciar el asunto, según reconstruye el libro.

La familia no fue avisada ni de la detención, el 25 de agosto de 1973, ni de las tres semanas que permaneció hospitalizado -con el tubo digestivo corroído por los efectos del ácido sulfúrico ingerido- hasta el día de su muerte, el 17 de septiembre.

Cuando su madre y dos de sus hermanos viajaron precipitadamente de Huétor Tájar (Granada) a Reus al ser alertados del fallecimiento de Martos, los agentes que hacían guardia en el Hospital de Sant Joan les impidieron ver el cadáver, que acabó siendo arrojado sin su permiso a una fosa del cementerio reusense, según relata el autor a partir del testimonio de los familiares de la víctima.

Caso silenciado por el régimen

Para reconstruir los hechos, Mateos, periodista de la Agencia Efe en Barcelona, recupera documentos incluidos en el sumario del caso y aporta una cincuentena de testimonios de familiares, amigos, excompañeros de partido y personal médico que lo atendió.

En cambio, nunca ha llegado a haber una explicación oficial de lo ocurrido, porque el régimen franquista trató de "silenciar" el caso, según indica Mateos.

Roger Mateos, autor de 'Caso Cipriano Martos' / EFE

De Huétor Tájar a Sabadell

Nacido en Huétor Tájar (Granada) en 1942 en el seno de una familia de campesinos pobres, Cipriano Martos había emigrado a Sabadell (Barcelona) a finales de los años sesenta, y fue allí donde ingresó en las filas del PCE (ml), una escisión maoísta del PCE.

Tras esquivar varias 'caídas' de militantes de su misma célula en Sabadell a raíz de un chapucero asalto a una armería, Martos fue reubicado al aparato de propaganda del partido en Barcelona, hasta que en marzo de 1973 el partido lo destinó a Reus.

En una misión de agitación y propaganda, Martos se desplazó junto a otros dos compañeros hasta Igualada (Barcelona) para realizar un reparto de panfletos a las puertas de una fábrica. No contaban con que un confidente presenciaría la escena y apuntaría la matrícula del coche en el que habían viajado desde Reus, explica el libro.

Ese fue el hilo del que tiró la Guardia Civil para detener primero al propietario del coche y, después, al propio Martos.

Ingesta de ácido sulfúrico

El libro se propone reconstruir esas horas de encierro hasta la ingesta de ácido sulfúrico, a partir de voces que puedan despejar la duda de si Martos se bebió el cáustico voluntariamente, como dice la versión oficiosa que circuló tras su muerte, o si fue torturado y obligado a tragar el veneno dentro del cuartel.

En paralelo, Mateos rescata el testimonio de otros detenidos por esas mismas fechas en La Selva del Camp (Tarragona), localidad vecina a Reus, que pese a no tener conexión con Martos y su célula relatan cómo fueron víctimas de palizas y torturas en ese cuartel.

Tras incorporar en 2014 este caso a la macroquerella por crímenes del franquismo presentada ante la justicia argentina, Antonio Martos, hermano de la víctima, pudo denunciar por primera vez la muerte de Cipriano ante un juzgado español.

Fue el 30 de agosto de 2016 cuando Antonio Martos acudió a declarar ante el Juzgado de Instrucción número 4 de Sabadell, a requerimiento de la jueza argentina María Romilda Servini de Cubría, que instruye la causa por crímenes de genocidio y lesa humanidad cometidos durante el franquismo.