La ministra portavoz Isabel Rodríguez respondió ayer una pregunta sobre si el CNI utiliza el software de espionaje Pegasus. "Son asuntos secretos de los cuales no los puedo informar porque me lo prohíbe la ley", dijo. No hacía falta excusa, porque la investigación de CityLab y otros centros de investigación, además del detalle del fabricante del software, ya ha dejado bien claro que el Estado español espiaba, también allende sus fronteras, y a quién espiaba. Los diarios de papel que se editan en Madrid hacen hoy tal como la ministra. El único que lleva esta historia en portada es El País, que lo da en la pieza más pequeña de la primera página. El Trío de la Bencina no dice palabra. ¿Qué indican estas portadas silenciosas, mudas, calladas ante la mayor operación de vigilancia y control informático de personas nunca documentada en la historia reciente de Europa? Pues envían una señal limpia de cómo se ha degradado la democracia española en los últimos 25 años. Ya no son funcionales ni los que tienen como misión controlar al poder y a los poderosos sin miedo ni favor. Han bajado los brazos. ¿Les da igual la defensa de los derechos humanos y civiles de los ciudadanos? No, salvo que las víctimas sean independentistas catalanes. Por lo que se ve, este es el motivo —los dos motivos— por el que pueden arrebatárseles derechos y libertades sin que esa canallada tenga eco en portada. Que no salga humo por la chimenea.

No es exageración. En junio de 1995, con ocasión del escándalo de los pinchazos telefónicos del Cesid (como se llamaba entonces al actual Centro Nacional de Inteligència, CNI), El Mundo fue el primero en informar del escándalo con bombo y platillos y El País dedicó 13 portadas seguidas —13 días consecutivos, y cuatro más sueltos— a seguir el asunto, que acabó con Felipe González, presidente del Gobierno, haciéndose el escandalizado ("pulso al Estado", lloriqueaba), y aceptando la dimisión del vicepresidente, Narcís Serra, y del ministro de Defensa, Julián García Vargas. Incluso la plana mayor del PSOE pidió a González la cabeza de Serra y una crisis de gobierno. La Fiscalía abrió una investigación 48 horas después de la denuncia de los diarios. En cambio, ayer, la ministra portavoz se hizo el sordo y también el Tribunal Supremo, el PSOE, el PSC y los partidos de la derecha española, Entretanto, en Bruselas, la eurodiputada liberal Anna Júlia Donáth, en nombre del comité de investigación sobre el uso de Pegasus y software espía, hablaba claro: "Parece que el Estado español, junto con los gobiernos polaco y húngaro, están controlando masivamente a sus propios ciudadanos sin orden judicial ni un motivo razonable". Es muy grosero que el gobierno de España cometa vilezas de este tipo y quede vergonzosamente asociado con los ejecutivos iliberales y autoritarios de Polonia y Hungría. Es grosero pero lo has visto antes, incluso en países de calidad democrática acreditada. Recuerda el caso Watergate. El presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, dimitió antes de que lo destituyera el Senado por el asalto a la sede electoral central del partido rival, encubrimiento, amenazas, etcétera. Políticos. Ya pasa. Pero... ¿la prensa? Nixon cayó por la perseverancia de los diarios, sobre todo de The Washington Post, al seguir el caso contra viento y marea. ¿Qué esperanza queda en España con esa prensa silenciosa, muda, callada? Hoy sufren los independentistas catalanes. Mañana, otros disidentes.

Todos los diarios catalanes abren su portada con el asunto, claro. La Vanguardia, El Periódico y El Punt Avui —lástima— cogen el rábano por las hojas. Les inquieta el espionaje por si se deshace la mesa|de diálogo entre los gobiernos catalán y español. Uy sí. ¿La mesa que se ha reunido una sola vez y que el ejecutivo español ha aplazado sine die? ¿Qué gran preocupación, verdad? Ni hay mesa ni hay diálogo. Hay un atentado grueso a los derechos y libertades al que no se describe así. De este caso casi informan más y mejor los grandes diarios europeos que los de aquí. De entrada, la primicia es del periodista norteamericano Ronan Farrow —hijo de la actriz Mia Farrow y del cineasta Woody Allen-, que lo publica en una revista quincenal de los EE.UU. Los diarios españoles que tanto se llenan la portada con la Democracia Consolidada™ —como las portavoces socialistas ayer, que no tuvieron ni media palabra de condena por los hechos ni de empatía con las víctimas, al contrario que sus correligionarios de 1995—, qué hacían, en qué pensaban?

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La Vanguardia
EPC
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EPA
El Punt Avui
AHORA
Ara
EP
El País
ME
El Mundo
ABC
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LR
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