La reunión entre el ministro Félix Bolaños y la consellera Laura Vilagrà después de una semana marcada por el escándalo del espionaje contra dirigentes independentistas, no ha disimulado la tensión que esta situación ha provocado entre los dos gobiernos. La consellera, que ha recibido al ministro con ademán serio, ha exigido que no hubiera móviles sobre la mesa durante el encuentro y el ministro ha intentado relajar el ambiente, el día siguiente de Sant Jordi, regalándole un libro. El encuentro ha durado más de dos horas.
Bolaños ha llegado a la plaza Sant Jaume con tres cuartos de hora de retraso sobre la hora prevista, que algunas fuentes han atribuido a retrasos de su vuelo y que desde la delegación del gobierno se ha insistido que no se debía a la carrera que cortaba diferentes calles de la ciudad. Le acompañaba la delegada del gobierno en Catalunya, Maria Eugènia Gay. Desde la conselleria se ha querido subrayar la frialdad del encuentro. La consellera no ha recibido al ministro en la puerta, sino que ha sido la secretaria general, Núria Cuenca, quien lo esperaba. Además, la reunión no se ha celebrado, como es habitual en el sofá del despacho de la consellera, sino en una mesa de trabajo donde se mantenían las distancias entre los dos interlocutores. La consellera ha exigido que no hubiera móviles en la reunión. "No nos fiamos. Hemos sido espiados y no queremos que nos sigan espiando", ha argumentado un miembro del departamento.
El poder de la conversación
En cambio, el ministro ha intentado relajar el ambiente con un libro que ha regalado a la consellera, aprovechando que ayer se celebró Sant Jordi. Se trata de En defensa de la conversación, de Sherry Turkle. Un libro que lleva por subtítulo El poder de la conversación en la era digital, y donde la autora defiende el valor de la conversación cara a cara, frente a la mediación de la tecnología.
El jueves pasado el president, Pere Aragonès, exigió al Gobierno, después de reunirse con los grupos parlamentarios afectados por el espionaje que alguien asuma responsabilidades por esta polémica. El escándalo estalló el lunes cuando el New Yorker publicó un reportaje sobre el espionaje de Pegasus al independentismo a partir de un informe del centro de investigación canadiense Citizen Lab.