La Generalitat de Catalunya ha iniciado la cuenta atrás para celebrar el referéndum sobre la independencia. El presidente Carles Puigdemont señalaba a Radio Equinox que declarará unilateralmente la independencia si en el referèndum el sí obtiene "el 50% más un voto". Eso nos sitúa a las puertas de un futuro Estado catalán, que deberá asumir el 100% de las responsabilidades en su territorio. Como consecuencia, Catalunya tiene que formar parte de la OTAN si quiere convertirse en un actor estratégico relevante.
Un poco de calma, sin embargo. No es lo que se puede pensar. El tiempo de los grandes ejércitos está pasando a la historia. Desde un punto de vista estratégico, la situación devuelve a la palestra política la Doctrina Rumsfeld, diseñada por el ex-Secretario de Defensa de los Estados Unidos y bautizada así por los periodistas, que se fundamenta en tres factores que en Catalunya pueden ser viables sin grandes transformaciones.
- Abandonar la concepción tradicional de grandes ejércitos. Crear un ejército de comandos pequeños para ganar agilidad sobre el terreno y desarrollar operaciones rápidas.
- Dotarse de una fuerza aérea de élite tecnológicamente bien preparada. No se trata de tener muchos aviones ni de grandes inversiones, sino de coordinar operaciones desde el aire y dar apoyo a los grupos del suelo desde el radar, transmisiones...
- Que las fuerzas armadas se doten de alta tecnología militar. Así se reduce su coste y el número de efectivos que piden. Cuanta más tecnología, menor puede ser el ejército.
Estos tres factores disipan cualquier idea de unas fuerzas armadas convencionales, costosas y anticuadas. Se trata más bien de aspirar a tener despachos, laboratorios o centros de investigación.
Catalunya, como país soberano, se encontraría en una situación estratégica muy importante debido a su relativa distancia de la costa atlántica y el estrecho de Gibraltar, delante de las costas de Argelia y próximo a las regiones subsaharianas. Formar parte de la OTAN le ayudaría a conseguir reconocimiento internacional. Se convertiría en un nuevo socio en la región mediterránea sin cargar con el historial de España como miembro de la coalición, gravemente perjudicado por sus relaciones con el gobierno ruso, a cuya Armada ha cedido instalaciones militares.
Hay que disipar cualquier idea de unas fuerzas armadas convencionales, costosas y anticuadas. Se trata más bien de aspirar a tener despachos, laboratorios o centros de investigación
Es cierto que la situación estratégica de cada estado miembro es fundamental, más allá de sí se lleva bien o mal con el resto o colabora con supuestos enemigos de otros miembros. La OTAN es una alianza pragmática. Por ejemplo, no se plantea expulsar a Turquía a pesar de sus fuertes vínculos con Rusia. Tal como declaró en septiembre el Secretario General, Jens Stoltenberg: "Turquía es un aliado clave por diferentes razones y no es menor su ubicación estratégica, fronteriza con Iraq y Siria".
En este contexto, una Catalunya independiente sería una aliada en las costas mediterráneas y, con la base militar británica de Gibraltar, haría de España un aliado prescindible.
De hecho, las declaraciones de Erdogan en que explica por qué la OTAN no ha brindado apoyo a la frontera sur de Turquía, que comparte con Siria, obvian en todo momento al regimiento español estacionado en la base militar de Incirlik, próxima a esa frontera, y equipado con misiles de la alianza atlántica.
Actualmente es imprescindible tender puentes en el ámbito de la Defensa si se desea establecer relaciones de alto nivel diplomático, por muy antagónicas que sean las posiciones entre los estados. Las relaciones entre Israel y Arabia Saudí o entre China y Filipinas son inimaginables si no juega la variable de Defensa.
El caso de Israel y Arabia Saudí se relaciona con la eventual colaboración militar estratégica encaminada a frenar la influencia iraní en Iraq, Siria y otros países de la región. El hecho de que Irán se armara con misiles de larga distancia provocó que el reino saudí buscara aliados que le suministren infraestructura para protegerse. Es el caso de Israel y su Cúpula de Acero, el sistema interceptor de misiles que lo protege de los cohetes lanzados por grupos terroristas.
En el caso de China y Filipinas, las diferencias entre las administraciones de Obama y Duterte provocaron una escalada de tensión que acabó con la alianza militar del archipiélago con el gigante asiático con el fin de frenar la influencia de los EE.UU. El presidente filipino aprovechó como excusa a las críticas norteamericanas a su política interna antidroga para acercarse a alguien que respete su soberanía nacional, ni que sea China, con quien Filipinas se ha enfrentado seriamente por varias reclamaciones territoriales.
Una Catalunya independiente sería una aliada en las costas mediterráneas y, junto con la base británica de Gibraltar, haría de España un aliado prescindible
En este contexto, Catalunya puede conseguir un rápido reconocimiento internacional de países como Canadá, EE.UU., Reino Unido, Noruega o las repúblicas bálticas y añadir entre sus aliados a países presentes en otras alianzas militares, como Nueva Zelanda o Australia. Entre estos países no sólo hay cooperación militar, sino en cualquier campo que pueda crear un marco óptimo y equilibrado de libertad y seguridad. Por este motivo la OTAN no sólo es una alianza militar, sino también un órgano de cooperación multidimensional. Es una alianza y un ejército conjunto en las situaciones que lo requieran, pero también una red de desarrollo e innovación continúa no circunscrita al campo militar.
Una de sus dimensiones es la cooperación en la formación tecnológica e ingeniería, vía la red de países miembros, que comparten técnicas avanzadas, que son de uso militar tanto como civil. Ingenieros catalanes podrían colaborar con los programas de Defensa de Canadá, como también científicos noruegos podrían trabajar en alta investigación tecnológica en Catalunya.
Cerrar la puerta a que Catalunya tenga un ejército y sea parte de la OTAN no sólo cierra el paso a tener soldados, sino que la aislaría en otros terrenos, como los ahora citados, o la descontaría del trato de igual a igual con países que son parte de esta alianza multi-estatal. Países que no tendrán ningún incentivo en reconocer a un nuevo estado si no les aporta nada. La alta diplomacia, como señala Henry Kissinger en Diplomacia, se mueve en la búsqueda de la estabilidad, la seguridad y los intereses comunes y Catalunya tendrá que jugar esta carta, porque España parece que no sabe hacerlo.
Por su parte, la UE intenta desarrollar un ejército comunitario para no depender tanto de la organización atlantista, hecho que puede levantar reticencias según cómo se enfoque. Dependerá si es un complemento continental en la alianza atlántica o es un ente aparte de esta.
Si es un ente complementario puede crear malestar a Francia o a Alemania, que han visto últimamente a la OTAN como un freno a la integración europea. Si es un ente separado puede levantar reticencias en Polonia y todo el Este de Europa, que ven a la OTAN como un freno a la expansión rusa. Aun así, en integración militar, la UE no se quiere quedar atrás.
Es importante que nos empecemos a plantear qué ventajas y qué inconvenientes tendría disponer de unas fuerzas armadas
Así pues, tanto si se quiere formar parte de la UE o no, como si se quiere formar parte de la OTAN o no, es importante que empezar a plantearse qué ventajas y qué inconvenientes tendría disponer de unas fuerzas armadas. Ventajas como las ya mencionadas, vinculadas a mayor cooperación entre los Estados miembros de la alianza, e inconvenientes como retroceder en este terreno, pues Catalunya, ahora, forma parte de la OTAN vía España, y su marcha obligaría a revisar muchos convenios de cooperación entre Catalunya y la alianza atlántica, cosa que no generaría incentivos a un rápido reconocimiento del nuevo país.
Creer que formar parte de la OTAN resta puntos ante países terceros es una falacia demostrable con la situación de Turquía dentro de la alianza, como se ha visto. Creer que quedarse al margen sitúa Catalunya en una posición privilegiada porque podrá escoger es también una falacia porque Catalunya dejaría de formar parte de muchos círculos y perdería vínculos con otros estados miembros.
Si Catalunya quiere seguir en la UE tiene que empezar a reflexionar sobre qué ejército quiere, porque será condición para ello, para mantener los compromisos de defensa comunitarios, además de que si conviene tener tratos de igual a igual con los estados del Atlántico norte, será necesario estar en la OTAN.