La desproporcionada represión policial del referéndum del 1 de octubre "es un regalo para el movimiento independentista" catalán, porque le permite empezar a superar la preferencia por el statu quo internacional, que da prioridad al principio de integridad territorial de los estados, es decir, a mantener las fronteras y a la no intervención en los asuntos internos de otros estados.
Este es el principio más importante de las relaciones internacionales y supone una valla difícil de saltar para movimientos como el independentismo catalán, porque el consenso internacional entiende que no tiene sentido separarse de una democracia, que, en principio, ofrece instrumentos para mejorar la posición de una minoría sin necesidad de separarse.
El error de la represión
Ahora bien, si para mantener el principio de integridad territorial un Estado democrático reprime violentamente a los votantes de una minoría o incumple sistemáticamente los acuerdos a los que llega con aquella minoría, deteriora el otro principio principal que es el de autodeterminación —consagrado en el capítulo primero de la Carta de las Naciones Unidas— y el derecho a una representación justa y adecuada en el gobierno del Estado. Esta "defensa excesiva" de la integridad territorial puede inclinar a los poderes establecidos (ONU, UE, otros estados) a defender la autodeterminación de la minoría.
Este razonamiento es el que normalmente invocan los secesionistas para construir una causa justa de separación, que se justificaría en la violencia estatal contra una minoría nacional para negarle una representación adecuada o en el incumplimiento sistemático por el Estado de los acuerdos a los que llega con aquella minoría.
Esta es la tesis que R. Joseph Huddleston, filósofo, politólogo y doctorando en relaciones internacionales por la Universidad del Sur de California (USC), expone en la revista Foreign Affairs, una especie de Nature de las relaciones internacionales, lectura fija a numerosas cancillerías y embajadas.
Legitimidad catalana
En "La defectuosa respuesta de España al referéndum catalán", Huddleston explica que "la reacción de Madrid ha dado más legitimidad a las reclamaciones catalanas, a menudo despreciadas, que cualquier campaña en redes sociales o el mismo resultado del referéndum. También ha conseguido que el mundo vea algo en lo que no prestaba mucha atención".
El experto norteamericano no es de los que tienen prisa, sin embargo. "Es casi seguro de que ningún Estado reconocería una Catalunya independiente ahora mismo". Pero su investigación muestra que "muchas otras maneras en que otros estados pueden dar apoyo a los movimientos separatistas: presentar resoluciones a las Naciones Unidas o a la UE, proponer sanciones, financiar a su ejército, suspender las relaciones diplomáticas con el Estado afectado o establecer contactos diplomáticos con las regiones separadas".
Estas actuaciones suelen producirse durante brotes de violencia, entre los que "la supresión de la democracia, es un delito particularmente flagrante", añade.
Reconocimiento unilateral
Los "actos menores" de reconocimiento o apoyo contribuyen a legitimar los movimientos secesionistas y ayudan a desarrollar la capacidad administrativa y militar", cosa que favorece su candidatura a ser reconocidos como Estado hasta que, como en el caso kurdo, "el referéndum consigue tentar a uno o dos estados a considerar un reconocimiento unilateral del nuevo Estado".
Huddleston piensa que si España continúa sobre-reaccionando, "otros países empezarán a expresar su preocupación por la situación de Catalunya y los representantes oficiales de algunos (especialmente ex colonias) empezarán a hablar de las reclamaciones catalanas". Incluso, añade, "pueden llegar a pedir votaciones en organismos internacionales como la ONU o la UE".
Si la violencia continúa, "los catalanes pueden organizarse para establecer vínculos diplomáticos con otros países, y estos gobiernos podrían estar abiertos. Separar un territorio de otro es un proceso lento y exigente", explica, y a menudo no llega a adquirir soberanía internacional. "No obstante, la violencia y la supresión de la propia expresión son algunos de los catalizadores más útiles para hacer avanzar este proceso".
Recomendaciones en España
Huddleston tiene algunas recomendaciones para el gobierno español, si quiere restablecer el control del territorio y su legitimidad en Catalunya. "Un esfuerzo de buena fe por avanzar hacia un sistema federal puede ser una manera de rebajar la presión; revertir la decisión judicial incendiaria del 2010 que recorta poderes a la autonomía catalana (sobre la lengua, el sistema judicial y otros derechos)".
En Madrid, concluye, "no tiene que suspender la autonomía catalana, a no ser que quiera un enfrentamiento continuo, que sólo sería un retorno al pasado dictatorial de España". Tiene que tomar medidas deliberadas para demostrar que los catalanes son respetados por el gobierno como los españoles, y que sus intereses son bien recibidos en Madrid. Si no, los catalanes tendrán más éxito cuando busquen apoyo en otros países, que cada vez los verán con más simpatía".