A menudo es más importante encontrar un culpable que encontrar una solución. Echar pelotas fuera ante un error es una maniobra poco lucida pero efectiva, y pasar las responsabilidades a otro es una manera de hacer ver que uno no tiene culpa de nada.
El pasado 12 de octubre, en el marco del acto militar conmemorativo de la Fiesta Nacional española, la Patrulla Águila, el escuadrón acrobático del Ejército del Aire español, intentó dibujar una bandera española en el cielo, pero no lo consiguió. Al final se pintó una bandera creativa en blanco y rojo, donde las franjas amarillas y una de las rojas acabaron totalmente decoloradas.
Como ya pasó el año anterior, con el aterrizaje precipitado de un paracaidista contra una farola, la chapuza de la bandera fue motivo de todo tipo de cachondeos en las redes sociales, pero no hubo muchas explicaciones de por qué había pasado. De hecho, a pesar de convertirse en hazmerreír generalizado, incluso Patrimonio Nacional dio por buena la bandera, sin ningún tipo de vergüenza, crítica ni autocrítica.
Ahora, cuando prácticamente ha pasado un mes de aquellos hechos, El Confidencial Digital ha explicado qué pasó y de quién fue la culpa. Sobre qué pasó, la explicación es técnica: el avión que tenía que pintar uno de los extremos rojos sufrió una avería en el sistema de presurización que inyecta el color, en concreto, según el medio mencionado, hubo un escape en la botella de nitrógeno que proporciona presión. No se especifica porque la franja central fue más blanca que amarilla.
Lo más curioso de todo es que el Ejército del Aire ya ha señalado al culpable de todo: la cancelación de exhibiciones y vuelos a causa de la situación derivada de la crisis sanitaria del coronavirus, ya que eso habría impedido comprobar en ocasiones previas el correcto funcionamiento de los sistemas.
La excusa de mal pagador es sorprendente: Si se hubieran hecho más exhibiciones, la chapuza habría pasado antes y se habría podido enmendar, pero la Covid-19 lo impidió. Toda una filosofía de la vida.