Las disputas entre las diferentes estrategias del independentismo han manchado este sábado el acto organizado en Barcelona para reivindicar el quinto aniversario del referéndum del 1 de octubre de 2017. En el marco de la crisis abierta entre los socios del Govern de la Generalitat, que han propiciado la destitución del vicepresidente Jordi Puigneró por parte de Pere Aragonès y la posible salida de Junts del ejecutivo, y solo tres semanas después de la manifestación de la Diada en que la plana mayor de ERC decidió ausentarse, los principales partidos y entidades del independentismo han querido recuperar la unidad. El acto pretendía demostrar la transversalidad y el bienestar entre las fuerzas, a pesar de la divergencia de estrategias. Pero finalmente sólo se ha acabado constando la distancia que separa a los miles de personas que se han concentrado delante del Arco de Triunfo en defensa de la vigencia del 1-O y un liderazgo político que, según la calle, lo ha abandonado.
🔴 Manifestación del 1 de octubre 2022, última hora a Barcelona
La primera demostración se ha hecho ya al principio del acto, cuando se ha acordado de que la represión del Estado ha provocado, entre otras consecuencias, que haya cinco personas exiliadas que no pueden estar presencialmente en Barcelona. Los nombres de Lluís Puig, Clara Ponsatí y Toni Comín, del espacio de Junts, han recibido aplausos de apoyo. Estos solo se han multiplicado contundentemente con el nombre de Carles Puigdemont, que ha provocado una lluvia de elogios y gritos recordando su condición de presidente. Solo una de las personalidades exiliadas ha sido criticada: el nombre de la secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha provocado una fuerte regañada que ha conseguido silenciar cualquier aplauso entre el público.
El espacio de los republicanos tampoco ha podido evitar recibir, unos instantes después, cuando la dirigente de ERC, Carme Forcadell ha subido al escenario. A pesar de su pasado como presidenta del Parlament cuando se hizo el referéndum del 1 de octubre, su paso previo al frente de la Assemblea Nacional Catalana y el hecho de haber asistido a la manifestación de la Diada, la republicana no ha podido evitar que los gritos y los silbidos se hayan impuesto a los aplausos. Durante su parlamento ya se han oído mensajes de "Traïdora" y "Fuera" y entre el público, y solo alguno que la recordaba como "Presidenta". Forcadell ha empujado su discurso a pesar de los reproches de entre los asistentes, que se han intensificado cuando ha pedido "una estrategia común" entre todos los partidos porque la transversalidad fortalece. "Dejemos de pelearnos", ha pedido entre silbidos. La republicana ha acabado abandonando el escenario visiblemente resignada por la recepción del público, no sin antes referirse a ello: "Muchos de vosotros estáis enfadados, decepcionados y desilusionados. Lo entiendo y lo comparto".
Las intervenciones de las principales entidades del independentismo también han evidenciado la distancia entre sus estrategias y el clamor de los manifestantes independentistas. Òmnium Cultural y la Associació de Municipis per la Independència han recibido también una fuerte regañada cuando han apostado por la unidad del independentismo. El llamamiento de Xavier Antich a favor de "sentarse y hablar para superar la dinámica negativa actual", así como su aviso que "no hay alternativa a ponernos de acuerdo" ha sido fuertemente pitada. El presidente de Òmnium incluso se ha visto obligada a cortar su discurso durante unos instantes largos fachada la reprobación de los asistentes. I Jordi Gaseni ha constado, similarmente, el rechazo general que ha provocado su apuesta para que el ejecutivo de ERC y Junts intente rehacer sus diferencias. "Necesitamos un Govern fuerte, necesitamos estar todos y todas", ha dicho el presidente del AMI, tapado por el griterío generalizado que pedía la dimisión del Govern.
Carles Puigdemont y la ANC reciben todo el calor
Una de las pocas figuras que ha conseguido escapar sin generar críticas entre los asistentes ha sido Carles Puigdemont. De hecho, el presidente en el exilio, que ha intervenido en directo de forma telemática, ha sido acogido enérgicamente por un público que, durante largos ratos, se ha quedado en silencio escuchando sus palabras. Una tranquilidad que se ha roto después de varios mensajes de Puigdemont, como su "inmenso agradecimiento" a la ciudadanía que hizo posible el 1-O, su advertencia para que aquellos "ilusos enterradores" pierdan la esperanza de que el pueblo se olvide de la independencia, y su defensa que "no hace falta volver a hacer" ningún referéndum porque el de 2017 todavía es válido, en contraposición con la propuesta del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. Incluso ha estado bien recibido su reclamo por la unidad del independentismo: "La única mesa a la cual nos tenemos que encadenar es la mesa de diálogo entre los hermanos de Junts, ERC, la CUP, Òmnium y la Assemblea". A diferencia del resto de oradores que se han expresado en esta línea, Puigdemont ha sido aplaudido.
La Assemblea Nacional Catalana también ha sido recibida con los brazos abiertos. En su intervención, Dolors Feliu ha visto cómo su estrategia, marcada por la voluntad de aparcar el diálogo con el Estado e iniciar un nuevo embate a corto plazo, ha estado fuertemente aplaudida. Su crítica contra "el inmovilismo" de los partidos ha recibido el calor del público, como también su reclamo para "abrir nuevos caminos". Así, la presidenta de la entidad ha recuperado la amenaza de un adelanto electoral y una lista cívica si el Govern no cumple el mandato independentista.