Del 29% hasta el 6,3%, es decir, un 23,3% de diferencia. Eso es lo que ha caído la preocupación de los españoles por la independencia desde el referéndum del 1-O —momento en que más preocupación se respiraba en el estado español por esta cuestión— hasta este mes de julio, según el CIS, y ha empieza a ser residual.
Dicho de otra manera, la independencia ha pasado de ser el segundo problema de los españoles a ser el duodécimo y, en sólo un mes, ha caído dos posiciones más —en junio era el décimo problema.
El paro repite como el problema que más preocupa a la ciudadanía española con un 64,3%, serie de la corrupción y el fraude con un 38,5%, los políticos, los partidos y la política con un 22,2%, los problemas económicos con un 19,2%, la inmigración con un 11,1%, la sanidad con un 10,9%, los problemas sociales con un 10,1%, las pensiones con un 9,3%, la calidad del trabajo con un 9,2%, la educación con un 7,7% y la falta de inversión en industrias y I+D con un 6,7%.
Aunque en octubre la preocupación por la independencia se disparó, desde entonces el problema ha ido descendiendo y, de hecho, antes de la celebración del referéndum preocupaba, sólo, al 7,8%.