El 17 de noviembre de 1974 fue un día intenso en el Monasterio de Montserrat. Más de 5.000 personas, según las crónicas del momento, subieron a la abadía para conmemorar los 75 años del Barça. Fue una gran celebración para el Club blaugrana, cuyos aficionados fueron recibidos por la Escolanía de Montserrat. Hubo misa oficiada por el abad Cassià Maria Just y un parlamento del presidente del Club, Agustí Montal, que se cerró con la interpretación del Virolai. Las celebraciones de la mañana acabaron con un multitudinario baile de sardanas bajo la batuta de la Principal de la Bisbal y una comida de la directiva con representantes de las peñas que reunió a 400 personas.
Aquel mismo día, el Club proclamó al vencedor del concurso organizado para escoger su himno oficial. El ganador fue el Cant del Barça con letra de Josep Maria Espinàs y Jaume Picas, y composición musical de Manuel Valls Gorina -primo del pintor Xavier Valls, cuyo hijo, un niño de 12 años que también se llamaba Manuel Valls, sería cuatro décadas después primer ministro de França-. Era un himno de reivindicación para un equipo que ya se había convertido en todo un símbolo y que el mes de febrero de aquel mismo año, en los últimos estertores del franquismo, había conseguido abatir al Real Madrid en el Santiago Bernabeu con uno mítico 0-5. "Se ha demostrado que nunca nadie nos podrá torcer", proclamaba el himno que desde entonces ha hecho tronar el Nou Camp.
Infiltrados
Lo que muy poca gente sabía aquel 17 de novimebre en Montserrat es que entre los viajeros de los autocares del Barça y de los vehículos particulares que habían subido para la celebración se habían infiltrado también un grupo de activistas políticos que, desde la clandestinidad que imponía el franquismo, intentaban cohesionar y organizar la oposición política.
El encuentro fue auspiciado por Jordi Pujol y su entorno y se acabaría convirtiendo en un primer hito fundamental en la historia de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Allí surgió la semilla del nuevo movimiento, aunque el partido aún tardaría más de un año en nacer oficialmente. En cualquier caso aquel prmer eslabón fue suficiente para que Jordi Pujol en el primer volumen de sus memorias, recogidas por el periodista Manuel Cuyàs, asegurara que en Montserrat "se fundó Convergència Democràtica de Catalunya".
ElNacional.cat ha conversado con dos de los asistentes a aquella reunión, Miquel Sellarès, entonces un joven activista de 28 años, y Joan Granados, persona muy vinculada al deporte, que un año más tarde sería nombrado secretario general del Barça y con el tiempo se convertiría en director general de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA). Sellarès y Granados llegaron la noche anterior a Montserrat, en el coche SEAT de Miquel Esquirol, otra pieza clave de aquella cita. En el vehículo llevaban documentación para la reunión, escondida entre carteles y banderas del Barça. Los dos recuerdan como en el viaje de ida a Montserrat los paró la policía. Temieron que fuera la Brigada Social, pero resultaron ser guardias civiles, responsables de la seguridad, que les dejaron pasar sin mayores problemas, convencidos que se trataba de representantes del Barça. Cenaron con los monjes y se reunieron en la hospedería del Monasterio para preparar la jornada del día siguiente. Hacía dos meses que trabajaban para organizar el encuentro, entrevistándose con gente e invitándolos al acto, como detalla Sellarès en sus memorias Construint un estat nou. Aquella noche también llegó Pujol, aunque en su libro explica que subió al Monasterio el mismo domingo en un autocar de una peña barcelonista.
El domingo la reunión se puso en marcha a las 11 de la mañana. Uno de los monjes de Montserrat, Marc Taxonera, acompañó a los asistentes a una sala. Todo se tenía que hacer con discreción. Del Barça conocía la existencia de aquel encuentro el presidente Agustí Montal, pero lo desconocía la mayor parte de la Junta. Elisabet Puig, esposa de Sellarès y que una vez creada CDC tendría el carné con el número 1 (el 3.001, de hecho), se encargaba junto con Miquel Esquirol de controlar a las personas que accedían a la reunión. Poco más de 80, aunque no se hizo un listado de los asistentes. Granados subrayó hasta qué punto hacer una reunión como aquella con tanta gente era una iniciativa arriesgada ante la represión de la dictadura.
La mesa de aquel encuentro la presidió el democristiano Simó Miquel, por ser la persona de más edad. Entre los asistentes había miembros de Unió Democràtica de Catalunya, como Anton Cañellas, que unos años más tarde fundaría Centristas de Catalunya, y Josep Miró i Ardèvol, que fue conseller de Govern de Jordi Pujol; Mosén Joan Carrera, nombrado obispo auxiliar de Barcelona en 1991, y el sindicalista Josep Castaño representaban a Acción Católica Obrera; el abogado de entonces 35 años Miquel Roca, que se acabaría convirtiendo en una de las personas clave de CDC y en hombre fuerte de los nacionalistas catalanes en Madrid acudió com otros jóvenes abogados. Estaba también Joan Majó, socialdemócrata del Reagrupament de Josep Pallach que en 1985 sería nombrado ministro de Industria por Felipe González.
Sellarès señala la pluralidad de perfiles que se reunieron para subrayar que aquella reunión no fue la asamblea fundacional de CDC. "De ninguna de las maneras la intención era crear un partido", asegura. Insiste en que CDC no se constituyó hasta un año más tarde y que, de hecho, antes todavía se tenía que crear el llamado Grup d'Acció al Servei de Catalunya, organizado en torno a Jordi Pujol, que se puso en marcha en mayo de 1975 y disponía incluso de una revista. El objetivo del GASC tampoco era ser un partido sino adoptar una forma organizada para poder hablar con el resto de formaciones políticas existentes. "Ir como los amigos de Pujol no quedaba demasiado bien", ironiza Sellarès.
La idea de organizar aquel encuentro en Montserrat surgió un domingo de verano de aquel mismo 1974 en un reunión en la casa familiar de Pujol en Premià de Dalt. Estaban Sellarès, Esquirol, Joaquim Ferrer y Jaume Casajoana, otro de los personajes clave de aquella iniciativa. En aquella cita, en la buhardilla de la casa de Premià, Pujol advirtió que había llegado el momento de pasar de "hacer país" a "hacer política".
Pal de paller
Pujol tenía el convencimiento de que Catalunya necesitaba un gran movimiento que fuera representación de sensibilidades transversales y que ocupara un terreno central y trabajó en esta idea desde que salió de la prisión de Torrero en Zaragoza, donde|dónde cumplió dos años y medio de la condena que se le impuso por los hechos del Palau. Incluso ilustró con una imagen su idea, el pal de paller [el poste de pajar]. "El pajar es un artefacto muy inteligente, técnicamente muy elaborado. Es un juego de fuerzas y volúmenes compensados que convergen en el palo que da consistencia al conjunto y le ayuda a crecer en vertical", argumenta en sus memorias donde explica que contactó con representantes de diferentes fuerzas catalanistas para crear un movimiento o un partido que, "para ir bien, para moverse en el terreno central y ayudar a levantar el palo de pajar" tenía que reunir fuerzas nacionalistas, socialdemócratas, democratacristianos y gente del mundo asociativo o personas a título individual. Esto es la que pretendía plantear en el encuentro que decidieron convocar en Montserrat coincidiendo con el 75 aniversario del Barça.
No obstante, según relata Sellarès, también el resto de formaciones del momento intentaban reforzarse e incluir otros movimientos articulados en la oposición al régimen. En Montserrat, los representantes de Unión intentaron que los activistas agrupados en torno a Pujol se incorporaran en las filas del partido democristiano, al igual que también lo intentarían el Reagrupament de Josep Pallach, que se creó aquel mismo noviembre. Las intervenciones de los asistentes que fueron sucediendo no consiguieron llegar a ningún acuerdo. Al acabar, sin embargo, Pujol protagonizó una última intervención en que, ante las discrepancias expuestas, apostó por la necesidad de conseguir una "convergencia" de grupos y personas, y seguir trabajando en aquella línea. El partido no se creó pero la semilla quedó depositada. A la cinco de la tarde se dio por acabada la reunión y los presentes se volvieron a fundir entre los aficionadors barcelonistas para marchar de la misma forma como habían llegado.
Hegemonía de CDC
CDC se constituyó como partido en marzo de 1976, pero no se inscribió en el registro de partidos hasta 1977, el año siguiente cerró la coalición con Unió Democràtica de Catalunya (UDC), en el que fue el pistoletazo de salida de una de las principales fuerzas políticas en Catalunya, Convergència y Unión (CiU), con un papel clave también en diferentes etapas políticas en el Estado español.
Bajo las siglas de CiU, Jordi Pujol asumió la presidencia de la Generalitat en 1980 y hasta el 2003. Después de un paréntesis de siete años, CiU volvió a conseguir la presidencia de la Generalitat, esta vez con Artur Mas al frente, desde el 2010 hasta enero del 2016, cuando tomó el relevo al frente de la presidencia del Govern, Carles Puigdemont, pero ya dentro de la coalición Junts pel Sí. CDC no se volvió a presentar nunca más a unas elecciones con estas siglas. La filtración de informes falsos dentro de la llamada Operación Catalunya, dirigida por las cloacas del Estado, pero sobre todo la confesión de Jordi Pujol sobre la herencia de su padre provocó un intenso desgaste para esta formación que en mayo del 2016 aprobó su disolución, para crear un nuevo partido, el PDeCAT. El experimento del PDeCAT no tuvo éxito, y desembocó en Junts per Catalunya, que nació con una vocación transversal de ir más allá de las fronteras del espacio convergente.
Una vez ha salido a la luz el asedio con que la Operación Catalunya persiguió a CDC y a algunos de sus representantes más destacados para frenar el independentismo, se han multiplicado las voces que han cuestionado la oportunidad de borrar del mapa político catalán las siglas convergentes. En una reciente entrevista en ElNacional.cat, Artur Mas, aseguraba que CDC consiguió ocupar la centralidad política del país porque representó un espacio transversal. Según Mas, a pesar de que tanto el PSC como ERC han intentado arrebatar a Convergència este papel, el espacio político que representó el partido creado hace 50 años en Montserrat sigue estando representado por Junts.