Ciutadans, el que fue el primer partido de Catalunya y tercero en España y con un futuro muy esperanzador por delante, ahora se encuentra en una situación bien diferente: en caída libre y sin haber tocado todavía fondo.
Un buen ejemplo que describe esta situación es que ahora el partido cierra su mítica sede de la calle de Balmes de Barcelona, representación de la influencia que la formación tuvo entre las clases más altas y españolistas de la sociedad.
Y es que pasar de tener 36 diputados en el Parlament a tener sólo seis, más allá de la pérdida de peso político, también significa una disminución considerable de los ingresos. De hecho, un ejemplo lo encontramos en lo que significó para el partido el batacazo en las elecciones españolas de noviembre del 2019, que el periódico ABC situó en 7.247.414 euros.
Niegan problemas económicos
Sin embargo, desde Ciutadans han negado a ElNacional.cat que el cambio de sede se deba a problemas económicos. Así pues, los motivos reales que ha indicado la formación van por otra parte: se trata de una cuestión práctica relacionada con la pandemia de la covid-19. "La sala de prensa, por ejemplo, es un sótano y no tiene ventilación. Es poco apropiada para la covid", han indicado.
En este sentido, la nueva sede, que el partido todavía no tiene, "tendrá más ventilación y estará más adaptada a la situación de la covid". Según han añadido, la inauguración será pronto y estará ubicada en una zona céntrica de la capital catalana. Por ahora, los objetos que tenían en la sede nacional se trasladarán a las sedes de los grupos municipales de Cornellà y l'Hospitalet de Llobregat.
Sangría territorial
Pero más allá del porrazo en el Parlament y en el Congreso de los Diputados, el partido naranja sufre a nivel territorial, donde ha perdido a centenares y centenares de miembros y afiliados, algunos de los cuales han acabado en el PP en un ejercicio de transfuguismo que los populares quieren resolver con una absorción total de la formación que lidera Inés Arrimadas.
Sin ir más lejos, el expresidente de Cs, Albert Rivera, aceptó ser asesor de confianza del líder del PP, Pablo Casado, y decidió plantar la convención de los naranjas, a la cual había sido invitado, para asistir a la de los conservadores.
Además, Arrimadas tiene que lidiar con el crecimiento de un sector crítico liderado por el exdiputado en la cámara catalana Antonio Espinosa, que le reclama la dimisión y la acusa de haber llevado a cabo purgas de críticos para mantenerse al frente de la formación.