La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se ha irritado por la pitada y el abucheo que recibió el sábado en la Festa Major de Gràcia y ha tildado a los que los hicieron de "actitud sectaria". Pero entonces han sido numerosos los que han recordado a la alcaldesa sus escraches y cómo los defendía diciendo que no eran violencia.

Este ha sido el caso del profesor de la Universidad de Princeton Carles Boix, que ha indicado con ironía: "Escraches, sí; pitadas, no: la conclusión del día". En términos parecidos se han expresado el sociólogo Salvador Cardús, y el escritor Joan-Lluís Lluís. "En una democracia, abuchear y pitar a un cargo electo es un derecho inalienable desde la Grecia antigua", ha indicado Lluís. "Sí, como nos habían enseñado, también los expertos en escraches", ha apuntado Cardús, en alusión a los comunes.

Muchos internautas han hecho mención a los escraches de Colau, incluso incorporando fotografías, como cuando impidió los discursos de un mitin de Iniciativa vestida de abeja Maya. Otros han recordado un escrache contra el economista Andreu Mas Colell en el 2013.

En una entrevista en la revista Jot Down en 2014, Colau efectivamente defendía los escraches como una forma de protesta, y pedía que no se equipararan a violencia. "Más allá de la violencia física hay el debate de lo que se considera violencia. A nosotros nos decían que éramos violentos por hacer escraches, que eran en realidad manifestaciones pacíficas en la calle con cartelitos verdes de "sí se puede". Todos los jueces nos han dado la razón y han dicho que allí no había ninguna violencia", argumentaba.

La polémica ha aparecido este fin de semana después del pregón del presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, que dio el sábado el pistoletazo de salida a la edición de este año de la Festa Major de Gràcia. La plaza de la Vila pasó de los gritos de independencia a las pitadas y abucheos justo en el momento en que Ada Colau, vecina del distrito, se acercó al micrófono a hablar. La protesta fue tan fuerte que, durante unos minutos, Colau no pudo empezar su intervención.

 

Ante la muestra de rechazo tan evidente, la alcaldesa incluso tuvo que negociar con el público para conseguir su silencio: "No temáis, que seré breve". En medio de esta situación, y con la alcaldesa visiblemente emocionada, Cuixart optó por volver a tomar la palabra e intercedió por Colau con el argumento de que "formamos parte de un mismo pueblo, no nos dejemos dividir".

En un escrito en Instagram, hoy Colau no ha dudado a tildar de "sectarias" estas actitudes. "No dejemos que ninguna actitud sectaria estropee esta convivencia. Yo no lo haré. No dejaré que ninguna pitada modifique mis sentimientos y afectos hacia personas que piensan diferente de mí", ha apuntado.