El alboroto por la censura de una pintura en un espacio habilitado por grafitis en el Parque de las Tres Chimeneas de Barcelona todavía colea. En menos de 24 horas, un equipo de la brigada de limpieza del Ayuntamiento de Ada Colau y la Guardia Urbana borraron una pintura con la cara del rey emérito, Juan Carlos I, que lo tildaba "de asesino de elefantes y chorizo" y también pedía la "libertad para Pablo Hasél".
Por alusiones, la respuesta del rapero Hasél y también de otros que viven las mismas circunstancias como Josep Valtònyc no se hicieron esperar. Finalmente, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau salió para justificar que su gobierno de los Comunes no habían ordenado esta censura.
Un hecho que contrasta con las declaraciones del autor de la obra, Rock Black Block, a ElNacional.cat. El artista recuerda que ya en septiembre del 2015, le censuraron sólo una frase de todo un mural que había pintado, también en un espacio permitido. Entonces, recuerda que "la presión de las bases de los comunes hizo que los comunes enmendaran el error". Por todo ello, ahora, no se sorprende.
La frase en cuestión que se decidió borrar con pintura y provocó el destrozo de toda la obra era esta: "Quien ama la música, odia el fascismo". El antes y el después de como|cómo quedó el muro, lo podemos conocer ahora porque el mismo Rock Black Block lo ha publicado para ponernos en antecedentes. Entonces, Colau también lamentó los hechos posteriormente y se comprometió a revisar qué había pasado.
Los comunes salen para desvanecer dudas
La tormenta que se ha ocasionado en plena campaña política ha hecho aumentar las justificaciones de los comunes. Primero fue el concejal Eloi Badia, posteriormente la alcaldesa Ada Colau y hoy otro concejal, Marc Serra: "Cuando una cosa se ha hecho mal, no sólo hace falta disculparse, sino repararlo. Por eso hemos hablado con Rock Black Block y la entidad que gestiona los muros libres para que se vuelva a pintar el mural. Esperamos que pueda ser muy pronto".
A pesar de todo, el artista lamenta que, sea cuál sea el origen de esta censura, el problema está enquistado: "He expresado mi desconcierto y preocupación, tanto si el Ayuntamiento era consciente como si no lo era. Si el Ayuntamiento era consciente, me parecía un terrible e inadmisible acto de censura selectiva. Si el Ayuntamiento no era consciente, me parece grave la certeza de que operarios, a las órdenes de ve a saber quién, actúen de forma descontrolada y sin unos protocolos acotados que garanticen la libertad de expresión. También preocupa pensar en quién decide qué se tapa, cuándo, para qué, bajo qué criterio o con qué objetivo".
El cambio de criterio de Colau
Colau reitera que no dio las órdenes y delega la responsabilidad de la censura a los servicios públicos del Ayuntamiento que dirige, es decir, a los funcionarios de la brigada de la limpieza y la Guardia Urbana. La alcaldesa se hacía eco de las palabras de su compañero de partido, Eloi Badia: "Lamentamos que servicios del ayuntamiento de Barcelona lo hayan borrado por una decisión precipitada que no obedece a ninguna indicación política".
En cambio, este fin de semana, denunció como según la alcaldesa, Junts per Catalunya señalaba al mismo colectivo de la brigada de la limpieza para retirar carteles electorales de la candidata Laura Borràs: "Es grave que un expresidente de la Generalitat y la líder de JuntsXCat en Barcelona difundan teorías conspiratives delirantes que ponen en el punto de mira los trabajadores municipales, los exponen con imágenes y cuestionan su profesionalidad". Dos criterios diferentes para dos situaciones.