Desde la infructuosa declaración de independencia de finales de octubre de 2017 que los dos grandes motores del 1-O, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, no se veían cara a cara. Exactamente quince días después de su liberación a través del indulto -parcial- concedido por el gobierno Sánchez, el presidente de ERC y el resto de presos republicanos, Carme Forcadell, Dolors Bassa y Raül Romeva, han visitado la Casa de la República de Waterloo, junto a Meritxell Serret, donde a las dos de la tarde los ha recibido Puigdemont, acompañado de Toni Comín i Valtonyc. El encuentro se prevé largo, ya que compartirán comida y sobremesa. Puigdemont, de familia pastelera, cocinará los postres. En ningún momento se prevé que estén a solas. Tampoco habrá una comparecencia conjunta.

La puerta estaba entreabierta y delegación de ERC ha entrado directamente a la casa, sin que el president les haya salido a recibir a la entrada, como tampoco hizo con los presos de Junts per Catalunya la semana pasada. La fotografía se ha hecho instantes después, cuando han salido todos juntos para posar en la escalera. El momento preciso del abrazo entre ambos no ha sido ante las cámaras, sino en privado. 

El esperado reencuentro entre los dos principales dirigentes del independentismo político llega pues, casi cuatro años después de que los dos encabezaran la fotografía en la escalera noble del Parlament, una vez declarada la independencia. Dos días después, el president se marchaba al exilio y al cabo de una semana, y el vicepresident era encarcelado. A lo largo de todo este tiempo, la interlocución ha sido difícil y a menudo rodeada de demasiado ruido. La relación quedó tocada en otoño de 2017 y la situación de represión no ha ayudado. El propio Puigdemont lo dejó escrito en su libro, donde narra las desavenencias vividas durante los meses más álgidos del procés.


Los presos de ERC en la Casa de la República. / M. F.

La reconciliación

Poco amante de polemizar en público, Junqueras ha afirmado en las últimas horas que no le hace falta ninguna reconciliación, porque siempre ha tenido voluntad de acuerdo con el president. Sus respectivos equipos enmarcan el encuentro de este miércoles en Waterloo en el ámbito estrictamente privado y personal. Ahora bien, aunque oficialmente no está previsto que aborden el necesario debate sobre la estrategia y la hoja de ruta, fuentes de uno y otro lado no esconden que será difícil que en algún momento no acabe saliendo el tema, ni que sea de paso.

Vecinos y curiosos

La expectación que ha generado el reencuentro entre los dos puntales del independentismo ha arrastrado un numeroso enjambre de medios de comunicación, pero también algunos curiosos simpatizantes del movimiento independentista que se han querido acercar a la Casa de la República. Es el caso de un matrimonio de Cerdanyola del Vallès, que se encontraba de viaje por Flandes y ha aprovechado para inmortalizar el momento. Lo mismo ha querido hacer otro grupo, que ha llevado la estelada y carteles de unidad.

Mientras, en la casa del lado de la del president, un vecino ha colgado la bandera española al ver que llegaban las primeras cámaras. Desde el balcón ha vigilado cada uno de los movimientos, como también ha hecho la policía belga, que ha dado vueltas por la calle de enfrente.


El vecino de la casa de Puigdemont, con la bandera española. / M. F.

Acompasar estrategias

Con ERC en la comandancia del Palau de la Generalitat, bajo el control de Pere Aragonès, se ha impuesto la apuesta por la mesa de diálogo con el Estado. El espacio de negociación pactado entre los de Junqueras y el PSOE se volverá a reunir la tercera semana de septiembre, pocos días después de la Diada. Junts per Catalunya estará como parte del Govern de la Generalitat, pero arrastrando los pies. Los junteros no tienen ningún tipo de confianza, exigen ir planificando la alternativa e insisten en que no se oyen interpelados por los dos años de margen que la CUP ha aceptado dar a la mesa.

De su lado, los republicanos defienden que más allá de las declaraciones de Pedro Sánchez negando el referéndum, hay que seguir picando piedra y dejar en hibernación la vía unilateral. Recuerdan, en este sentido, que en su día, el presidente español también se oponía a los indultos y estos han acabado llegando.

Tercer viaje en quince días

El de hoy es el tercer desplazamiento al extranjero de los presos indultados de ERC. El primero fue la semana pasada, cuando fueron a visitar a la secretaria general del partido, Marta Rovira, en Ginebra. Ayer martes, la parada fue en Estrasburgo, donde se celebraba el último pleno antes de vacaciones. Junqueras y Romeva, los dos ex eurodiputados, aprovecharon para reunirse con miembros del grupo de la Alianza Libre Europea, al cual pertenece ERC. Su idea era aprovechar para reencontrarse allí con Puigdemont, en tanto que eurodiputado. El líder de Junts, sin embargo, les respondió que no tenía previsto asistir, porque no le tocaba intervenir. 

Los presos de Junts visitaron a Puigdemont en Waterloo también la semana pasada. De momento no se ha producido todavía un encuentro entre todos ellos, los de ERC y los de Junts.

Oriol Junqueras llegando a la residencia de Puigdemont. / ACN