En política, cada movimiento por pequeño que sea puede ser determinante. El recuento final del voto en el extranjero, que siempre tarda unos días más, ha hecho perder un diputado al PNV que se ha ido al Partido Popular. Este cambio de última hora puede suponer una piedra en el camino de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que necesitan encontrar aliados para sacar adelante su gobierno de coalición con una investidura donde sumen más sí que no. En caso de empate, fracasarán en el intento. Y el traspaso del escaño de los nacionalistas vascos hacia las filas populares pone en riesgo los cálculos para que salga la ecuación.
Para empezar hay que partir de la base de que es del todo descartable una investidura en primera vuelta, porque tal como ha quedado repartido el Congreso es impensable que haya una mayoría absoluta -176 diputados- que quieran investir a Sánchez. Por lo tanto, se irá a un segundo intento, en el cual será suficiente con mayoría simple. El reto, sin embargo, no es sencillo.
PSOE y Podemos suman 155 diputados, a los cuales se añadirán seguro los 2 de Más País, de Íñigo Errejón, Joan Baldoví de Compromís (1), Miguel Ángel Revilla del PRC (1) y Pedro Quevedo, de Nueva Canaria (1). En el bloque del sí, es muy probable que se acaben sumando también el BNG (1), Teruel Existe (1) y el PNV (6). Todos juntos suman 168 escaños.
En el lado opuesto, entre los que ya han confirmado sin fisuras que intentarán bloquear la alianza de Sánchez e Iglesias para un gobierno progresista, hay el PP (89), VOX (52), Ciudadanos (10), Navarra Suma (2), la CUP (2) y Junts per Catalunya (8). En total, 163 no. Si los 5 escaños de Bildu se decantan por votar en contra de Sánchez, como ha apuntado hace unas horas Arnaldo Otegi, el bando del no empataría con el sí a 168 votos.
Quedarían por computar 14 escaños. Una es Ana Oramas, de Coalición Canaria, a quien difícilmente podrán arrastrar hacia un voto a favor, teniendo en cuenta que siempre ha dejado claro que nunca avalaría un gobierno con Podemos. Contando, pues, con que se abstenga, seguiría manteniéndose el empate. Eso significa que dejaría de ser suficiente sólo una abstención de los 13 miembros de ERC, a quiénes se tendrían que esforzar en seducir para convencerles de pulsar el botón verde. La alternativa es una tercera repetición electoral.