El Congreso de los Diputados representa la tercera institución más importante del Estado, por detrás del jefe de Estado y el presidente del Gobierno. Este jueves los 350 diputados que conforman la cámara baja escogerán al sucesor o sucesora de Meritxell Batet en la silla más preciada del poder legislativo, con Francina Armengol designada candidata socialista (pero con la necesidad del apoyo de Junts). En una legislatura que se aventura accidentada e inestable, la influencia de la presidencia de la Mesa resulta trascendental para ordenar debates, calificar leyes y gestionar la vida parlamentaria. Desde la restauración de la democracia española, el Congreso ha tenido a doce presidentes diferentes que se han repartido de forma alternada entre el Partido Popular y el PSOE, a excepción de las primeras legislaturas dominadas por la UCD. Seis han pertenecido al PSOE, cuatro al PP y dos a la UCD. Tres mujeres y nueve hombres.
Álvarez de Miranda y Landelino Lavilla, los primeros de la UCD (1977-1982)
Las primeras elecciones generales desde la muerte de Franco atribuyeron la victoria a la Unión de Centro Democrático (UCD) e hicieron a Adolfo Suárez el primer presidente del Gobierno de la Transición Democrática. En la legislatura constituyente, la presidencia del Congreso recayó a manos de Fernando Álvarez de Miranda entre los años 1977 y 1979. Dos años en los que el pleno aprobó el proyecto de Constitución española que fue refrendada a las urnas en 1978, se aprobó el régimen preautonómico de Catalunya y la Ley de Amnistía vio la luz. Con la aprobación de la Carta Magna se suprimió el cargo de presidente de las Cortes, que ocupó Antonio Hernández Gil.
En la primera legislatura española, la primera bajo las riendas de la Constitución reciente aprobada, la mayoría simple del UCD ungió a Landelino Lavilla como presidente del Congreso de los Diputados, de 1979 a 1982. Fue un periodo bastante intenso y convulso porque Lavilla asistió a la aprobación del Estatuto de Autonomía de Catalunya, a la primera moción de censura presentada por Felipe González contra el presidente Adolfo Suárez en 1980 y el intento de golpe de Estado por parte del teniente coronel Antonio Tejero en 1981.
El PSOE controla el Congreso: Peces-Barba y Félix Pons (1982-1996)
A pesar de perder la moción de censura contra Suárez, la muerte política del primer presidente desde la restauración democrática estaba cantada. Aquello fue el prolegómeno de la mayoría absoluta del socialista en 1982 que sirvió para colocar a uno de los padres de la Constitución liderando los debates parlamentarios, Gregorio Peces-Barba. Obtuvo el mayor número de votos: 338 de 346. Estuvo hasta 1986 y en este lapso de tiempo vivió las primeras elecciones autonómicas de Catalunya y, en las postrimerías del mandato, colaboró en la celebración del referéndum por la entrada de España a la OTAN en 1986.
La revalidación del mandato de Felipe González coincidió con un cambio en la presidencia de la cámara baja. El socialista Félix Pons, anteriormente ministro de Administración Territorial, cogió las riendas durante diez años, de 1986 a 1996, tiempo en el que presenció otra moción de censura fracasada: la de Antonio Hernández Mancha (Alianza Popular) contra el presidente González. Pons es el presidente que más veces ha ocupado la silla presidencial de la Mesa.
El PP recupera el mando: Trillo y Rudi (1996-2004)
Después de 14 años de gobierno socialista, la mayoría simple de José María Aznar propició que Federico Trillo controlara la vida parlamentaria entre 1996 y el 2000 y la primera mujer, Luisa Fernanda Rudi, entre 2000 y 2004. Eran años de alta actividad terrorista, Trillo vio como Aznar negociaba con ETA y, más adelante en 2002, el PP y el PSOE ilegalizaron Batasuna como "brazo político de ETA" después de aprobar la Ley de Partidos. En estas dos legislaturas, el Congreso aprobó la Ley de la Calidad de la Educación (LOCE) y el fin del servicio obligatorio militar, la mili.
Marín y Bono (2004-2011) en tiempo de Zapatero i Posada, con Rajoy (2011-2016)
Los mandatos de José Luis Rodríguez Zapatero, que llega al poder después de la nefasta gestión de Aznar de los atentados de Atocha en el 2004, posicionaron a dos hombres de poder socialista al frente del pleno del Congreso: Manuel Marín (2004-2008) y José Bono (2008-2011). Tanto uno como el otro ordenaron debates que propiciaron importantes conquistas sociales, como la Ley de la Dependencia y la norma que legalizó los matrimonios entre personas homosexuales. También observaron la reforma frustrada del Estatuto de Autonomía de Catalunya, que acabó siendo el desencadenante del procés independentista, y el fin de la actividad armada de ETA en 2011.
Ahogado por la crisis inmobiliaria del 2008, Zapatero perdió las elecciones a favor de Mariano Rajoy. El PP volvía a mandar y el gallego puso a Jesús Posada del 2011 en el 2016, en un momento en el que las instituciones recetaban recortes y austeridad para detener la sangría económica de España. De aquí nace la Ley de Estabilidad Presupuestaria en la Administración Pública, recortes en la inversión publica de Sanidad y Educación y la aprobación de la reforma laboral, que sirvió para abaratar el despido. Fue la composición parlamentaria que anticipó el fin del bipartidismo, con la eclosión años más tarde de Podemos y Ciudadanos como espacios de competencia del PSOE y el PP.
El fin del bipartidismo (2016-2023): López, Pastor y Batet
A raíz de la llamada regeneración democrática que provocó los casos de corrupción del PSOE y del PP, Podemos a la izquierda y Ciudadanos a la derecha se comieron parte del pastel en las cámaras a las elecciones del 2016. El histórico bipartidismo perdió comba a favor de la fragmentación. El socialista Patxi López fue el presidente del Congreso en un espacio muy breve de tiempo (111 días) porque no hubo acuerdo para investir a un presidente. Fue la legislatura más corta desde la Transición. Y López fue escogido con el apoyo del PSOE y Ciudadanos y el voto en blanco del PP. Por primera vez el presidente del Congreso no pertenecía al partido mayoritario en la cámara.
La última legislatura de Rajoy, patrocinada por la abstención del PSOE, tuvo la complicidad de Ana Pastor (2016-2019) liderando el día a día del parlamento español, que vivió como el procés independentista estallaba a todas las esferas. Los debates parlamentarios aumentaron la tensión alrededor del 2017 con escenas que pasarán a la historia, como el republicano Gabriel Rufián sosteniendo una impresora desde su escaño. La presidenta Pastor asistió a la moción de censura fallida de Pablo Iglesias contra Rajoy. Después del referéndum del 1 de octubre, el Senado, también controlado por el PP, aprobó la aplicación del artículo 155 de la Constitución para quitar competencias de la Generalitat.
La única moción que triunfó, la de Pedro Sánchez contra Rajoy, elevó a Meritxell Batet como presidenta del Congreso. La primera catalana en serlo, que ha renunciado a ser la candidata para la nueva legislatura, ha lidiat durante cuatro años con un pleno que ha normalizado las broncas y los exabruptos propinados por la extrema derecha. La cámara baja ha vivido una situación excepcional de crisis derivada de la Covid-19 y los años posteriores al procés independentista.