Desde hace unos días, algunos escribidores afiliados o avecinados a la derechona, a la derecha extremista —que no es la extrema derecha— mueven el nombre de Margarita Robles, la ministra de Defensa, como alguien adecuado para "rescatar" al PSOE de la coalición con Podemos y con parte del soberanismo para construir un gobierno español basado en un "pacto nacional", al estilo de los pactos de Estado motorizados por la amenaza de ETA. Incluso hay quien evoca a los muertos por el covid-19 como motivo —entonces se hacía con los asesinados por el terrorismo—, mensaje que hace circular Ciudadanos hace un tiempo y hoy, en una entrevista en El País, repite Ignacio Aguado, vicepresidente de la Comunidad de Madrid, el dirigente de Cs con más poder real.

Hasta ahora todo eso era considerado una distracción de pirados. Pues bien, hoy, domingo, la ministra aparece perfilada en El Mundo, que la presenta como "Santa Margarita" y "La Sustituta" (de Pedro Sánchez, claro), mientras ABC publica un sondeo donde aparece como la tercera política mejor valorada. Del "gran pacto de Estado" habla La Razón, que lleva en portada otra encuesta donde se dice que todo el mundo lo quiere y que huy cómo les gustaría a los españoles un acuerdo de este tipo.

Todo parece cogido por los pelos, cuando menos, porque los escribientes que lo mueven están asociados la derecha de alta graduación y a la conspiranoia profunda, gente parecida a los locos del dicho, a los que una pared blanca sirve de carta. Es difícil de saber si todo es una casualidad, una trampa, una conspiración, un cortejo —o el fruto de la imaginación del comentarista de portadas. Quede dicho y registrado.

En el otro lado, la prensa, digamos, más gubernamental, destaca el material más favorable al actual status quo. La Vanguardia titula con el ofrecimiento de Pedro Sánchez de "cogobernar" el desconfinamiento con las autonomías. El País, que abre con un tema propio sobre cómo seremos dentro de unos años, destaca los 16.000 millones que el gobierno español quiere transferir a las autonomías en apoyo de la "reconstrucción" —en la web, sin embargo, titulaban también con la cosa de la "cogobernación".

Tiene gracia que gobernar de acuerdo en la estructura constitucional de España, que es autonómica, sea ahora apenas una posibilidad sometida a transacción —o un premio a las autonomías obedientes— mientras se presenta la centralización derivada del estado de alarma y el gobierno extraordinario por decreto —al margen del Congreso— como la manera ordinaria de dirigir el Estado. Todo muy normal.

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