Penúltimo acto de la función sobre la batalla por la alcaldía de Barcelona. Las bases de Barcelona en Comú han decidido empujar a Ada Colau a la reelección, asumiendo que hacerlo implica contar con los votos de la plataforma de Manuel Valls. Es el resultado de la consulta interna del partido, donde la opción de un gobierno de los comuns con el PSC comandado por Colau como alcaldesa se ha impuesto holgadamente con un 71,4%. La otra propuesta, una coalición con ERC pero cediendo la alcaldía a Maragall ha obtenido el 28,7% de los votos. Han participado 4.042 personas, el 40,4% del censo, de 9.949 inscritos.
Con una sonrisa evidente de satisfacción, la propia Colau ha acompañado al portavoz del partido en la comparecencia para anunciar el recuento, que se ha hecho público a menos de 24 horas del pleno de este sábado. La actual alcaldesa en funciones mantendrá, pues, su candidatura a la investidura contra la de Ernest Maragall.
Será investido aquel que obtenga la mayoría absoluta en la primera votación (21 votos) o automáticamente se proclamará alcalde al ganador de las elecciones, es decir, Maragall. Él cuenta sólo con sus 10 concejales y los 5 de Junts per Catalunya. Ella sabe que tiene los 10 de BeC y los 8 del PSC, que le ha garantizado públicamente su apoyo. Para llegar a los 21 no le queda más remedio que confiar en la palabra de Manuel Valls, que dos días después del 26-M anunció que regalaba sus votos a Colau para cerrar el paso al independentismo en el Ayuntamiento de Barcelona. La apuesta de la cúpula de los comuns ha sido arriesgada, ya que habían pedido públicamente el voto por la alianza con el PSC (y Valls). La jugada les ha salido redonda. De hecho, ha sido la consulta con más participación de su historia. A pesar de todo, Colau ha avanzado que "seguirá insistiendo en el tripartito".
Las bases de los comuns, por lo tanto, dejan a Colau en manos del ex primer ministro francés, del exsocialista Celestino Corbacho y la exmiembro de Unió Eva Parera, los tres concejales independientes de la candidatura de Valls. Los otros tres tienen el carné de Ciudadanos y la dirección del partido ya ha advertido que no avala el apoyo a Colau. Fuentes del entorno de Valls aseguran que no prevén sorpresas, y en privado bromean invitando a llevar palomitas, apropiándose de la ironía de Gonzalo Boye. Sobre eso, Colau ha afirmado: "Yo no puedo responder por Manuel Valls, no puedo confiar en ninguna incerteza", y ha vuelto a subrayar que "nosotros no hemos ido a buscar sus votos y en ningún caso condicionará nuestras políticas".
El sábado por la tarde arranca el acto final, con la sesión de investidura en la cual, por cierto, participará Joaquim Forn, que ha obtenido el permiso del Tribunal Supremo para tomar posesión de su cargo como concejal. Y de momento sólo hay una certeza, que a partir de entonces echará a andar un gobierno municipal en minoría y volverá el baile de la geometría variable, en busca de pactos para impulsar políticas municipales.
La persistencia de Maragall
Salvo alguna mayúscula sorpresa de última hora, que con los tiempos que corren nunca se puede descartar, por primera vez en la historia el ganador de las elecciones al Ayuntamiento de Barcelona no será el alcalde. Ernest Maragall lo ha probado del derecho y del revés sin éxito. Hasta el último momento ha intentado convencer a Ada Colau. Este mismo viernes, abriéndose a partirse la alcaldía con ella, dos años para cada uno. Pero ni así. Ella misma ha explicado esta tarde que no ha recibido ningún ofrecimiento formal por parte de ERC en esos términos. Eso sí, ha afirmado que espera poder entenderse con él a lo largo del mandato.
Los republicanos también se han estado dirigiendo a lo largo del último día y medio a las bases de los comuns que tenían que participar en la consulta, advirtiéndoles de que los votos de Valls no serán gratis y que tarde o temprano tendrán que pagar la factura. Colau ha lamentado que ERC no haya probado de preguntar a su militancia sobre la posibilidad de hacer un tripartito y le ha reprochado que haya tratado de influir y condicionar el resultado de la consulta interna de Barcelona en Comú.
La sentencia del Supremo, primera amenaza
Uno de los primeros tests de estrés que tendrá que afrontar la coalición entre los comuns y el PSC tendrá relación con el procés. Precisamente el debate nacional motivó la ruptura entre Colau y Collboni. Los socialistas acabaron siendo expulsados del gobierno municipal después de una consulta a las bases de los comuns que por un ajustado 54% decidió echarles por su apoyo al 155.
Colau ya ha dejado claro que ella seguirá defendiendo la libertad de los presos y que llevará a la junta de portavoces la posibilidad de volver a instalar un lazo amarillo en la fachada del Ayuntamiento. Y Collboni ya ha avisado de que batallarán por la neutralidad institucional. Todavía no se ha constituido el nuevo gobierno municipal, pero en el horizonte ya se divisa tormenta.