Isabel Díaz Ayuso contempló "todos los escenarios", según ha admitido ella misma. Entre estos "escenarios", que los madrileños volvieran a las urnas un año después de las elecciones autonómicas. Si todo fuera sobre ruedas, no se tendrían que celebrar hasta el 2023, pero el malestar con sus socios de gobierno no ha hecho más que agravarse durante la crisis del coronavirus. Es el único lugar donde la alianza PP-Ciudadanos hace aguas. Según El Mundo, la presidenta madrileña incluso llegó a pedir que le redactaran el decreto de disolución del Assamblea de Madrid. Le serviría para desactivar los cantos de sirena de la moción de censura, que cada vez resuenan con más fuerza. Fue la dirección estatal de Génova quien paró los pies a Ayuso. De momento, nada de adelantos electorales aunque las encuestas puedan ser tentadoras.
La desastrosa gestión del coronavirus en la Comunidad de Madrid, principal foco de la pandemia en el Estado español, ha situado a Isabel Díaz Ayuso en el punto de mira. No sólo de la oposición, sino incluso de sus socios de Ciudadanos, un partido que se encuentra en un giro radical de su estrategia. El reflejo más claro de las heridas abiertas seguramente sea el drama de las residencias, especialmente después de hacerse públicos los criterios para denegar la hospitalización a los enfermos de covid "que más riesgo de morir tienen". El enfrentamiento se ha evidenciado públicamente entre los consejeros de Políticas Sociales (Alberto Reyero, Cs) y el de Sanidad (Enrique Ruiz Escudero (PP), con acusaciones de traición y lanzándose los muertos por la cabeza. La gestión de estas residencias cambió de manos en plena pandemia. Han muerto más de 7.600 personas.
La política madrileña se convierte en el campo de batalla de la política española
La relación de confianza entre los dos socios en la Puerta del Sol se ha ido degradando día tras día del estado de alarma. Los reproches han sido públicos y diarios. Especialmente del lado de un Ciudadanos incómodo y en pleno giro estratégico. Con Inés Arrimadas al frente, y después de un porrazo electoral, han pasado de no acudir a las reuniones con Pedro Sánchez a sentarse en una mesa en el Palacio de La Moncloa y facilitar todo tipo de iniciativas al Gobierno. Incluso la formación de Arrimadas ya está enviando cartas a dirigentes liberales europeos como el francés Emmanuel Macron o el holandés Mark Rutte para situar a Nadia Calviño al frente del Eurogrupo. Ha ganado influencia política, y está reflexionando qué camino tiene que seguir. Sus votos son clave en España y sobre todo en la Comunidad de Madrid.
Serían imprescindibles, por ejemplo, para una moción de censura contra Isabel Díaz Ayuso. Esta carta está encima de la mesa del socialista Ángel Gabilondo, que podría utilizarla a medio plazo. Hace dos semanas Pedro Sánchez ya se reunió con Gabilondo en La Moncloa, oficialmente para "coordinar líneas de acción". La cuestión podría abordarse al más alto nivel, entre las cúpulas estatales. Mientras tanto, el PSOE ya está buscándole un número dos de "perfil duro" a Gabilondo para hacer oposición a Ayuso, conscientes de que necesitan renovar liderazgos. Los socialistas también quieren aprovechar el desastre de Madrid para desgastar el liderazgo de Pablo Casado, que se ha visto obligado a cerrar filas con Ayuso.
Por ahora, sobre el terreno, la batalla en la Comunidad de Madrid se parece más a la Guerra Fría. Públicamente, los dos socios de la Puerta del Sol dicen que el gobierno es sólido. Uno descarta elecciones y el otro una moción de censura. La realidad, sin embargo, podría ser diferente. Los dos están a la espera de un movimiento del otro, también a escala estatal. Ayuso, muy tocada por la gestión del coronavirus, se defiende desde su bunker sacudiendo al fantasma de la madrileñofobia. "Madrid es el principal objetivo de La Moncloa", denunciaba esta mañan la presidenta madrileña desde la televisión pública española. Al final, Madrid es España, su campo de batalla. Y la política se juega en estas coordenadas.
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