Mathieu de Taillac (Burdeos, 1982) es el corresponsal del diario conservador francés Le Figaro, de la emisora pública Radio France y de BFM TV, el canal de noticias líder en su país. Vive en Madrid.
¿Esperaba que el conflicto Catalunya-España alcanzaría este nivel de confrontación, que llegaría tan lejos?
Llegué a Madrid en 2005 y empecé a trabajar como corresponsal en 2008, más o menos. La situación pasó de ser un tema de tensión puntual y muy técnico —sobre el Estatut sobre todo— a ser una confrontación política general y permanente. No esperaba que llegara tan lejos, no.
¿Le resulta fácil vender el conflicto en su medio?
Me resulta bastante fácil venderlo a Le Figaro y a Radio France, sobre todo en los momentos más señalados: elecciones, Diada, 9N, 1-O, procesamiento de Artur Mas... Eso sí, resulta difícil de explicar en qué momento estamos. La típica pregunta ahora [sobre el referéndum del 1-O] es “¿Pero no habían votado ya?”.
¿Le parece el independentismo catalán un movimiento real y consistente o un enfado que pasará, si mejora la situación económica o se concede mayor autogobierno, por ejemplo?
Creo que el independentismo tiene un componente estructural —los independentistas que quieren que Cataluña sea un país independiente porque así lo “sienten”— y un componente coyuntural, que viene alimentado por la situación económica, el cabreo contra la clase política y la gestión del problema desde Madrid, que juzgan nefasta.
¿Piensa que el problema se hará crónico?
No sé si se hará crónico o no. No creo que vaya a desaparecer por arte de magia.
¿Le merecen credibilidad los actores políticos y sociales del procés?
No me merecen ni más ni menos credibilidad que cualquier otro actor. Los hay sinceros y los hay cínicos, como en todo movimiento. Mi deber como periodista es tener distancia crítica, sea con los independentistas o con cualquier otro movimiento político.
¿La dinámica política del procés ha servido más para distanciar que para aproximar a sus protagonistas políticos?
Sí, claro. Lo atribuyo a que la reivindicación de la independencia es un cambio radical que choca con el sistema político existente. El inmovilismo del gobierno Rajoy tampoco contribuye a acercar posturas.
¿Qué factor le parece más decisivo en esa dinámica, el inmovilismo y la judicialización del gobierno español o la insistencia y desconfianza del Govern?
No sé. Estamos tan acostumbrados a esas dos actitudes que ya parece que se complementan y se retroalimentan.
¿Ve alguna alternativa real o plausible al referéndum?
Me parece un poco pregunta trampa, con perdón. De momento la realidad es que no hay ninguna propuesta alternativa sólida que seduzca a una proporción significativa de catalanes. Pero decir que no hay alternativa sería afirmar que el referéndum es una solución. Y no veo que un referéndum unilateral solucione nada. Parece que los partidarios "reales" del Sí oscilan entre el 45% y el 55%, según los sondeos y las elecciones con mucha participación tipo el 27S. Con esa proporción, es muy difícil conseguir un cambio tan drástico como la independencia, con tantos obstáculos en Catalunya, en España y en el ámbito internacional. Mi impresión es que el conflicto puede enquistarse.
¿Le parece que los gobiernos español y catalán pueden resolver el conflicto por sí mismos o necesitan una mediación?
Para que hubiera una mediación, ambos gobiernos deberían ponerse de acuerdo en un mediador. No creo que sean capaces de hacerlo. No sólo por mala voluntad. Para el gobierno español, aceptar el principio de una mediación sería dar por hecho que dialoga en pie de igualdad con el gobierno catalán. Sería considerar que el asunto catalán no es una cuestión interna. Sería, en la lógica tradicional de los Estados —el español o cualquier otro— aceptar la retórica del independentismo. En el momento actual, con estos actores en el poder, no veo a los gobiernos español y catalán llegar a un acuerdo. Cada uno quiere ganar la partida con planteamientos irrenunciables e incompatibles: la celebración de un referéndum o su renuncia.