Hace seis meses, antes del verano, María Dolores de Cospedal llegó altiva al Congreso de los Diputados. Su comparecencia en la comisión de investigación de la Kitchen había sido desconvocada, pero se plantó igualmente en la cámara baja española con supuesta voluntad de declarar horas después de ser imputada. Cuando este jueves ha llegado finalmente su turno y ya no está imputada, sin embargo, se ha hecho literalmente el silencio. Después de leer una breve declaración previa, se ha acogido a su derecho a no declarar. Después, todas las preguntas han quedado en el aire, sin responder. Eso sí, ha saltado en un momento: lo ha hecho para defender la represión policial del 1-O.
Concretamente, Cospedal ha querido intervenir después de la intervención de Josep Pagès, portavoz de Junts en la comisión, que le ha interrogado para|por cuestiones como la Operación Catalunya, el espionaje a dirigentes independentistas o si se arrepiente del operativo del 1-O para "atacar" a votantes. Cuando ha acabado Pagès, la secretaria general ha asegurar el turno para defender que la policía "defendió la legalidad vigente en contra de quienes intentaron provocar un golpe de Estado" y que "es falso que atacaran a legítimos votantes". Y ha remachado al respecto: "Defiendo lo que hicieron y su función". También se ha desmarcado sobre la afirmación que algunos dirigentes del PP han venido a la política a "meter la mano en la caja", asegurando que no es su caso, pese a aparecer su nombre en los papeles de Bárcenas. Le ha amenazado con acciones judiciales.
También se las ha tenido con Oskar Matute, diputado de EH Bildu, que ha criticado las "acciones" insinuadas contra el portavoz de Junts. Cospedal ha querido dejar claro, en respuesta al representante de la izquierda abertzale, que se refería a "acciones judiciales", no a "otro tipo de acciones con armas o lo que sea".
Pero más allá del 1-O y el comodín de ETA, sobre la Operación Kitchen, objeto de esta comisión de investigación, nada de nada. Ha arrancado la comparecencia leyendo una declaración previa, donde ha recordado que está desimputada de la Operación Kitchen pero que la Fiscalía ha recurrido esta resolución ante la Audiencia Nacional. Por lo tanto, se ha acogido a su derecho a no declarar "en respeto al principio de división de poderes, a la administración de justicia a las resoluciones judiciales y también al derecho de defensa". Y efectivamente Cospedal no ha respondido ninguna pregunta sobre el operativo parapolicial para robar documentación comprometedora al extesorero del PP Luis Bárcenas. A media sesión también ha querido dejar claro que el pasado junio pretendía declarar pero que la comparecencia fue aplazada y ahora ha cambiado la situación procesal. "No es ninguna excusa", ha insistido.
Se han quedado un montón de preguntas sin responder del PSOE, de Unidas Podemos, de Junts y de EH Bildu, que le han reprochado la actitud. Interrogantes que van desde su relación con el excomisario Villarejo hasta su conocimiento sobre la trama Gürtel. Pero no ha habido más respuesta que el silencio. A veces, simplemente se ha quedado mirando fijamente a los portavoces en uso de la palabra. En otras ocasiones se ha dedicado a tomar supuestas notas, pero sin abrir boca.
Por el resto, nada de nada. Cospedal ni siquiera ha intervenido cuando el representante de la extrema derecha de Vox le ha agradecido los servicios prestados en España. Tampoco cuando el portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, ha cerrado filas con ella en defensa de la represión del 1-O contra la "matraca independentista". Hoy, en la sala Prim del Congreso de los Diputados, se ha hecho un silencio selectivo.