La petición de Albert Batet durante el debate de política general cayó como un cubo de agua fría sobre Pere Aragonès. A altas horas de la noche de este martes, y después de una larga jornada parlamentaria, el presidente de Junts en la cámara ponía sobre la mesa que el jefe del ejecutivo se presentara a una cuestión de confianza, sin concretar plazos. La única cosa que aclaraba Batet es que esta opción sólo la planteaba si Aragonès no ofrecía garantías de cumplir el acuerdo de Govern entre ERC y Junts. "Si no hay concreción, por radicalidad democrática le pediremos que se someta a una cuestión de confianza al Parlament de Catalunya", avisaba el diputado.

La reacción airada de los republicanos ha constado el enfado que ha generado esta petición por parte de Junts. De hecho, es este reclamo de Albert Batet el que suscitó que el miércoles el presidente de la Generalitat suspendiera su agenda, reuniera un consejo ejecutivo extraordinario con todos sus consellers y se encontrara con el secretario general de Junts, Jordi Turull, para discutir la crisis abierta entre los dos socios. La amenaza de la cuestión de confianza llegó a ser el detonador de la destitución del vicepresidente de la Generalitat, y hombre fuerte de Junts al ejecutivo, Jordi Puigneró, ayer a última hora. Una decisión que ahora podría provocar la ruptura definitiva del Govern.

Pero ¿es tan inverosímil la propuesta de Junts como lo han querido presentar Aragonès y los republicanos? Lo cierto es que la posibilidad de una cuestión de confianza durante esta misma legislatura no es nueva. De hecho, el acuerdo de investidura entre ERC y la CUP incluye esta cláusula. "Visto el principio de confianza mutua que orienta el presente acuerdo y que hará falta consolidar y ampliar durante la legislatura [...], y con la voluntad de demostrar y fijar de manera clara este objetivo compartido, ERC se compromete a someter a la consideración del Parlament de Catalunya la renovación de la confianza que haya recibido en su investidura antes de acabar la primera mitad del 2023". Así lee el último compromiso de aquel pacto entre los dos partidos. Y, por si hay alguna duda de qué significa exactamente eso, el mismo presidente de la Generalitat lo aclaró durante su discurso al debate de investidura. "Me comprometo a someterme a una cuestión de confianza a la mitad de la legislatura para evaluarnos, renovar los acuerdos y reforzar la estabilidad del Govern", dijo Pere Aragonès aquel 26 de marzo, durante la primera sesión de investidura, que fracasó por la abstención de Junts.

 

El veto de la CUP a los presupuestos, la excusa de Aragonès

Casi dos meses después, Aragonès era proclamado presidente de la Generalitat con los votos favorables de Junts y la CUP, en consonancia con el acuerdo de investidura. Ahora bien, la unidad del independentismo en aquella jornada se empezó a tambalear muy pronto, siendo los cupaires los primeros a renegar de la dirección del ejecutivo. El momento más evidente de esta ruptura entre la CUP y los socios del Govern vino a finales de año, cuando los anticapitalistas anunciaron su 'no' a los presupuestos de la Generalitat. Como el acuerdo de investidura contemplaba que los cupaires trabajaran para "facilitar la gobernanza en todas aquellas cuestiones vinculadas a los compromisos adquiridos y que los impliquen de forma concreta incluyendo la estabilidad presupuestaria", ERC recibió este veto en las cuentas como la ruptura del acuerdo de investidura. Desde entonces, cualquier intento por recuperar la cuestión de confianza a media legislatura ha recibido un portazo de la parte republicana del ejecutivo. La misma consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, mano derecha de Aragonès, afirmaba en una entrevista hace unos meses que "no habrá cuestión de confianza" porque la CUP no había cumplido su parte del acuerdo en materia presupuestaria.

Cuestiones de confianza del PP y la CUP

El pacto de Govern entre ERC y Junts no contemplaba en ningún momento esta cuestión de confianza, pero tampoco se puede decir que sea un escenario inaudito por parte de Aragonès, que ya lo había acordado con los cupaires. De hecho, Albert Batet planteó esta opción para dar "más estabilidad" al ejecutivo, expresándose en los mismos términos que lo hizo el presidente de la Generalitat en su discurso de investidura. Ahora, sin embargo, la petición de Junts podría estar a punto de resquebrajar definitivamente a los socios de Govern. Eso sí, Aragonès podría verse forzado a presentar una cuestión de confianza igualmente: el Partido Popular ha presentado una propuesta de resolución al Parlament para este mismo viernes. Y la CUP hará lo mismo al pleno de la próxima semana. El voto de Junts será decisivo para decantar la balanza hacia el 'sí' o el 'no'.