Dani Cornellà (Girona, 1978) responde a las preguntas de ElNacional.cat en esta entrevista casi sin voz. En los últimos días ha participado de algunas de las protestas convocadas por el campesinado catalán, como en los cortes de la AP-7 en el Alt Empordà. El también exalcalde de Celrà y diputado de la CUP desde las pasadas elecciones preside la comisión de Acción Climática en el Parlament y por lo tanto, es el encargado de defender la posición los anticapitalistas en toda la crisis de la sequía que afecta al país. Esta problemática ha sido la gota que ha colmado el vaso para los campesinos catalanes, ahogados por las restricciones en el agua que tal como deja claro Cornellà en esta entrevista son incomprensibles mientras otros sectores como el industrial o el turístico consumen muchos más litros que los ganaderos. Las infraestructuras que defienden otros partidos no son la solución a la sequía para el diputado de la CUP que reclama ir mucho más allá.
Hace prácticamente tres semanas que buena parte de Catalunya ha entrado en emergencia. ¿Este escenario era evitable?
No. De hecho, nosotros pensamos al revés que el Govern. Creemos que tendrían que haber sido mucho más valientes y decretar la emergencia con anterioridad. Es cierto que el plan de sequía fija unos umbrales, pero se tendrían que haber tomado medidas para evitar gastar la poca agua que teníamos antes. Se ha ido tarde.
¿Con este escenario, la sequía o la falta de agua es el principal problema que sufre Catalunya?
Es muy importante entender que la sequía no es fruto de la casualidad sino que nosotros, nuestro país, tiene un clima mediterráneo que ya ha provocado unas sequías históricas, como la del 2008 que fue muy grave pero desde entonces también se han ido sufriendo episodios relevantes. La sequía, entonces, está relacionada con el clima y ahora estamos en una emergencia climática que repercute directamente y provoca que las sequías, que ya eran características, se repitan mucho más a menudo, sean más largas y más extremas. No podemos desvincularlas y por lo tanto no es un problema que nos viene de nuevo y que con un poco de lluvia se solucionará, sino que se irá repitiendo. Estamos en la zona cero del cambio climático y tenemos que ser conscientes de la situación que vivimos. Por lo tanto, no podemos decir que el gran problema sea la sequía, sino que es una consecuencia, también de unas políticas y de un modelo internacional durante cincuenta años que nos ha llevado a esta situación.
La gestión del Govern de la sequía ha sido criticada por parte de la oposición. Desde el PSC y Junts lamentan que no se hayan hecho más infraestructuras durante los últimos años. ¿Eso ha sido un error para vosotros?
No es un problema solo de este Govern, sino de todos los que han mandado las últimas décadas, que han hecho exactamente las mismas políticas y que han gestionado el agua como un recurso infinito, con una gestión de la demanda no de la oferta. El país ha ido creciendo y el consumo de agua también pero no se ha previsto que es un recurso que se tiene que cuidar y más teniendo en cuenta nuestro clima. Catalunya ha tenido sucesivos Governs que no han hecho las políticas adecuadas para gestionar el agua, hecho que nos ha llevado al escenario actual. Para nosotros hay un problema estructural del modelo de gestión de agua en este país en las últimas décadas.
Es un error crear infraestructuras para hacer ver que no hay sequía y seguir produciendo agua y reproduciendo el modelo
En esta última sequía se han puesto en el foco como una solución infraestructuras como las desalinizadoras o las potabilizadoras. ¿Es el camino que hay que seguir?
Es un error volver en lo que reclaman algunos grupos mayoritarios en el Parlament, ya que de nuevo es hacer una gestión de la oferta en este caso a través de la creación de infraestructuras para hacer ver que no hay sequía y seguir produciendo agua y justificando proyectos como el Hard Rock, hacer más autopistas o los Juegos Olímpicos de invierno... Las infraestructuras que ya tenemos se tienen que utilizar, solo faltaría, pero tenemos que ir más a cambiar el modelo de gestión del agua. Y aquí sí que hay que mejorar las redes de abastecimiento municipales, poner más dinero de los que se han puesto, mejorar los sistemas riego, apostar por la regeneración de agua que puede servir a la agricultura pero también para otros usos como mantener los ecosistemas de los ríos vivos. La biodiversidad es la grande abandonada de esta sequía, tanto por parte del Govern como de los grupos mayoritarios la oposición y de esto no se habla. No necesitamos infraestructuras, necesitamos cambiar la política y entender que cada vez tendremos menos agua y que la que tenemos se tiene que gestionar de manera muy correcta. Hay quien propone grandes infraestructuras como desalinizadoras pero estas después provocan contradicciones, ya que ecológicamente son insostenibles y tienen un gran consumo energético para el que nuestro país no está.
La ciudadanía tiene que tener restricciones porque todo el mundo tiene que colaborar pero ven cómo tienen que cerrar el grifo mientras se malbarata agua o llegan centenares de cruceros
¿Entonces, no se sacaron bastantes lecciones de la última gran sequía del país, en el 2008?
En estas décadas hemos visto que gobierne a quien gobierne, las políticas del agua son las mismas, sea el tripartito, Convergència o Esquerra Republicana. Las políticas no han variado hasta que no hemos llegado situación extrema de sequía. Durante estos años no se han tomado las medidas adecuadas aunque había informes hechos por la propia Generalitat que decían que las precipitaciones en Catalunya irían disminuyendo y así lo seguirán haciendo y que también habrá un aumento de las temperaturas que afectará al ciclo del agua. Son muchas cosas que ya sabíamos que pasarían y aquí lo que se ha hecho es pelota adelante y continuar con el sistema de crecimiento insostenible. No se han tomado las medidas oportunas para que cuando llegáramos a este escenario, que todos sabíamos que pasaría, fuera de una manera mucho más ligera, se pudiera vivir de una manera diferente por parte de sectores tan importantes del país como es el campo.
¿Comparten los reproches al Govern por haber puesto el foco sobre la ciudadanía durante la crisis de la sequía?
En los últimos dos años se ha señalado básicamente la agricultura y la ciudadanía. Nosotros podemos entender que se pongan restricciones a los ciudadanos pero el Govern primero tiene que dar ejemplo con medidas que eviten estas restricciones, como mejorar la red de abastecimiento. En eso también tienen responsabilidades los ayuntamientos, solo faltaría, pero muchas veces no tienen presupuesto para hacer las obras y eso también se tiene que decir. Está bien que la ciudadanía tenga restricciones porque estamos en un momento en que todo el mundo tiene que colaborar pero los ciudadanos ven cómo tienen que cerrar el grifo mientras en muchos municipios se malbarata agua o llegan centenares de cruceros al puerto de Barcelona con turistas que tienen unos consumos de agua que multiplican por cinco los de los vecinos de la ciudad. Estas incongruencias generan mucho malestar. Tampoco se puede entender que la ganadería, que en las cuencas internas representan un 1,6% del consumo de agua, se le aplique un 50% y, en cambio, la industria que representa un 20%, solo se le aplica una restricción del 25%. También es incomprensible que dentro del consumo doméstico se incluya el consumo del sector turístico porque a los Governs nunca les ha interesado saber qué porcentaje representa el consumo de la ciudadanía y qué parte corresponde al turismo.
Hay unas contradicciones muy grandes en la gestión de la sequía. Cuando se solucionen la ciudadanía entenderá perfectamente que tiene que seguir colaborando
En las últimas semanas se ha hablado de cortes de agua en la población o bajadas de presión en el Área Metropolitana. ¿Cómo se tienen que imaginar los catalanes los próximos meses de sequía?
En Catalunya hay municipios que hace meses que se abastecen con cisternas, eso es una realidad. La ciudadanía ya ha entendido que la situación es extrema, y por eso, tiene que ver como en los próximos meses se toman medidas y restricciones equitativas. Si no se entiende que les cierres el grifo, cuando en el Área Metropolitana el consumo medio de una persona es muy bajo, y, en cambio, haya sectores que no tienen que hacer nada para ahorrar agua. No solo hablo del turismo, sino también de las empresas embotelladoras que no tienen ni una sola restricción. Ahora mismo están sacando más agua que nunca de una manera muy opaca. Es decir, en este país estamos hablando de importar agua en barcos mientras lo estamos exportando con botellas a países de todo el mundo. Hay unas contradicciones enormes y nosotros pensamos que primero se tienen que solucionar y que a partir de aquí la ciudadanía entenderá que también tiene que seguir colaborando y si hace falta. Es decir, hay unas contradicciones muy grandes y nosotros pensamos que primero se tiene que arreglar eso, y después la ciudadanía puede entender perfectamente que también tiene que seguir colaborando.
Los campesinos salen a la calle para evitar desaparecer y explicar que no podan más entre malas políticas y ahora la sequía
El Govern ha anunciado finalmente que revisará las restricciones por sequía al campesinado. ¿Va tarde?
El campesinado está sufriendo por las restricciones desde hace dos años y el Govern no quería llegar a la emergencia para proteger depende de qué sectores. Es normal que hayamos llegado a un punto que los campesinos salen a la calle para evitar desaparecer y explicar que ya no pueden más entre las malas políticas que hace 40 años que sufren a las cuales ahora se añade una sequía extrema. La supervivencia del sector depende de si se cambian las políticas o no se cambian. Con unas restricciones del 50% cuando solo consumen un 1,6% de agua es normal que se tenga que modificar este plan especial de sequía porque o el Govern pone las medidas necesarias para asegurar el agua y el apoyo económico o veremos acabar de desaparecer a un campesinado muy tocado ya por los últimos años.
Usted ha participado de las manifestaciones estos últimos días. ¿Qué sensación se lleva después de hablar con los campesinos?
He visto un sector muy enfadado y que ahora está al límite por la sequía después de muchos años de malas políticas tanto catalanas como españolas y europeas. En los últimos cuarenta años se han perdido más de 100.000 hectáreas de cultivo y ahora encima se encuentran con esta falta de agua. Esto ha servido para que todo el sector se ponga de acuerdo al decir basta, que ya no pueden más, que o se ponen soluciones sobre la mesa o acabará renunciando una parte importante de la pequeño campesinado. Aquí solo quedará el modelo de la agroindustria que ya se ha ido imponiendo mientras el modelo de toda la vida del país, que es el que nosotros defendemos, se perderá. He visto a un campesinado cansado y enfadado que desconfía de toda la clase política, cosa que no nos extraña. Están haciendo su último intento y están dispuestos a ir a por todas para no desaparecer. Eso pasa por estos cambios en el plan de sequía pero también porque las ayudas se paguen de manera rápida, que desburocratice el sector porque no son gestores sino personas que trabajan la tierra y también por los precios de los productos. No puede ser que haya unas distribuidoras y comercializadoras que sean las que impongan los precios de los productos, consiguiendo beneficios multimillonarios mientras el campesinado se arruina.
¿Cuál es la solución según la CUP?
Que la administración marque los precios públicos y que estos no se puedan bajar. Que sean justos y que garanticen una renta agraria digna, porque la de ahora está a niveles de hace más de diez años. También hacer distribuidoras públicas, como se ha hecho la energética, para evitar que aquí haya cuatro "señoritos" que viven y se enriquezcan del trabajo de los otros. Al mismo tiempo se tiene que hacer una reforma agraria desde el sector para garantizar la supervivencia y la soberanía alimentaria de este país, que ya hemos perdido porque buena parte de lo que comemos tiene que venir de fuera porque ya no lo producimos. Tampoco podemos perder más terreno agrícola y Junts, el PSC o incluso el Govern de ERC están defendiendo un modelo de transición energética que se basa en ocupar el suelo agrario a través de macroproyectos solares, hecho que lleva a expulsar al campesinado y fomentar la especulación con la tierra.
Hay contradicciones muy bestias por parte de partidos que intentan aprovecharse de un sector muy enfadado cuando lo que toca es darles todo el apoyo
Dice que el campesinado desconfía de la clase política. ¿Los partidos se están apropiando de sus luchas o utilizándolas políticamente?
Totalmente. Hay partidos que intentan aprovechar el malestar de un sector para hacer sus reivindicaciones y para marcar su espacio político, pero eso es un error. Cuando vinieron los campesinos del Berguedà y el Bages en el Parlament, y nos encontramos a fuera con ellos nos explicaban que no podía ser que el sector sufriera unas restricciones desde hace dos años y el sector turístico ninguna, cuando en el pasado mes de junio teníamos los embalses al 30% y cuando se terminó la temporada turística habían bajado a un 18%, todos los grupos parlamentarios callaban. Nosotros nos marchamos -aunque después los atendimos dentro de la cámara- por la hipocresía. Los partidos mayoritarios dicen una cosa aquí en el Parlament pero después cuando reciben al campesinado dicen otra. Lo mismo pasa en Europa, cuando votan a favor de los acuerdos con países terceros. Son unas contradicciones muy bestias por parte de unos partidos que intentan aprovecharse de un sector muy enfadado cuando lo que toca es darles todo el apoyo y tomar las medidas necesarias para que se pueda mantener. No se vale abanderar su lucha cuando tú eres parte del problema y no de la solución. Hay partidos que han estado muchos años en el Govern y que han salido de él hace muy poco y ahora hacen bandera del campesinado como si ellos no tuvieran nada que ver cuándo han hecho las mismas políticas que el resto de partidos o incluso peores, porque en Europa votan a favor de los acuerdos que denúncia el campesinado.
Ha contrapuesto las restricciones al campesinado con las del turismo. ¿Es incompatible la supervivencia de la primera con el crecimiento del segundo?
No es que sea incompatible es que hay un problema de modelo. Si los diferentes Governs de la Generalitat han apostado por un modelo basado en el turismo masivo y descontrolado todos hemos visto cómo eso ha acabado provocando una pérdida del sector rural, un abandono de los pueblos y una masificación de las ciudades. Nosotros no apostamos por este modelo, no podemos pretender que cada año vengan más turistas por tierra mar y aire. Esto es insostenible porque genera problemas de vivienda, incremento de precios, precariedad laboral, estacionalidad del trabajo.
El Hard Rock caerá por su propio peso como lo hicieron los Juegos Olímpicos
Desde la CUP soléis poner el Hard Rock como ejemplo de los macroproyectos que rechazáis. ¿Creéis que acabará saliendo adelante?
Sería una barbaridad con la situación que vivimos, aunque es verdad que este proyecto no depende de las cuencas internas, que como país seguimos apostando por más hoteles, ludopatía, macroproyectos que nada tienen a ver con nuestro país. Nosotros pensamos que el Hard Rock caerá por su propio peso, como ya lo han hecho los Juegos Olímpicos. Salvador Illa dice que no le gusta que la sequía nos impulse hacia el decrecimiento, pero el decrecimiento se tendría que imponer porque una mayoría política y social vemos que se han hecho muy mal las cosas y que decrecer no quiere decir ir menos, ir peor, sino que quiere decir valorar las cosas de una manera diferente, repartir el trabajo, repartir la riqueza. La emergencia climática, el cambio de temperaturas, el no llover... todo eso nos condiciona y hará caer proyectos por inviables e insostenibles.
¿Las protestas del campesinado, sumadas a la sequía, pueden acabar pasando factura a este Govern en el último año antes de las elecciones al Parlament?
No solo tendría que penalizar al Govern actual sino a todos los partidos políticos con responsabilidades en Catalunya, al estado español o con representación europea que nos ha llevado hasta esta situación. Hace 50 años que se sabía que llegaría que el cambio climático, todos sabíamos que esta sequía pasaría y que cada vez serían más recurrentes y extremas. Todo el mundo lo sabía y aquí no se ha hecho nada, se le ha dado la espalda en nombre del seguir creciendo y que los ricos se hicieran más ricos. La desafección política que hay ahora viene dada por eso. Hay un castigo a todos los partidos porque se han hecho muy malas políticas, no solo con la sequía o el campesinado, sino con la educación, con sanidad, con servicios públicos... Y no solo se puede culpar el partido que hay ahora, que sí que está en mucha minoría, porque hasta hace cuatro días había otro partido gobernante con ellos.