El lunes 14 de octubre del 2019 salió la sentencia del procés, que condenaba a parte del Govern de la Generalitat a más de 100 años en la cárcel. Dani Gallardo Herzog, de origen gaditano y de 22 años, salió a la calle a protestar, al lado del movimiento antifascista y antirrepresivo de Madrid. El miércoles 16 de octubre sería el último día que pisaría la calle. El joven activista fue detenido tras la concentración de la Puerta del Sol, en el centro de la capital de España. Según denuncia su defensa, sólo estaba intentando defender a una amiga suya ante la paliza que recibía por parte de los antidisturbios del Cuerpo Nacional de Policía. Desde aquel día, sus amigos y familiares lo han tenido que ver a través del vis a vis o las cabinas habilitadas para la visita. Cumplió los 23 años entre rejas.
Al cabo de dos días, Gallardo pasó a disposición judicial. El Juzgado de Instrucción número 22 de Madrid ordenó su ingreso en prisión de forma cautelar y sin fianza. Desde entonces, hoy hace un año, está en el centro penitenciario de Alcalá Meco. De nada ha servido que su defensa haya demostrado su arraigo y su bajo riesgo de fuga; se le ha denegado reiteradamente la libertad condicional. Será juzgado el mes que viene, los días 6 y 17 de noviembre. El informe policial le acusa de haber intentado agredir a un agente con una barra con clavos extraída de un canto rodado. La fiscalía le pide seis años de privación de libertad por los delitos de desórdenes públicos, atentado contra la autoridad y lesiones leves.
El Movimiento Antirrepresivo de Madrid, colectivo que lucha contra la represión en la capital del Estado, se ha hecho cargo de su defensa. Gallardo ni siquiera ha militado nunca en ninguna organización política. Según su entorno, era un joven normal. "Ni siquiera tenía antecedentes policiales, ni judiciales, ni de ningún tipo", explica Alejandra Matamoro, portavoz del movimiento. "Era un chico de origen gaditano que a los 18 años vino a vivir a Madrid, como tantos otros, para estudiar la carrera y trabajar", señala. Al cabo de un tiempo dejó la carrera y se dedicó exclusivamente a trabajar de lo que pudiera, para poder llegar a final de mes. Vivía en Getafe en un piso compartido con amigos, en el cinturón sur de Madrid.
Desde hace un año, sin embargo, duerme en una celda, entre rejas, en Alcalá Meco. Un año de prisión provisional sin fianza y los múltiples recursos tumbados por el tribunal. A pesar de ser un joven de 23 años, que lleva uno en prisión y que se enfrenta a un total de seis, está "bastante bien", según su entorno. A medida que se acerca la fecha del juicio sí que van aumentando el nerviosismo y la inquietud. Está "fuerte" y convencido de lo que hace: "Defender el derecho de manifestación, que es contra lo que están atentando, y lo hace con la cabeza alta".
¿Cómo fueron los hechos?
El relato de la defensa es el siguiente. El 16 de octubre del 2019, después de la sentencia del procés, varios colectivos madrileños convocaron una concentración en la Puerta del Sol para protestar contra la condena a los presos políticos y la represión en Catalunya. Una vez en Sol, y después de varias provocaciones de grupos fascistas que se presentaron allí, decidieron mover la protesta hacia las puertas del Congreso de los Diputados. Intentan llegar a la cámara baja, dando la vuelta por Tirso de Molina, pero antes de acercarse empezaron a cargar los antidisturbios del Cuerpo Nacional de Policía. Los manifestantes se dispersan.
"En estas cargas detienen a tres personas, una de ellas menor de edad, pero a a Dani no lo detienen allí, sino mucho más tarde", relata Alejandra. De hecho, Dani ya estaba volviendo hacia casa con sus amigos cuando toparon con la policía, ya pasados los disturbios. Los antidisturbios van a por ellos y los chicos huyen como|cómo pueden. Los agentes consiguen atrapar a Elsa, amiga de Dani. "Él se da cuenta de que no les sigue, que le había cogido la policía y la estaba apaleando. Entonces da media vuelta y va a ayudarla. Allí es cuando lo detienen y lo apalean a él también", explica la portavoz del Movimiento Antirrepresivo de Madrid.
¿Son consistentes las pruebas?
La principal acusación contra Dani Gallardo es por, supuestamente, haber agredido a un policía con un palo de madera con unos clavos oxidados, extraido de un palé, que se habría clavado en el casco pero no lo habría perforado. "No es cierto. Ni siquiera hay pruebas reales ni consistentes", denuncia Alejandra. La principal prueba es una fotografía del casco, que fue debidamente filtrada a El Mundo para incriminar a Dani. "En la foto se ve el casco con el palo clavado, pero en comisaría. Es imposible que eso hubiera aguantado el traslado. No se aguanta por ningún sitio", dice la portavoz del colectivo. Además, subraya, Dani es un chico de complexión muy delgada que no tendría ni la fuerza para clavarlo en el casco de un antidisturbios. "Y si lo consiguiera clavar, no podría con tanta profundidad como para aguantar hasta llegar a comisaría y hacerle la foto", sostiene.
La otra prueba es el parte de lesiones del policía supuestamente agredido, que ni existe, según Alejandra. "El policía va allí y dice que presenta dolor al cap. El tratamiento que le dan es, simplemente ibuprofeno. Esto es el parte de lesiones", señala. Para acabar de remacharlo, el parte de lesiones presentado por el agente es una hora anterior a la detención de Dani Gallardo. "La acusación se sustenta como siempre en la palabra del policía, que en este país es suficiente para hacer y deshacer. Lo que diga el policía va a misa", denuncia la defensa. Están preparados para más irregularidades y "sorpresas" durante el juicio oral. "En estos casos nunca se sabe", admiten.
La vida en prisión
Desde hace un año está en Alcalá Meco, donde ha cumplido 23 años y está pasando una pandemia mundial. Se ha encontrado unas cuantas trabas, sobre todo por lo que respecta a la correspondencia, mucha de la cual le llega de Catalunya. Sus amigos se han encargado de hacer difusión del caso. No obstante, hay muchas cartas que le llegan. "Nosotros le enviamos una carta certificada para asegurarnos de que le llegaba. Tenemos acuse de recibo de la cárcel, pero no le ha llegado", explica Alejandra. Lo mismo le ha pasado con muchas otras cosas que le han enviado su pareja y sus amigos. A pesar de todo, a pesar de las circunstancias, lleva "bastante bien" la estancia en la cárcel "para lo que podría ser". No tiene problemas ni con los funcionarios ni con el resto de internos. De hecho, según la portavoz del colectivo, es bastante apreciado rejas adentro. Ayuda a los que no saben leer o escribir muy bien por cuestiones de idioma, porque son extranjeros.
"La solidaridad con Catalunya está penada"
Desde el Movimiento Anti-Represivo de Madrid tienen claro por qué le ha pasado esto a Dani Gallardo. "Es un golpe sobre la mesa del Estado español, donde la solidaridad está penada. Puedes pagar un precio muy alto", denuncia Alejandra. "Catalunya para ellos era una parte perdida y el problema pasaba a ser que se extendiera a otros puntos del Estado, como por ejemplo a Madrid. No podían permitir una protesta por las calles de la capital en solidaridad con los catalanes", continúa la activista madrileña. Y concluye: "Es una muestra más del carácter totalmente autoritario y represivo del Estado, capaz de penar el derecho de manifestación. Porque lo único que hizo Dani es manifestarse y defender a una amiga".
Dani Gallardo es aficionado al rap y tenía un canal de YouTube abierto. En 2017 escribió una canción: "Prefiero la cárcel con la cabeza alta que mirar al suelo y no hacer nada".