El acuerdo de Pedralbes podría ser un "buen punto de partida". Esta frase ha sido pronunciada este jueves por dos actores políticos de partidos muy diferentes. Primero ha sido el vicepresident del Govern y coordinador nacional de ERC, Pere Aragonès, en una entrevista en Onda Cero. Más tarde lo ha hecho la alcaldesa de l'Hospitalet e importante dirigente de los socialistas catalanes, Núria Marín, en la Cadena Ser. Unas declaraciones coincidentes que son especialmente relevantes teniendo en cuenta el momento actual.
PSOE y Podemos llegaron este martes a un acuerdo de gobierno de coalición para salir del bloqueo e intentar de nuevo una investidura de Pedro Sánchez. Para alcanzarlo, sin embargo, necesitan ―entre otros― de la complicidad de los republicanos, ya sea a través de un voto a favor o de una abstención. De momento, ERC asegura que en estos momentos están en el no. Según los republicanos, la situación respecto a julio, cuando se abstuvieron en la investidura de Pedro Sánchez, es "diferente" a la actual, y lo atribuyen especialmente a la sentencia y a la dureza contra el independentismo empleada por el líder socialista durante la campaña electoral.
Están dispuestos al diálogo y al acuerdo, como vienen defendiendo desde ya hace un tiempo, pero afirman que hacen falta "movimientos" antes de apoyar la investidura, y es aquí donde entra en juego el acuerdo de Pedralbes.
¿Qué es la declaración de Pedralbes?
El 20 de diciembre del año pasado los gobiernos catalán y español se reunieron en el Palau de Pedralbes, coincidiendo con una visita del presidente Pedro Sánchez y sus ministros en la capital catalana para participar en una cena de Foment del Treball y celebrar un Consejo de Ministros. Sánchez y el president Quim Torra se reunieron por un lado y el vicepresident Pere Aragonès y la entonces consellera Elsa Artadi se encontraron en paralelo con la vicepresidenta Carmen Calvo y la entonces también ministra Meritxell Batet.
Dos reuniones, en lugar de una, para evitar que pareciera una cumbre ―imagen que La Moncloa quería evitar―, pero que acabó con un comunicado conjunto de los dos gobiernos. El texto pactado no era nada del otro mundo, pero sí que era un avance importante si se tiene en cuenta la delicada situación y la fragilidad de todo acuerdo entre administraciones. Se hablaba de "conflicto sobre el futuro político de Catalunya", no de "convivencia" como defiende ahora el pacto Sánchez-Igleisas, y se apostaba por un "diálogo efectivo" para "vehicular una propuesta política" en el marco de la "seguridad jurídica", en lugar de la Constitución como siempre se ha defendido desde el Estado.
La declaración quedó poco después en papel mojado, pero ERC ahora propone recuperarla, el PDeCAT también se ha sumado ―en palabras del presidente del partido David Bonvehí―, y la socialista Núria Marín se muestra a favor sin recibir ningún desmentido ni corrección por parte del partido. Al menos, de momento.
Con este mar de fondo, este jueves se ha producido el primer contacto entre PSOE y ERC, con una reunión capitaneada por Ariadna Lastra y Gabriel Rufián. No ha habido avances significativos. Los republicanos han emitido un comunicado asegurando que se mantienen en el no porque el PSOE "no abandona la vía represiva", y Pedro Sánchez se ha mostrado dispuesto al "diálogo", pero siempre, ha dicho, dentro de la Constitución. Sin embargo, los dos partidos se han comprometido a seguir hablando en futuros encuentros.
La constitución del Congreso no está fijada hasta el 3 de diciembre y la investidura no se prevé hasta, al menos, la siguiente semana. Es decir, sobre el 9 de diciembre. Así pues, hay tiempo para negociar.