Si solo se pudiera señalar a una sola persona como culpable del triunfo absoluto de la derecha en las elecciones del 28-M, habría que apuntar con el dedo a Yolanda Díaz. Durante las próximas semanas, el PP gobernará en múltiples comunidades autónomas y ayuntamientos del estado español. Y no se debe a unos resultados desastrosos del PSOE, sino a la descomposición de la izquierda, que ha hecho aguas y ha sido incapaz de sacar suficientes apoyos para sumar con los socialistas y tener así ejecutivos progresistas por todo el territorio.
En las elecciones autonómicas y municipales del 28-M, además, la tercera fuerza fue, indiscutiblemente, Vox. He ahí los dos objetivos que tienen ahora mismo Podemos y Yolanda Díaz. Por una parte, necesitan formar una coalición en tiempo récord, presentar listas unitarias en todo el Estado, y dirigirse al 23-J con posibilidades de combatir el ascenso de la derecha y la extrema derecha. Y, por la otra, tienen que concentrar todos sus esfuerzos en ser la tercera fuerza más votada en las diferentes provincias del Estado.
En el estado español hay 28 provincias que solo mandan hacia el Congreso a cinco o menos diputados cada una. En total, son 102 de los 350 parlamentarios de la cámara baja. Es decir, son provincias en las que, normalmente, los votos que ha recogido la cuarta fuerza se dirigen directamente a la basura, ya que solo acaban convirtiéndose en diputados representantes de las tres primeras fuerzas. La hazaña, sin embargo, es complicada. Porque estas provincias son, precisamente, las menos pobladas del Estado. Sumar y/o Podemos son formaciones que atraen, sobre todo, el votante de la ciudad, y no al electorado rural.
Aquí es donde entra, para decirlo de alguna manera, la contradicción de intereses de Pedro Sánchez: a cualquier partido que se presenta en unas elecciones le interesa obtener el máximo número de votos posibles. Sin embargo, en este caso, al presidente del Gobierno le interesa hinchar el proyecto de Yolanda Díaz, darle fuerza, y que consiga ser tercera fuerza, muy por encima de Vox. Paralelamente, la amenaza de la llegada de un PP impulsado por la extrema derecha en La Moncloa hará que el PSOE recoja buena parte del voto útil.
El CIS publicado a mediados de mayo dibujaba este escenario: Yolanda Díaz pletórica como tercera fuerza, incluso sin todavía haberse fusionado con Podemos, y Vox relegado a la cuarta posición. Sánchez y su presidenta firmarían ahora mismo este escenario, incluso si eso significara que el PP se queda en la primera posición, siempre que las izquierdas tuvieran mayoría en el Congreso. Ahora bien, la credibilidad del Centro de Investigaciones Sociológicas ha quedado muy tocada: casi nada de lo que pronosticó de cara al 28-M se cumplió.
Ada Colau, Más Madrid y el 28-M: el liderazgo de Yolanda Díaz queda tocado
Yolanda Díaz tiene también ahora dos meses para recuperar el liderazgo que ha quedado tan tocado después del 28-M. La vicepresidenta, que había recibido el encargo por parte de Sánchez de unificar el espacio a la izquierda del PSOE, ha fracasado en la primera vuelta de las elecciones del 2023, las municipales. De cara a las generales, ya sabe que ir con el espacio dividido es sinónimo de fracaso, y que quizás tendrá que ceder a algunas de las exigencias de Podemos a fin de que la coalición entre los morados y Sumar sea una realidad.
Uno de los aspectos que también ha dejado tocada a Yolanda Díaz es que su alianza con Ada Colau no será tan poderosa como podía pensar. La vicepresidenta del Gobierno ha hecho en los últimos meses una apuesta clara por la líder de los comuns. Pero Colau no solo ha perdido las elecciones ante Xavier Trias, sino que incluso el PSC de Jaume Collboni ha quedado por delante de ella. Díaz tenía la esperanza de poder dirigirse a las elecciones generales de la mano enfortecida de Ada Colau y de Más Madrid, que también ha hecho estragos en la capital española en las elecciones municipales.
Una década de Podemos: Pablo Iglesias, Ione Belarra y Yolanda Díaz
Podemos fue fundado en enero de 2014. El partido ha sido el eje vertebrador de la izquierda a la izquierda del PSOE durante la última década, coincidiendo también con el liderazgo de Pedro Sánchez al frente de los socialistas. La primera vez que el partido se presentó en unas elecciones fue justo hace nueve años, en las europeas del 2014, y consiguió que Pablo Iglesias, secretario general del partido, se convirtiera en europarlamentario.
Iglesias lideró el partido hasta 2021, cuando se retiró de la política institucional, a raíz de su fracaso en las elecciones de la Comunidad de Madrid. Desde una mirada muy panorámica, se puede afirmar que Podemos ha sido todo un éxito para la izquierda española: su nacimiento significó el final del bipartidismo y, como con los panes y los peces, multiplicó los votos que hasta entonces había ido recogiendo Izquierda Unida en todas las elecciones generales; un partido que finalmente, los morados acabaron absorbiendo y se han acabado presentando en coalición en los comicios españoles.
Ahora bien, lo cierto es que sus resultados han ido empeorando progresivamente. A pesar de haber sido capaz de arrastrar al PSOE hacia posiciones más de izquierdas a causa de la necesidad del pactismo, el final del bipartidismo está cada vez en más cuestión, porque muy lejos ha quedado el 2016, cuando Podemos estuvo a punto de hacerle el sorpasso al partido de Pedro Sánchez.
Con la marcha de Iglesias de la capitanía de Podemos, Ione Belarra ha sido la encargada de sustituirlo. El flojo liderazgo de la nueva secretaria general ha hecho que el partido se haya ido debilitando y que Yolanda Díaz haya olido sangre. La persona que Iglesias designó como su sustituta en La Moncloa es ahora quien ha dado la lata a los morados, ha creado su plataforma y sueña en engullir a Podemos. Hay que admitir —el mismo Iglesias lo hace— que Díaz tiene madera de líder. También lo ha visto Sánchez, y por eso la ha escogido en los últimos meses como compañera electoral.
Colau y Carmena, éxitos atribuidos a Podemos que no son de Podemos
Yolanda Díaz tiene, en efecto, el deber de unificar a la izquierda. Es un espacio tan atomizado que incluso el Ministerio del Interior no tiene a Podemos registrado como una de las cinco fuerzas mayoritarias en las municipales. Su legado en las elecciones municipales tiene dos nombres propios. Dos éxitos que llegaron al mismo tiempo en el 2015: la alcaldía barcelonesa de Ada Colau y la madrileña de Manuela Carmena.
Mira por dónde, sin embargo, las dos lideraban candidaturas en que las Podemos formaba parte, pero no era la impulsora. Este 2023, además, Colau ha dejado bien claro que su talismán político se llama Yolanda Díaz y no Pablo Iglesias.