La suspensión de la declaración de independencia por parte del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha caído como una jarra de agua fría en la concentración de apoyo al Govern y al Parlament que había en el paseo Lluís Companys.
Los aplausos de unos minutos antes han dejado paso a caras largas. Ha habido algunas manifestaciones de descontento aisladas, pero la mayor parte de la gente ha optado por marcharse a casa al empezar el turno de Inés Arrimadas. No ha habido celebración, ni gritos de independencia, ni declaraciones de apoyo al Presidente...
Los gritos de independencia que habían dominado hasta 10 minutos antes se han terminado de golpe. Y la gente, en pequeños grupos, mientras salían hacia la estación de metro, comentaban la jugada. Muchos de ellos se sentían frustrados. Los más optimistas preveían que el conflicto se eternizaría mientras que otros lo daban por perdido.
El único momento en que se ha recuperado un cierto entusiasmo es cuando los tractores de los payeses han abandonado la concentración sonando sus bocinas; se les ha respondido coreando gritos de independencia.
En el Passeig Lluís Companys ha quedado una quinta parte de la gente que estaba allí unos minutos antes. Un público que silvaba los discursos de los políticos unionistas como García Albiol, pero que no mostraban especial entusiasmo ante el resto de la actividad parlamentaria. Los elogios de García Albiol a la Guardia Civil y a la Policia española y las referencias a la "nación española" como "la más antigua de Europa" se han tomado como una autèntica provocación, como cuando ha afirmado rotundamente que jamás habría repúbllica catalana.
Los tractores, que habían aparcado en el paseo al principio de la tarde, también se han marchado después de la intervención de Puigdemont.