Esta es la primera Diada de Ariadna. Ella, sin embargo, todavía no lo sabe. Está en la barriga de su madre, Núria, que hoy la lleva pintada con letras azules, amarillas y rojas, los colores de la estelada. En ella se puede leer: "Quiero nacer en un país libre". Señalándose la barriga, e ilusionada por la nueva etapa que empieza, asegura que Ariadna podrá vivir muchas más Diadas, pero a partir de ahora "para celebrar que somos un país libre e independiente".

La de Núria y Ariadna solo es una de las muchas historias que se esconden detrás de la Diada del Sí. En un ambiente muy festivo y familiar, un millón de catalanes, según datos de la Guardia Urbana, se han manifestado esta tarde por el centro de Barcelona. Lo han hecho bajo un sol de justicia, que solo ha dado alguna tregua en momentos contados. El grito de "votaremos", acompañado de los cánticos independentistas y de Els segadors, han reinado durante las más de dos horas que ha durado la concentración, la sexta gran manifestación del movimiento en un 11 de septiembre y la última antes del referéndum del 1 de octubre.

Ariadna era una de las más pequeñas de la manifestación, Maria, una de las mayores. Intenta venir cada año, siempre que la salud se lo permite. Le gusta el ambiente y asegura que se manifiesta en recuerdo a sus padres y a sus abuelos, pero también "para el día de mañana".

De toda Catalunya

Maria, como Núria y Ariadna, es de Barcelona, pero miles de ciudadanos han venido de todas partes. De norte a sur y de este a oeste, más de un millar de autocares, y también muchos vehículos particulares, han puesto rumbo a Barcelona para mostrar la fuerza y la unidad del movimiento independentista, en un momento tan trascendente para este, a las puertas del 1-O y ante la presión del Estado para impedir la votación. Para los independentistas, este 11 de septiembre había que mostrar a Madrid y al mundo que siguen unidos y decididos a sacar adelante la votación.

Los geganters de Tàrrega han salido muy temprano. A las nueve de la mañana ya tenían los gigantes cargados en el remolque y partían para Barcelona. Han hecho una parada técnica en El Bruc y después ya han llegado a la capital, para poder descargar tranquilos y encontrar puesto en el tramo asignado, en la calle de Aragó, justo en la plaza de Letamendi. "Hemos venido a la Diada para que mis nietos puedan vivir en un país independiente", asegura uno de los integrantes, del grupo mientras se abraza con sus hijos.

La Diada del referéndum

"Venimos cada año porque creemos que tenemos que apoyar el proceso democrático", asegura el Elisenda Sànchez, presidenta de los Margeners de Guissona, el grupo casteller de este pueblo de la Segarra. "La ciudadanía no puede faltar", añade. Su grupo está comprometido con el referéndum del 1 de octubre y seguro de que, a pesar de las amenazas del Gobierno y la justicia españoles, se podrá acabar votando.

Así lo han querido mostrar durante la manifestación, haciendo una escenificación de la votación. El grupo ha levantado dos pilares, uno llevaba una papeleta y el otro una urna hecha de cartón. Al ritmo de las grallas, que amenizaban la espera hasta las 17.14, los dos pilares se han ido acercando y finalmente han acabado "votando" bajo los aplausos de los millares de manifestantes que les rodeaban.

Guissona es uno de los 700 municipios que ya ha asegurado al Govern que abrirá locales municipales el próximo 1 de octubre. Como también lo es el pequeño pueblo de El Vilosell, situado en las Garrigues. "Al menos dejadnos votar, es lo mínimo que se pide en una democracia", reclama el alcalde de El Vilosell, Jordi Nogué, que el pasado jueves firmó la carta de la AMI y la ACM para demostrar su compromiso con el referéndum. "No tenemos miedo de la justicia española", añade una concejala también del municipio, Gemma Farré. "El día 1 abriremos el local de votación para que la gente pueda votar, ejercer la democracia no es ningún delito", manifiesta, convencida de su compromiso.

Esta ha sido la Diada del referéndum y así lo demuestran también las diferentes conversaciones que se podían oír durante la manifestación. Todas versaban sobre lo mismo: la votación del 1 de octubre. Muchos expresaban su sorpresa por la actuación de la Guardia Civil, que este sábado entró en la redacción del semanario El Vallenc en busca de las papeletas. "No las encontrarán, y las urnas tampoco", ha reivindicado más de uno entre sonrisas divertidas, convencidos de que la votación ya es imparable.

"Con la edad que tengo, si puedo ver la independencia será lo mejor que pueda ver", asegura Claudi, que ahora tiene 70 años y que ha viajado más de una hora en autocar para venir desde el pueblo de Carme, en Anoia, y estar aquí este 11 de septiembre, en la que espera que sea la Diada definitiva.