Reyerta entre partidos y entidades independentistas. El año en que se conmemora el quinto aniversario del 1-O y después de una década de manifestaciones espectaculares que desbordaban las calles, las exhibiciones de fuerza del independentismo han dado paso a una batalla campal entre soberanistas que ya no se limita a los tres partidos sino que ha saltado también a las entidades. El enfrentamiento abierto entre la ANC y ERC se ha acabado convirtiendo en la constatación de la profunda división que desangra al movimiento, y que este 11 de Septiembre marcará un punto de inflexión, con la ausencia de Esquerra, el principal partido independentista y responsable del Govern de la Generalitat, en la manifestación de la Diada. Finalmente el Estado recoge los frutos de su estrategia y da por hecho que ya ha conseguido hacer realidad la profecía que formuló José Maria Aznar hace diez años.
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En plena legislatura del 52% independentista en el Parlament, cuando el acuerdo de gobierno entre ERC y Junts ha adquirido una consistencia gelatinosa y la CUP se protege en una distancia aséptica para evitar las salpicaduras del barro del día a día, han entrado en juego las entidades. La ANC, donde este año Dolors Feliu ha tomado el relevo a Elisenda Paluzie en la presidencia, ha protagonizado una carga contra los partidos en el manifiesto de convocatoria de la Diada y ha servido en bandeja el argumento a los republicanos para ahorrarse una convocatoria en qué el año pasado el president, Pere Aragonès, y los partidos fue recibido entre protestas de los manifestantes.
Partidos
El "dejemos los partidos atrás" con que la ANC ha enfilado la Diada, ha sido el argumento que han esgrimido los republicanos para justificar su ausencia en el acto más emblemático de la jornada. Después de días de dudas, a finales de la semana pasada se filtró desde el Govern que el president no acudiría a la convocatoria; acto seguido fue el partido el que se descolgó de la manifestación a la vez que reclamaba una rectificación a la ANC y su presidente, Oriol Junqueras, protagonizaba unas contundentes declaraciones. Este miércoles, ERC acabó desplegando toda la artillería y envió una carta a los militantes advirtiendo que la manifestación se ha convocado "en contra de otros independentistas". "No podemos compartir un manifiesto de convocatoria dirigido contra los partidos independentistas y contra el trabajo que, con mucho esfuerzo, y a menudo sufriendo represión, prisión y exilio, hacen cada día miles de personas comprometidas con la libertad del país", se asegura en el texto.
Junts, en constante tensión con los republicanos por la estrategia en Madrid y mientras deshoja la margarita sobre cómo afrontar la continuidad en el Govern, no ha desperdiciado la ocasión para hurgar en la herida y marcar perfil alineándose con la ANC. Tan pronto como, Aragonès anunció que no asistiría al acto, el vicepresident, Jordi Puigneró, y todos los consellers de Junts hicieron saber que sí que irían. Desde entonces, las apelaciones a la participación se repiten constantemente por parte de la formación que lideran desde el pasado mes de junio Laura Borràs y Jordi Turull entre complejos equilibrios. También el president en el exilio, Carles Puigdemont, ha hecho un llamamiento a la participación. Por su parte, el presidente Artur Mas a pesar de alertar contra la estrategia de la ANC de "radicalizar" el discurso contra los partidos, ha discrepado de la explicación de ERC para no asistir a la Diada.
Igualmente la CUP, muy crítica con la estrategia de los republicanos en relación al procés, ha apoyado a la manifestación. De hecho, Eulàlia Reguant aseguró que su partido comprende la voluntad de enmendar la falta de acción del Govern para avanzar en el procés indepedentista. Los cupaires aseguran que participarán en todas las manifestaciones que defiendan la ruptura con el Estado.
Òmnium: nuevo ciclo
Òmnium, también en proceso de transición después de que Xavier Antich ha sustituido a Jordi Cuixart en la presidencia de la entidad, observa desde la distancia. Apoya a la manifestación que organiza la ANC, como ha hecho siempre, pero desde un segundo plano y potenciando sus propias convocatorias, a las cuales también se invita al resto de organizaciones, a las cuales también se invita al resto de organizaciones. De hecho, ERC no ha escondido la intención de marcar diferencias entre las entidades y Aragonès ha anunciado que, a diferencia de su ausencia a la manifestación de la tarde, sí participará en los actos que por la mañana ha organizado Òmnium.
Ante estos movimientos, Antich dejaba ayer claro en una entrevista a ElNacional.cat que "por Òmnium habla Òmnium", al mismo tiempo que apostaba por "abrir un nuevo ciclo" en el procés después de cinco años marcados por un desánimo creciente en las filas independentistas, la desmobilización y la desorientación. "Es hora de mirar adelante. No podemos estar siempre lastrados por el recuerdo de lo que pasó el 1-O", reclama.
Este domingo, los discursos que protagonicen ANC y Òmnium desde el escenario de la estación de Francia servirá de termómetro en que las dos entidades tendrán que marcar las propuestas estratégicas y posicionarse ante los partidos. Será también el bautismo de fuego de los respectivos presidentes en la convocatoria más emblemática del independentismo y el momento de marcar el talante de sus nuevos liderazgos.
Al final del día, no obstante, será la salud del movimiento independentista lo que se habrá sometido a examen. La manifestación de la Diada, en ausencia del principal partido soberanista por primera vez desde el 2021, pondrá a prueba de nuevo la resiliencia de un movimiento duramente castigado los últimos años por los ataques de los rivales, pero también por el fuego amigo. Esta será la auténtica fotografía de la jornada.
Por primera vez en diez años desde Madrid la Diada se observa con un sorprendente relajamiento. Incluso con un punto de satisfacción ante una estrategia de división que da resultado. De hecho, la ausencia de Catalunya en el debate de política general que protagonizó Pedro Sánchez el pasado mes de juliol ya fue un claro indicador de la preocupación que la carpeta catalana despierta en Madrid. Después de soportar la imagen de una violencia inusitada contra los votantes del 1-O y una represión brutal contra los líderes del procés, el Estado ha conseguido ver el independentismo roto. ¿La profecía de Aznar, sobre la fractura en Catalunya antes que en España, finalmente, cumplida?