Consciente de que la celebración de la Diada viviría una nueva movilización multitudinaria del movimiento independentista catalán, el ministro español de Asuntos Exteriores viajó ayer a Estrasburgo a contraprogramar el éxito de los soberanistas y contrarrestar el impacto en la prensa europea de las imágenes de la Diagonal, con un millón de personas exigiendo la libertad de los presos políticos catalanes. El ministro buscó una reunión con el secretario general del Consejo de Europa, el noruego Thorbjørn Jagland, a quien le pidió que hiciera una declaración pública en defensa de la actuación de la justicia española en la causa del procés, que ha sido puesta en cuestión por varios tribunales europeos.
No se sabe a cambio de qué, Jagland salió de la reunión con Borrell y dijo que no tenía duda de que "los tribunales españoles están tratando este asunto de acuerdo con la ley y el Convenio Europeo de Derechos Humanos". Sin embargo, también añadió que los políticos independentistas "tendrán derecho a recurrir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos si dudan de la justicia española cuando hayan agotado las vías judiciales en España". La declaración del secretario general es una opinión estrictamente personal, no un posicionamiento de la institución, y se produce una semana después de que un informe oficial del consejo denunciaba a España por prácticas contrarias a los derechos humanos, conminándola a detener la devolución en caliente de los inmigrantes que saltan la valla y cruzan la frontera por Ceuta y Melilla.
En una recepción posterior con periodistas, Borrell se arrogó el mérito de haber conseguido el apoyo de Jagland y estaba tan eufórico que le salió del alma decir que "cada día soy más monárquico y tenemos un Rey estupendo". Cuando se le preguntó si pretendía "contraprogramar la Diada", respondió sin rodeos. "Hombre, por qué crees que hoy estoy aquí?". Sin embargo, la iniciativa no tuvo el eco internacional que esperaba. Primero porque se tuvo que pasar el día desmintiendo que hubiera pedido la libertad de los presos cuando quería decir que "con otras medidas cautelares, con los presos en situación de libertad vigilada para que no pudieran escapar, la tensión política sería menor". Y después porque ayer en Estrasburgo todo el mundo estaba pendiente del debate sobre la regresión democrática en Hungría y del discurso sobre el estado de la Unión que realizará hoy el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, así que todo quedó en casa.
En la conversación informal con los periodistas, Borrell admitió que un millón de personas en la calle es la constatación de que existe un conflicto político, que "solo se puede resolver con diálogo", pero cuando se le dijo que la normalización política parece imposible con los líderes independentistas encerrados en la cárcel, respondió: "Pues creo que tienen para años... no sé qué se pensaban cuando declararon la independencia".
Borrell asegura que el conflicto catalán solo le ocupa el 5% de su trabajo en el ministerio, "pero siempre me preguntan por eso y no por Nicaragua o Venezuela o por la Unión Europea, parece que sea el ministro de asuntos catalanes", afirmó quejándose.