El diario alemán Die Tageszeitung, conocido popularmente como Taz, ha advertido en un extenso reportaje sobre cómo Europa afronta la pandemia del coronavirus, que la economía española no sobreviviría a un nuevo confinamiento.
"En los próximos días, los representantes del gobiernos autonómicos y los ministerios celebrarán encuentros para acordar nuevas medidas. Es poco probable que se vuelva a producir un confinamiento a nivel estatal como en marzo. La economía no sobreviviría a un segundo cierre", avisa.
El rotativo atribuye el incremento de casos a "la vida social de los españoles". No encuentra ninguna otra explicación. Lo reconoce casi con perplejidad. "Alguna cosa ha salido mal. Los españoles utilizan las mascarillas como casi en ningún otro lugar de Europa. Sólo con salir de casa se la tienen que poner, y desde principios de agosto es obligatoria en todas las autonomías. Si no es posible mantener una distancia de dos metros, ni siquiera se permite fumar en público. En todas las tiendas existen productos para lavarse las manos. La gente se desinfecta de forma continua. Y sin embargo la segunda ola golpea ahí más que en ningún otro sitio," señala haciéndose cruces.
El hecho es que en el gráfico que muestra Taz de todos los países europeos, España es la que presenta los peores datos. E insiste en que sólo se explica por la manera de ser de los españoles.
"Lo que probablemente contribuye más a las cifras altas de infecciones es la vida social de los españoles. El verano es el momento en que los amigos y las familias se encuentran. Durante las celebraciones, las medidas de seguridad pronto se olvidan. En círculos familiares, sólo unos pocos son conscientes del peligro. Muchos contagios se han producido en estas reuniones sociales", insiste.
Taz también analiza lo que sucedió en los Países Bajos, y el contraste es evidente. Con la vuelta a la vida habitual después de la primavera, en el país empezaron a subir los casos de coronavirus. Pero fué suficiente un llamamiento público del primer ministro, Mark Rutte, a extremar las precauciones para que volviera a bajar la curva.
"Los Países Bajos registraron un incremento significativo de las infecciones a partir de la segunda mitad de julio. Era un escenario que se esperaban después del levantamiento gradual del confinamiento, pero en el mes de agosto esta tendencia creció tanto que el primer ministro, Mark Rutte, reclamó con urgencia un comportamiento más prudente. No se tomaron más medidas. Pero el llamamiento a la ciudadanía parece que está dando fruto", señala. En los Países Bajos no es ni obligatoria la mascarilla.