Los diarios de Madrid hace dos días que van como el perro del hortelano. Los editoriales de este fin de semana —y la mayoría de los columnistas— aleccionan a Pedro Sánchez: qué tiene que hacer, qué no puede tocar, a quien tiene que evitar. El tono general es eléctrico, medio enrabietado, pelín amenazador, tocado por un barroquismo castizo y como de caja de recluta, que oculta la luna de hechos que molestan o ponen en riesgo los mensajes que quieren emitir.
Estos mensajes son dos. Uno, Sánchez debe convocar elecciones cuanto antes porque su apoyo parlamentario es débil, inestable y confuso. Dos, a los soberanistas catalanes nunca jamás abrirles la puerta, porque no se puede renovar "el edificio de España [...] con los que quieren derribarlo", cómo le instruye El Mundo.
Catalunya es el primer problema de España, en eso todos están de acuerdo, al menos los editorialistas y opinadores de las tres docenas de piezas que han sido procesadas para escribir ésta. Sánchez, alertan, no tiene que tocar a los indepes y/o a la Generalitat ni con un palo. Pedro J. Ramírez lo tiene clarísimo: "Que Sánchez ni coja el teléfono si Torra no quita la pancarta".
Muy mala señal
El Mundo, por poner un ejemplo, interpreta como un desafío la petición del presidente, este sábado ("hablemos, tomemos riesgos"), que describe como "el guante que Torra lanzó a Sánchez". Sic. También avisa de que "sería muy mala señal" que "se retirara el control de las finanzas de la Generalitat". ¡A por ellos!
Es curioso que Mariano Rajoy sea acusado de inactividad en la cuestión catalana —otros le reprochan que dejó hacer demasiado, empezando por el 9-N— y a Sánchez se le recomiende lo mismo: no hacer nada.
El director de El País, que escribe este domingo, ni se da cuenta que se hace un lío con todos estos argumentos. "La expresión máxima del fracaso de Rajoy es Catalunya", dice terminantemente. Acto seguido, como un futbolista que se disculpa tras una entrada fuerte, añade: "Sin poner en duda que son los líderes y partidos independentistas los culpables de la crisis de que tanto daño causa a la sociedad catalana, es indudable [...] que Rajoy ha sido incapaz de dar la respuesta adecuada, y que su reiterada apelación a la ley y al ordenamiento constitucional, no sólo ha sido insuficiente para contrarrestar el desafío separatista, sino que ha devaluado la ley y el ordenamiento constitucional". ¿En qué quedamos?
Vender España
Llama la atención el cambio de tono de los editoriales de El País. El del viernes marcaba a Sánchez al hombre, pronosticándole "un gobierno inviable", del que "sobre todo preocupa su deseo de 'tender puentes' y 'dialogar' con las fuerzas independentistas catalanas". Si dialogar y tender puentes es una línea roja... Este domingo, sin embargo, pasa al marcaje en zona y pide a Sánchez que procure no tocar nada (sugiere aflojar la ley mordaza, renovar la cúpula de RTVE y volver a la sanidad universal) y convoque elecciones.
La recomendación de universalizar la sanidad tiene gracia: la ley catalana que lo establece, aprobada por la mayoría soberanista del Parlament, la vetó el gobierno de Rajoy con un recurso al Constitucional, sin que ninguno de esos diarios dijera ni mu.
ABC ya sentenció a Sánchez en el editorial del viernes "El PSOE vende a España", en que le acusa de entrar en La Moncloa "a hombros de los que dan apoyo al golpe en Catalunya, los proetarras, los populistas antisistema de Podemos y de un desleal PNV, socios todos en la tarea de empeorar España". Buf. Eso mismo dijo Rafael Hernando, el pintoresco portavoz parlamentario del PP. Se hace raro.
Ni La Razón, el diario más próximo a Mariano Rajoy, castiga tanto al líder socialista. En su editorial, más preocupada por la estabilidad económica, sólo le avisa de que "las presiones serán grandes. Los egoísmos nacionalistas intentarán imponerse".
Débil Sánchez
El otro gran tema que inquieta a unos y otros es que Sánchez sólo dispone de 84 diputados propios. Nadie se acuerda de que la moción de censura pasó con 180 votos, diez más de los que obtuvo Rajoy en su investidura. Tampoco editorial ni columnista mencionan que esa investidura fue posible gracias a la abstención de 63 diputados socialistas, forzada tras organizar una revuelta dentro del PSOE que acabó a empujones y gritos —y con la dimisión de Pedro Sánchez, arrastrado por el barro por casi todos los diarios de la capital de España.
Se percibe resistencia a aceptar que la moción de censura, en España, sirve para relevar a un presidente del gobierno por otro y que es un procedimiento tan constitucional y democrático como las mismas elecciones. Tampoco nadie menciona que la mitad de los estados de la UE tienen gobiernos de coalición y que no siempre la lidera el partido con más escaños.
El caso más grave de esta resistencia es quizás el director de El Mundo, que escribe: "Pedro Sánchez ha entrado en La Moncloa por la ventana", como llamándole ladrón. Añade que gobierna con "una alianza antinatural del populismo neocomunista de Podemos y fuerzas independentistas y filoterroristas como Bildu". De nuevo: eso mismo dijo Rafael Hernando, el pintoresco portavoz parlamentario del PP. Se hace raro.
El autor, sin embargo, en un artículo de 1.907 palabras utiliza una sola vez la palabra "corrupción" asociada al PP. Encima, añade una justificación de adolescente: "se da la paradoja de que el PSOE de los ERE en Andalucía se coliga con el PDeCAT del 3% en Catalunya, al lado de un Podemos con una financiación comprometida", donde mezcla un caso juzgado (ERE) con uno en instrucción (3%) y mentiras desmentidas por los tribunales (Podemos).
Venga citas y citas
Con respecto a los columnistas, se tienen que lucir, claro, como manda el periodismo cipotudo. Sólo un detalle. En apoyo de sus argumentos, los diversos autores citan a John Reed, Stendhal, Franco (el último parte de la guerra civil, sí), Wellington, Pierre Rosanvallon, Jean Baudrillard, Churchill, Napoleón, Julio César, Luciano Concheiro, Vicente Huidobro, Keynes, Sartre, Steve Bannon, Maquiavelo, Hannah Arendt, Ortega y Gasset, Neil Postman, Bill Gates, etcétera.
De todo este barullo salen frases tan grandilocuentes y suntuosas como vacías: “los partidarios de romper el país son mayoría en el bloque ganador, que tiene mejores hechuras para el vértigo que para normalitzar”; “Ya no aspiramos a vivir juntos los distintos sino a blindar lo de cada uno al precio de lo de todos”; “por primera vez en la historia el Gobierno haya sido apoyado por más partidarios del derecho de autodeterminación que defensores de la Constitución”; “ésa es la razón de la mueca torcida del nacionalismo y de la patética jactancia con que tipos como el portavoz Esteban intentan disimular su permanente condición humillada”. Etcétera. Mucho ruido y pocas nueces.
No todo es fatal, sin embargo. Tres mujeres firman las columnas más recomendables del fin de semana. Elisa Beni, en eldiario.es ("La ola que empieza"); Lucía Méndez en El Mundo ("España, ante el regreso de un Gobierno cono 'talante'") y Soledad Gallego-Díaz en El País ("El eficaz sistema democrático"). Sin aspavientos, sin histerismos y sin barroquismos. Todavía estás a tiempo.