Josep Pla viajó a Nueva York en 1954. Aquella visita sería la primera de una serie que le permitiría entregar a la revista Destino diversas crónicas sobre el mundo mundial. Boquiabierto ante de los rascacielos, las luces, el ruido de la gente y la pulsión atómica de la capital financiera de los Estados Unidos, el escritor preguntó a su guía: "Oiga y todo esto ¿quién lo paga?".
La misma pregunta flota alrededor de las portadas de los diarios de hoy, de las que se escapa un aire de satisfacción mal contenida en el despliegue de la propuesta estrella de la candidata de la triple derecha a la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso: una "rebaja histórica" de impuestos. La Razón dice que recortará 5,5 puntos del impuesto de la Renta. El Mundo y ABC lo interpretan —el relato siempre por encima de los hechos— como la puesta en marcha de la alternativa política liberal a los planes "intervencionistas" de Pedro Sánchez. Porque, claro, todo el mundo sabe que la decisión de rebajar impuestos no es nada intervencionista. El Periódico habla de la "receta liberal de Casado". Ay, ay. Mira que si Alfonso Guerra tenía razón cuando le dijo al primer presidente del Senado, Antonio Fontán, que es desengañara, que los liberales españoles de verdad cabían todos en un taxi... Ay, ay.
Una prueba de esos instintos menos liberales es la portada de El País, donde, al lado de la información sobre la benevolencia fiscal de la candidata, explica que Andalucía y Galicia —dos autonomías gobernadas por la misma derecha que representa Díaz Ayuso— no aceptan el peaje simbólico (un eufemismo de poco) que el ministerio de Fomento quiere imponer a las autovías. No quieren pagar nada y lo quieren tener todo, mientras la ralentización económica enseña la patita y vete a saber si no acabará en otra crisis. La pregunta, my friend, is blowing in the wind: "Oiga y todo esto ¿quién lo paga?"
Entretanto, 516 inmigrantes siguen a bordo del Open Arms y del Sea Viking, enmedio del mar Mediterráneo, dejados de la mano de los gobiernos de Europa y de la UE. Quizás con los ahorros fiscales de Díaz Ayuso podríamos hacer alguna cosa. Porque si no hacemos nada, ya se sabe quién lo pagará: las 516 personas a bordo de ambos barcos.