Es un no parar. España se rompe en manos del gobierno socialcomunista, bolivariano y chavista: lee la portada de El Mundo, que va cargada de dramas patrióticos. Subsidiariamente, las de ABC y La Razón. El País, hace lo mismo —en su estilo, menos indignado— pero con los asuntos que inquietan a los progres. Y hasta aquí el resumen de las portadas de Madrid. En Barcelona, El Periódico y El Punt Avui festejan el pacto de los presupuestos en el Ayuntamiento de la capital, pacto que es gemelo del que se acordará para los presupuestos de la Generalitat. Qué alegría. Ara se alivia diciendo que el president Torra se queda. Magnífico, oiga.
Bien. Ahora tocaría hacer un monumento a La Vanguardia, que abre su primera página con un asunto que realmente te afecta. Ya era hora de que algún diario te lo pusiera delante de los ojos con esta contundencia. Todo el mundo se reía de los mini-ministerios como el de la Seguridad Social —que eran para debilitar a Podemos y tal pascual— y ahora resulta que su titular, José Luis Escrivá, ha soltado una bomba, que explica por qué es ministro de los pensionistas: si España no incorpora a 270.000 cotizantes el año, sufrirá de lo lindo para sostener las pensiones. Como la vía de la natalidad es lenta, Escrivá dice que vengan inmigrantes. Pam.
No se puede dar un argumento más poderoso para acabar con el palique contra la inmigración, los españoles primero (¿o era Primero, los españoles?) y etcétera. La Vanguardia es el único diario que hoy se lo toma en serio. Es la portada del día.
Escrivá, antes de ser ministro, era el presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), seguramente el organismo de control de la administración pública más competente, por no decir el único competente. El verano pasado ya propuso una renta mínima de 430€ al mes para reducir en un 60% la pobreza severa. También ha pedido, por favor, que se reforme ya de una vez el sistema de financiación autonómica y ha avisado de que la deuda pública puede llegar al 132% en 30 años. Escrivá lo tiene claro.
Las pensiones. España encara, hasta el 2045 más o menos, la entrada masiva al sistema de pensiones de los nacidos en el llamado baby-boom de los años 60 y 70 del siglo pasado. El demonio se esconde en los detalles y en este caso el detalle es que los nuevos pensionistas son más longevos. Los que cumplieron 65 años en 1975 tenían una esperanza de vida de quince años más. En el 2018, ya era de más de 21. Quiere decir que la gente del baby-boom serán pensionistas siete años o más que los jubilados de 1975. Es un dineral que tenemos que pagar, solo faltaría, pero el sistema de pensiones ya acumula un déficit de 18.000 millones. En noviembre pasado, la Seguridad Social destinó la cifra récord de 9.735,5 millones de euros a pensiones contributivas, un 4,8% más que el mismo mes del 2018, según el Ministerio de Trabajo. Hablamos de pensiones de mil euros y pico de media, que ya ves tú.
No hay que tener un doctorado en matemática cuántica para saber adónde nos lleva esta situación. Más vale que La Vanguardia —y los otros, si despiertan— vayan haciendo portadas con la cosa. Al menos no te cogerá en la luna de Valencia, debatiendo si la fiscal general es poco o muy simpática o si hay que mantener la política del candado de Borrell con las delegaciones de la Generalitat en el exterior.