Como si se tratara de una puesta en escena de Podemos, la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, ha comparecido en la sede de Ferraz rodeada de su equipo para valorar los resultados de las primarias del PSOE, tras conocer su derrota a manos del exsecretario general, Pedro Sánchez. Así las cosas, Díaz no ha hecho mención al pinchazo que ha sufrido, a pesar de contar con el apoyo del poderoso aparato del partido y haber ganado en la recogida de avales. La tensión se ha hecho evidente porque la candidata andaluza ha evitado en todo momento mencionar a Sánchez, a quien se ha referido como "secretario general electo". Eso sí, se ha puesto a "disposición del PSOE" para reconstruirlo.
"Cerraremos filas y nos ponemos a disposición de lo que el partido espere de nosotros, lo que el PSOE requiera para ser la alternativa de gobierno en España. Defendemos un proyecto autónomo, colectivo y coherente", ha dicho la presidenta andaluza. Díaz no ha aceptado preguntas de los periodistas, como tampoco lo ha hecho Patxi López, a pesar del sonado fracaso en Extremadura y Castilla-La Mancha, donde el exsecretario general se ha impuesto. Ese es territorio del extremeño Guillermo Fernández Vara y del castellanomanchego Emiliano García Page, dos de los principales apoyos de Díaz dentro del partido.
Díaz lo tenía todo a favor –en teoría– porque se envolvió del aparato para convencer a una militancia mayoritariamente por encima de los 40 años. Eso pasaba por el apoyo de los expresidentes Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y del exdirigente Alfredo Pérez Rubalcaba, que participaron en numerosos mítines de la candidata a lo largo de las primarias. Sin embargo, los militantes han decidido devolver a Sánchez lo que el comité federal del 1º de octubre le quitó: la legitimidad para seguir liderando la formación, tras el golpe de los críticos durante el cónclave de la formación.