Una de las obsesiones del gobierno español ha sido acabar con la acción exterior de Catalunya. Desde el primer día de la entrada en funcionamiento del artículo 155 se cerraron todas las delegaciones del Govern, dejando en funcionamiento sólo la de Bruselas a pesar de destituir al delegado, y se ordenó liquidar el Diplocat. Seis meses después, sin embargo, y a pesar de no haber todavía Govern, empiezan a salir propuestas para restablecer parte la diplomacia catalana en algunos territorios. Es el caso de los Estados Unidos con el nacimiento del Catalonia American Council (CAC).
Se trata de una asociación sin ánimo de lucro que tiene como objetivo fortalecer los vínculos entre Catalunya y Norteamérica y revertir la actual falta de interacción entre los dos territorios desde el cierre de la delegación y la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Así como también defender los valores comunes de los dos territorios en "la libertad, la democracia y el autogobierno".
Detrás está Andrew Davis, quien fue delegado del Govern en los Estados Unidos desde el 2008 y hasta su cese por el 155 en octubre del pasado año. En declaraciones a El Nacional, Davis explica que hace tiempo que tenía esta idea en la cabeza y que ahora es un "buen momento" para materializarla. El 155 ha hecho que Catalunya haya dejado "de interactuar con los actores norteamericanos interesados en saber qué pasa y qué oportunidades de negocio hay", lamenta el exdelegado del Govern en los EUA.
Revertir el vacío del 155
Si el vicepresident Oriol Junqueras visitaba ahora hace un año Florida para participar en un acuerdo de colaboración entre los puertos de Barcelona y Miami, la aplicación del artículo 155 hizo que "el gobierno español vetara la participación del puerto de Barcelona en una misión comercial al extranjero", según recuerda Davis, que asegura que este hecho "fue en detrimento de los intercambios comerciales entre Catalunya y América, perjudicando una cuarentena de empresas que habían co-organizado el viaje".
El CAC, sin embargo, no pretende ser un sustituto de la delegación del Govern sino una herramienta más para Catalunya para poder explicar "la realidad al público interesado en Norteamérica". Según explica Davis, cuando haya nuevo Govern, este tendrá que decidir "qué rol quiere o puede tener en el extranjero" pero asegura que el CAC trabajará "más allá de esta realidad, fortaleciendo los vínculos transatlánticos".
No será, sin embargo, sólo una herramienta para "fortalecer el intercambio económico" sino que también quiere poner énfasis en el intercambio "social, político, cultural y de todo tipo con quien muestre interés en hacerlo, desde Washington y con la mentalidad abierta por todas partes". En este sentido, el exdelegado del Govern también se ofrecerá información a quien tenga "interés de conocer la situación catalana" con el proceso independentista.
Llamamiento a hacer aportaciones
Andrew Davis será el director ejecutivo del Consejo, que trabajará de la mano de Anselm Bossacoma, quien tiene una larga experiencia en los Estados Unidos trabajando por las relaciones entre este país y Catalunya a nivel económico y comercial. Además, habrá "un consejo de administración integrado por profesionales norteamericanos" y está previsto crear también un consejo asesor externo de "solvencia internacional contrastada", según Davis.
Con respecto a la financiación, es una iniciativa privada que se basa en aportaciones privadas que se pueden hacer a través de la página web. De momento, ya han recibido varias "aportaciones económicas modestas de un puñado de personas que vía Twitter se han vertido a una respuesta extraordinaria al primer día de existencia del CAC", asegura el exdelegado a los EUA. De hecho, la cuenta oficial del Consejo (@catamcouncil) ha obtenido mil seguidores en las 3 primeras horas de vida.
Con esta iniciativa se empieza a restablecer la misión diplomática de Catalunya para fortalecer el comercio bilateral entre los dos territorios, que empezaron el año 1797 y que aporta un intercambio económico de 5 mil millones de dólares anuales, ya que más de 500 empresas catalanas operan en los EE.UU. y unas 700 de norteamericanas lo hacen en nuestra casa.