La embajada española en Suiza ha puesto de manifiesto la desesperación que se produce en medios diplomáticos españoles cuando el president Carles Puigdemont se traslada a algún país, hasta el punto de que aparecen tensiones con el ministerio de Asuntos Exteriores, según consta en un cable diplomático del 13 de marzo. El cable hace referencia a la visita que efectuó Puigdemont a Zurich el 28 de febrero pasado, y el él se excusan ante el ministerio que "para evitar malos entendidos" ya anunciaron que tenían "escasa información" de lo que haría el president en el exilio.
"Sobre esta visita, en el ámbito bilateral, poco a reportar. Para evitar malos entendidos se ha comunicado a la secretaría general de Europa del ministerio de Exteriores la escasa información que disponemos sobre el viaje, y recalcamos que una vez más no se nos había comunicado, al menos a esta representación, detalles o agenda del desplazamiento", señala la nota con tono de queja. "Se les advertía también de que no nos constaba ningún tipo de solicitud de encuentro a nivel cantonal o local, y que como siempre agradeceríamos en su caso la máxima transparencia al respecto". El cable es uno de los documentos que aportó el ministerio de Asuntos Exteriores en la causa judicial para intentar cerrar las delegaciones del Govern en Alemania, Suiza y el Reino Unido, en los que ha tenido acceso El Nacional. El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha tumbado esta ofensiva jurídica.
En el mismo cable, la embajada reconoce que aprovechó el Salón del Automóvil de Ginebra para sondear a las autoridades locales, sobre si el conseller de Afers Exteriors, Alfred Bosch, que visitó también Suiza, mantendría algún contacto político con el gobierno helvético. "Creo que es muy improbable que Bosch haya tan sólo llegado a pedir ninguna cita a las autoridades suizas. El jueves, con ocasión de la inauguración del Salón del Automóvil en Ginebra, pude conversar largo y tendido con las autoridades locales y cantonales, sin que hubiera ninguna referencia a esta visita", señala la nota. Muestra preocupación por si Bosch es entrevistado en la televisión RTS y en el diario Le Temps, y apunta que "al menos por ahora" no lo harán. El conseller en realidad asistió a una sesión en la ONU en Ginebra organizada por Unescocat.
La embajada también apunta que ha hecho gestiones para evitar contactos del vicepresident del Parlament Josep Costa, con el legislativo suizo, y que para ello se reunieron con el jefe de los servicios de internacional del Parlamento helvético. Se conforman sin embargo con que el encuentro no se celebre en la sede del legislativo. "Respecto de la visita del vicepresident del Parlament Costa, de la que ya se habló en enero pero que parece ser que se aplazó, he realizado varias gestiones para disuadir de un encuentro el próximo día 19 [de marzo] al menos en sede parlamentaria. Primero, con el embajador Claudio Fischer, jefe de los servicios internacionales del Parlamento [suizo], a quien he recalcado que no pretendemos interferir en la independencia de los parlamentarios a los que se ha pedido el encuentro (2 del intergrupo Suïssa-Catalunya, el presidente Mathias Reynard y el vicepresidente Frédéric Borloz, y la cristiano-conservadora Elizabeth Schneider-Schneiter, presidenta de la comisión de Exteriores de la cámara baja), pero que en la víspera de una visita del presidente del Ständerat (Cámara alta suiza) a Madrid, y conociendo las manipulaciones a las que someten cualquier contacto los independentistas), se recomendaba al menos no mantener el encuentro en sede parlamentaria", indica el cable.
Críticas a los interlocutores suizos
La embajada no esconde su malestar con los suizos y se queja en otra información de la "frecuente falta de lealtad de nuestras contrapartes suizas", en alusión al hecho de que a menudo no hacen caso de las peticiones españolas sobre Catalunya. Pone como ejemplo que se enteraron "por casualidad" de una visita del delegado del Govern en Suiza, Manel Manonelles, a la presidenta de la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, Liliane Maury Pasquier, por un guarda de seguridad "de origen español", que mostró de forma irregular a la embajada la lista de visitantes.