La Najat Driouech (ERC) se convirtió en el 2017 en la primera diputada musulmana del Parlament de Catalunya. En las elecciones del pasado 14 de febrero ha vuelto a ser elegida como diputada. En estos comicios, el discurso de la extrema derecha ha entrado con los once diputados de Vox en esta cámara. Ante esta situación, Driouech considera que se tiene que trabajar una estrategia global para erradicar los discursos que promulgan el odio hacia ciertos colectivos como los migrantes, el LGTBI o las mujeres. Desde su punto de vista, se tiene que ir hacia una sociedad que conviva con los valores de igualdad, de cohesión social y de respeto de la diversidad.
¿El discurso islamófobo ha entrado en las instituciones, hay mucho desconocimiento sobre qué es el Islam en Catalunya?
Yo creo que no es una cuestión de que haya un desconocimiento del Islam en Catalunya, sino que existe un desconocimiento entre vecinos y vecinas incluso entre aquellas que tienen la misma religión. No es simplemente que no tenemos conocimiento del Islam, sino que en la sociedad en la cual vivimos, las dinámicas que hay establecidas hace que no nos relacionan entre nosotros, entre los vecinos y las vecinas.
¿Cómo puede afectar a este discurso al colectivo musulmán?
No nos sentimos cómodas con estos discursos de odio. Nos sentimos señalados como sociedad, como mujer y como colectivo, pero no somos los únicos colectivos que también atacan como, por ejemplo, también perpetran agresiones contra las personas trans. No es una cuestión solo de un colectivo concreto, sino que es una señalización a varios colectivos y tenemos que dar una respuesta global.
Hablaba de los diversos colectivos a los cuales atacan los discursos de odio de la extrema derecha como el LGTBI, los inmigrantes, los musulmanes o las mujeres. Hay temor a que estos discursos verbales agresivos se traduzcan en ataques violentos.
Evidentemente, creo que todavía no somos conscientes de la responsabilidad que puede haber en esta señalización o estigmatización de los discursos de odio de la extrema derecha. No somos conscientes de cómo eso se puede traducir a nuestras sociedades, barrios o ciudades. Empezamos a ver un crecimiento bastante notable de personas que no tienen ningún complejo de decir que no les gustas o de limitar el acceso a dos niños determinados, nacidos en un pueblo, que han ido siempre a la misma cafetería, ahora su encargado decide que no les quiere atender en la terraza donde han estado siempre. Eso tiene una causa efecto. Si tú no tienes ningún problema y, todo el contrario, te has avergonzado de decir todo lo que piensas, lo que representas y de atacar de una manera tan feroz y gratuita la diversidad de este país y, hablo de toda la diversidad, no solo la religiosa, pues es normal que personas que llevaban muchos años escondidos o reprimidos, porque consideraban que no había alguien lo suficiente valiente para decir en voz alta aquello que piensan, ahora que este discurso este en las instituciones puede darles alas e incrementar.
"Tenemos que recuperar los valores que hemos perdido para caminar hacia una sociedad sana y libre de cualquier discurso de odio"
Podemos decir que han encontrado unas voces que los representan
De hecho, no es diferente a lo que nos pasa de pequeños y lo digo con un caso personal. Hice hasta octavo de EGB y fui la penúltima promoción que hice este curso y, luego, pasé a tercer de la ESO. Recuerdo que fuimos también la primera promoción de los vecinos de origen inmigrante que llegábamos al Instituto. Éramos dos chicas y tres chicos de origen marroquí, en otro grupo. Aquellos chicos y chicas éramos iguales que el resto, habíamos estudiado como ellos. El salto de EGB a la ESO es bastante considerable y, evidentemente, a muchos estudiantes, independientemente de su origen, les costó encontrar el equilibrio para aprobarlo todo el primer trimestre. Yo tuve la suerte o la desgracia que lo aprobé todo menos catalán. ¿Sabes qué me pasó por haberlo hecho todo como creo que lo tenía que hacer? Con esfuerzo. Pues que me arrinconaron en una clase, en un barracón, me agredieron al grito de 'a la mora le han regalado las notas porque no puede ser que lo haya aprobado todo'. Yo no lloré, no le dije a nadie.
¿Qué pasó después?
El centro se enteró y por la noche se presentaron en mi casa el jefe de estudios y mi tutora. Les dije que iba a la prensa si no se tomaban medidas disciplinarias en contra de los que me habían agredido. Al día siguiente los expulsaron todos, pero en la escuela vinieron los padres de los niños a decir que no podía ser que se expulsara a sus hijos por haber agredido una mora. Aquellos niños que me agredieron cuando teníamos quince años son los que ahora, con cuarenta, votan a Vox. Este es el problema. Seguramente, estas personas llevan más de veinte años reprimidas, silenciadas porque nadie se había atrevido a decir lo que ellas piensan. La pregunta es: ¿qué hemos hecho mal para que todavía no hayamos rehabilitado aquellos que no aceptaban la normalización de esta diversidad?
¿Qué se tendría que hacer?
De momento, hemos aprobado la ley de igualdad de trato y no discriminación, que es pionera y potente dentro de Europa. Por otra parte, nosotros como sociedad tenemos que dar una respuesta global, no individual. No tiene que ser una respuesta a golpe de tuit, sino que tiene que ser una respuesta muy bien trabajada y elaborada. Tiene que ser una cosa transversal, no solo social. Hay un tema de trasfondo, la educación y la pedagogía social que tenemos que hacer para recuperar unos valores humanos que hemos perdido por el camino. Hace falta hacer una reflexión para recuperarlos y si queremos caminar hacia una sociedad sana y libre de cualquier discurso de odio.
"No tenemos que normalizar la extrema derecha, però tampoco tenemos que dejar de combatirla"
Cuando el líder de Vox en Catalunya, Ignacio Garriga, habló en los dos debates de investidura del candidato a presidir a la Generalitat por parte de ERC, Pere Aragonès, varios diputados de su formación y otros partidos independentistas se marcharon y usted se quedó, ¿por qué?
Aquellos que me agredieron, posiblemente, desearían que yo me hubiera levantado. Nosotros como grupo decidimos quién se tenía que marchar y quedarse. En mi grupo decidimos que nos quedábamos varias mujeres a acompañar Aragonès, que éramos Anna Caula, que estaba en la Mesa, Marta Vilalta y yo, que también me quise quedar. Cuando estaba allí, recibí mensajes de agradecimiento por haberme quedado porque la gente lo veía como un símbolo. Estas personas intimidan con sus discursos de odio a otros en las calles o los barrios, donde los agredidos se pueden sentir débiles. Estas víctimas necesitaban que alguien se quedara y que pusiera de manifiesto la diversidad del Parlament y de la sociedad. No nos olvidemos de que no tenemos que normalizar la extrema derecha, pero tampoco tenemos que dejar de combatirla.
Aquellas dos jornadas, el señor Garriga pronunció unos discursos con fuerte contenidos islamófobos, ¿cómo les percibió?
Cuando el señor Garriga expulsa este discurso de odio que tiene en contra de los menores, que les dice 'menas delincuentes' o expresa que estamos islamizando Catalunya, a mí no me mira. Cuando dice eso, no me mira.
¿Por qué crees que no la mira?
No lo sé. Yo pienso que eso es nuevo y tendrán que encontrar una posible respuesta. Eso, sin embargo, creo que les tendríais que preguntar a él, porque son ellos los que interpelan e insultan una parte de esta sociedad con su odio. Seguramente, les tendréis que preguntar a ellos, al señor Garriga. ¿Por qué cuando habla de la supuesta 'islamización a Catalunya', como es que no se dirige a la única musulmana que hay en el hemiciclo? O Cuando habla de la presunta 'delincuencia de los menores no acompañados', ¿por qué no mira a la diputada a la cual sus hijos, seguramente, considera Menas?
El Parlament tiene que haber una representación de la diversidad de la sociedad. Como muy bien dice Oriol Junqueras, las listas tienen que ser un espejo de su pueblo.
ERC, PSC, JxCAT, CUP y Comuns habéis llegado a un acuerdo para hacer un cordón sanitario a Vox. Es importante aislar la extrema derecha a las instituciones.
No se tiene que normalizar ni dejar de combatir a la extrema derecha. Por eso, es muy importante hacer una estrategia global.
Existe el mito de que los musulmanes no están bien integrados, ¿usted sería una demostración de que eso no es verdad?
La palabra integración yo no la utilizo nunca. Huyo de utilizar este término porque considero que ningún ser humano se tiene que integrar a nada. Viendo nuestros vecinos y vecinas franceses, la palabra integración deja mucho a desear por las políticas que han acompañado a este vocablo a lo largo de su historia. Por eso, hablar de la palabra integración no, pero te diría que sería importante que seamos capaces como sociedad de convivir con valores de igualdad, de cohesión social y de respeto de la diversidad tan rica que tiene el país. No olvidemos que Catalunya se habla más idiomas que muchos otros países y que, eso, no deja de ser un valor cultural importantísimo. Somos una puerta al mundo y eso no tenemos que dejar de visibilizarlo y señalar.
¿Crees que faltan más líderes o más representación de personas musulmanas en las instituciones?
Catalunya es una sociedad muy diversa. Si nosotros caminamos por las escuelas y parques de nuestros pueblos y ciudades, estos niños que hoy juegan serán los médicos que el día de mañana nos cuidarán; los maestros que nos educarán; los policías que velarán por nuestra seguridad; y los políticos que nos representarán. Esta sociedad es el presente y el futuro de este país y, eso, quiere decir que tenemos que estar representados todos y todas. Por eso, en el Parlament tiene que haber esta diversidad social. Como muy bien dice Oriol Junqueras, las listas electorales tienen que ser un espejo de su pueblo.