El oleaje de la DANA valenciana ha pasado por Madrid y ha llegado esta semana hasta Bruselas. El temporal ha generado un efecto dominó que amenaza la estabilidad de la Comisión Europea. Porque los líderes del Partido Popular español y europeo, Alberto Núñez Feijóo y Manfred Weber, tienen intereses diferentes que convergen en la misma estrategia: erosionar la figura de Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno y candidata a ser vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Transición Limpia y Competencia. Feijóo quiere salvar la cabeza de Carlos Mazón para no otorgarle un triunfo político a Pedro Sánchez, mientras que Weber tiene clavada una espina desde 2019; tenía que ser el candidato a presidir la Comisión Europea, pero Emmanuel Macron y Angela Merkel colocaron en este cargo a Ursula von der Leyen porque tenía un mejor currículum.

Feijóo se ha hecho valer esta semana de su influencia sobre Weber. Y el alemán le ha comprado la estrategia. El Partido Popular Europeo ha embarrancado los nombramientos de los comisarios comunitarios y han quedado aplazados, todavía sin fecha. La excusa es señalar a Teresa Ribera por sus presuntas responsabilidades en la gestión de la DANA valenciana, en tanto que es la máxima responsable del departamento español para la Transición Ecológica. A pesar de haber argumentado durante su examen europeo que las competencias sobre emergencias de este tipo son autonómicas, ahora los populares europeos le piden dos condiciones para votar a favor suyo: que este miércoles dé explicaciones sobre la catástrofe meteorológica en el Congreso de los Diputados y que se comprometa a dimitir si la justicia la acaba imputando por esta cuestión. Esta semana, en Madrid, dirigentes del PP celebraban y aplaudían la "solidez" de Weber en su pulso con Von der Leyen. Los populares, en privado, no lo admiten, pero los socialistas también interpretan que hay un intercambio de favores ahora mismo en Bruselas: Weber espera que Feijóo vote a favor suyo cuando se le tenga que revalidar como líder del PPE en el congreso que tendrá lugar en mayo de 2025 en —mira por dónde— València.

Weber tiene sed de venganza desde 2019. Él era entonces el Spitzenkandidat de los populares. Se trata del candidato a la presidencia de la Comisión de cada partido europeo. Es una figura que se pacta entre las formaciones de una misma familia política que hay repartidas por el continente. Pero al francés Emmanuel Macron no le gustaba su currículum, porque no había ejercido nunca ningún cargo importante en su país. Y pactó con la alemana Angela Merkel la designación de Von der Leyen como jefa del ejecutivo del club de estados; ella sí que había pasado por varios gobiernos alemanes y había ostentado importantes carteras como Trabajo o Defensa.

Ahora, y según han publicado esta semana veteranos analistas de Bruselas en La Matinal Europea, Weber teme perder en el congreso de València del PPE del próximo mes de mayo. El líder del partido a escala comunitaria habría empezado a tejer alianzas en los países miembros de la Unión. Porque, por ejemplo, los griegos y polacos de esta familia estarían descontentos con su política de alianzas con la extrema derecha y querrían a un nuevo líder. Por eso Weber quiere que Feijóo esté ligado a él. Todo eso explica, también, por qué el Partido Popular Europeo se alió con el PP español hace meses cuando el andaluz Juanma Moreno tenía un conflicto abierto con el Gobierno por el Parque Nacional de Doñana, por la voluntad de querer legalizar regadíos que no son legales.

 

Votación en bloque de los comisarios, con candidatos de extrema derecha

En la maniobra de embarrancar los nombramientos de comisarios, Weber tiene un segundo interés: incrementar el precio de la designación de Teresa Ribera y conseguir así que los socialdemócratas voten a favor de Raffaelle Fitto y Olivér Varhelyi. Se trata de los dos candidatos ofrecidos por los gobiernos extremistas de Italia y Hungría. Generan mucha tensión en los socialdemócratas europeos, porque no forman parte de ninguna de las tres familias políticas que conforman la coalición de la Comisión Europea, en la que se encuentran también los liberales y los populares. Pero no le genera ninguna incomodidad en el Partido Popular Europeo. Porque Weber tiene una estrategia política de normalizar las alianzas entre los conservadores clásicos y la extrema derecha; algo que ya ha pasado en algunos estados europeos. Los ultras presiden Italia y Hungría con Giorgia Meloni y Viktor Orbán, pero también están presentes en los ejecutivos de Países Bajos, Croacia, Eslovaquia y Finlandia. Suecia se sostiene con el apoyo externo de los ultras.

Por todo ello, ahora los socialdemócratas acusan a los populares de romper la coalición que sostiene a la Comisión Europea. "Estamos dispuestos a asumir nuestra responsabilidad y actuar en interés de los ciudadanos que depositaron su confianza en nosotros en las elecciones", amenazaron el miércoles en un comunicado, aparte de criticar al PPE por haber obedecido una "agenda destructiva" impulsada por Feijóo. "Intentan convertir a Ribera en el chivo expiatorio de su fracaso a la hora de gestionar las inundaciones", afirmaban; aparte de opinar que ahora los populares vierten Europa "al abismo".

teresa ribera parlamento europeo - EFE
Teresa Ribera esta semana pasando su examen europeo para ser comisaria / Foto: EFE

Von der Leyen, por su parte, tiene prisa para cerrar ya su ejecutivo comunitario, ahora que Donald Trump ha ganado las elecciones de los Estados Unidos y en las próximas semanas conformará su nuevo gabinete; en un segundo mandato en el que tendrá el control del Congreso y el Senado norteamericanos. La presidenta de la Comisión Europea tiene prisa, y le gustaría poder tenerlo todo cerrado el 1 de diciembre, aunque es complicado teniendo en cuenta todos los vetos cruzados. Y por eso ahora ha empezado a reunirse con los distintos grupos parlamentarios para calmar las aguas.

Por su parte, Teresa Ribera, candidata del Gobierno de Pedro Sánchez, cuenta con la confianza de Von der Leyen. Sería una mujer en una comisión en la que no hay mucha presencia femenina, y actuaría como importante contrapeso socialdemócrata. Esta semana, importantes medios de la prensa internacional se quejaban del show que se montó durante la audiencia de Teresa Ribera. Es el caso del periódico digital Politico, que lamentaba el revuelo generado en el examen de quien "se perfila como segunda figura más poderosa de la Unión Europa después de la presidenta Von der Leyen". La pieza, firmada por periodistas de varias nacionalidades, lamentaba que los aplausos que se escucharon en algunos momentos de aquella sesión "recordaban a los de aficionados enfrentados en un estadio", algo inusual en exámenes de este tipo.