El futuro sonríe a Alejandro Fernández. El presidente del Partido Popular catalán, largamente cuestionado, ya puede empezar a dormir con tranquilidad a las noches. No es sorprendente: las encuestas más recientes señalan un impulso mayúsculo de los conservadores. Si actualmente cuenta con solo tres diputados (uno de los cuales se ha dado de baja del partido) y se ve inmerso en el grupo mixto, se prevé que el PP pueda triplicar sus resultados, incluso situándose en los doble dígitos que perdieron en las elecciones del 155, en 2017. Los sondeos también abren la puerta a que los azules lideren el espacio de la derecha españolista, con un Vox en horas bajas y un Ciutadans cercano a la desaparición absoluta.
Conseguirlo sería poco más que sorprendente. Hasta no hace mucho, la realidad era completamente diferente. La mala situación del Partido Popular en Catalunya ha puesto a Alejandro Fernández en el punto de mira en varias ocasiones. El primero a situarlo en la lista roja fue Pablo Casado. Los catastróficos resultados el 14 de febrero de 2021 provocaron que Génova empezara a mover hilos: las diversas familias del PP catalán se mostraban molestas con la gestión de Fernández, y la mala relación con Teodoro García Egea, número dos de Casado, estuvo a punto de propiciar la caída del tarraconense, antes de que la crisis interna de los populares a principios de este año tumbara primero a la dirección estatal.
Con Alberto Núñez Feijóo ya al frente del partido, Catalunya siguió siendo una materia pendiente, y la histórica Dolors Montserrat sonaba con fuerza para relevar a Alejandro Fernández aprovechando el cambio en Génova. Pero el congreso autonómico que tenía que celebrarse este mismo otoño, y que habría podido servir para enseñar al tarraconense la puerta de salida, ha quedado aplazado sine die. No se lo espera hasta después de las municipales, con posibilidades de alargarse hasta un escenario de postgenerales. Feijóo ha dado, pues, una segunda vida a Fernández para rehacer el partido en Catalunya.
Fernández, desconocido excepto cuando se inventa un discurso original
Las encuestas parecerían indicar que lo está consiguiendo. Ahora bien, lo cierto es que el crecimiento del PP en Catalunya no responde mucho a su acción política en nuestra casa. La sucursal catalana de los populares ha cambiado muy poco su estrategia desde el 14-F. Ya hace tiempo que se constata su poca fuerza: en el Parlament, el PP es el grupo que menos ruedas de prensa organiza, mientras que su presencia a las comisiones y en los plenos es bastante limitada. De hecho, durante todo abril (el mismo mes que Feijóo fue inaugurado como presidente) la baja médica de Fernández y Lorena Roldán provocó que la formación no asistiera a ninguna comisión.
Otros estudios demoscópicos también acompañan el argumento de que los conservadores pasan más bien desapercibidos en Catalunya. El último Barómetro de Opinión Política de la Generalitat, publicado hace solo tres meses, señala que los diputados populares son de los más desconocidos (un 44% de encuestados conoce a Roldán, mientras que un 39% conoce a Fernández). Con respecto a la valoración, ambos se encuentran también en la parte baja de la clasificación (el líder recibe una nota de 2,5 sobre 10, y la diputada alcanza a un 2,3). Solo Fernández aprueba con un 6,2 en la valoración de sus propios electores.
Y es que, aunque pase inadvertido en el imaginario político de Catalunya, el tarraconense sí que salta a la fama de vez en cuando gracias a su calidad discursiva. Sus intervenciones de marcado tono irónico y punzante contra el independentismo y el Govern se han viralizado ocasionalmente. Sin ir más lejos, su intervención durante el reciente debate de política general ya corrió como la pólvora en las redes sociales, acusando al presidente Pere Aragonès de haber convertido el referéndum del 1 de octubre en "un ensayo o una performance" y tachándolo del "mayor botifler del reino", consiguiendo arrancar, incluso, risitas de los diputados independentistas. El mismo Aragonès reconoció entonces su "habilidad retórica".
Feijóo le hace todo el trabajo al PP catalán
Pero esta esporádica originalidad discursiva de Fernández no explica, ni mucho menos, el salto del Partido Popular en las encuestas. El ascenso que prevén los sondeos tiene otro nombre propio: Alberto Núñez Feijóo. Es la caída del cuestionado Pablo Casado y la irrupción del gallego en Génova que ha sacado al tarraconense del pozo y situado a los populares al frente de la tríada de la derecha españolista. Cabe decir, además, que el trabajo ha sido hecho más fácil gracias a la crisis interna de Vox propiciada por Macarena Olona, así como la situación nefasta de Ciutadans y que bordea la desaparición absoluta en su 'feudo' histórico, especialmente tras el bochorno en Barcelona. Con todo, el impulso del PP con la llegada de Feijóo tan solo ha revertido positivamente a todos los territorios del Estado sin depender de las políticas de las delegaciones autonómicas.
Catalunya no ha sido excepción, como evidencian los estudios demoscópicos. Sin haber tenido que hacer demasiado trabajo, los populares se han visto reforzados en nuestra casa. Feijóo ha reivindicado en el pasado la necesidad de fortalecer al PP en Catalunya para ganar en todo el Estado ("no podemos gobernar en España siendo irrelevantes aquí", dijo en una visita hace algunos meses), sabedor que, si quiere tener opciones de llegar a La Moncloa, los conservadores tienen que recortar distancias con los socialistas también aquí, y no basta con confiar en que mantendrá su pulso en el resto de regiones del Estado.
Ahora bien, ni Feijóo ni Fernández se han lanzado a la desesperada para revertir las fortunas de los populares en Catalunya. Este fin de semana, el gallego ha pisado suelo del Principado: dos breves visitas a Barcelona, para hablar de las ocupaciones, y a Lleida, para cargar contra los socialistas y la reforma del delito de sedición. De los problemas concretos que afectan al territorio, prácticamente ninguna mención. De hecho, el mes pasado el españolismo se manifestó en Barcelona para reclamar la implementación del 25% de castellano en las escuelas catalanas, una protesta a la cual asistieron los líderes nacionales de Vox y Ciutadans, Santiago Abascal e Inés Arrimadas, pero que, por contra, contó con la ausencia destacada del presidente popular. La ultraderecha y los naranjas, ante la amenaza de ser fagocitados por el PP, se lanzaron a la crítica desesperada. Feijóo, impermeable ahora mismo a las polémicas, salió impoluto. Y mientras tanto, Alejandro Fernández sigue creciendo en las encuestas. La única incógnita que queda ahora es saber hasta cuándo dura la buena fortuna.