Antes se ha desencallado el buque varado desde hacía seis días en el canal de Suez que el acuerdo entre Esquerra Republicana y Junts per Catalunya, que embarrancó el viernes pasado. El Parlament de Catalunya volverá a acoger este martes un pleno de investidura frustrado, cuatro días después del primero. Mismo guion, en formato más breve. JxCat sigue sin comprar el programa de ERC para compartir gobierno y no dará su apoyo a Pere Aragonès. La abstención de los de Puigdemont, insinuada hace días y confirmada este lunes, no ha sorprendido a nadie, pero sí que añade un nuevo jarro de agua a la fangosa relación entre socios. Aunque la política catalana está abonada a los giros de guión, nada hace pensar que vaya a haber uno este martes. Aragonès volverá a perder por 42 votos a favor (ERC y CUP), 61 en contra (PSC, Vox, comunes, Cs y PP) y 32 abstenciones.
Desde la recuperación de la democracia, nunca un president ha sido investido tras dos intentos fallidos. Artur Mas es el único que tropezó en los dos primeros asaltos, en 2015, y acabó apartándose y cediendo paso a Carles Puigdemont. Si Aragonès consigue la investidura en los próximos dos meses, se convertiría en el primer president que llega habiendo caído dos veces antes. Precisamente, fuentes de ERC ven en el nuevo bloqueo de Junts la voluntad de debilitar la figura de Aragonès y devolverles la espina clavada desde el 30 de enero de 2018, la no investidura de Puigdemont, origen y fuente que ha desencadenado todas las batallas posteriores.
La incógnita, una vez se constate el segundo fracaso, es si serán capaces de pactar antes de la fecha límite para nuevas elecciones, el 26 de marzo, o si, en caso contrario, ERC se aventurará a explorar nuevas alianzas.
Los republicanos argumentan que no hay "escollos insalvables" que justifiquen la posición de los junteros, que admiten avances pero insuficientes como para saltar al sí. El pasado viernes no se sintieron interpelados por el discurso de Aragonès y ahora esperan que mañana les seduzca en su segunda intervención.
Cambios en el Consell per la República
Entre otros, Junts echó en falta escuchar referencias al Consell per la República. Precisamente sobre este capítulo, uno de los que bloqueaban la negociación, ha habido novedades. Ambas partes señalan que están en condiciones de superar este obstáculo. El ente con sede en Waterloo ha comunicado este lunes que se abre a rediseñar su estructura para hacerla más transversal. En la práctica, ampliar la presencia de ERC e incorporar a la CUP. Para hacerlo, proponen una cumbre a cinco que se tendría que celebrar de manera inminente.
En las filas republicanas quieren evitar que el CxR sea un contrapoder a la presidencia de Aragonès. En Junts lo plantean abiertamente en términos de bicefalia. Ahora, ERC entiende que habiendo encauzado el acuerdo sobre el rol del Consell per la República como órgano de dirección colegiada para comandar el procés, el resto son "flecos" que podrían acabar de perfilarse sin necesidad de impedir la investidura. Junts, sin embargo, quiere cerrar un acuerdo de legislatura y no dejar nada en el aire, más después de los últimos años de desconfianzas.
El denominador común entre las estrategias de los dos partidos para llegar a la independencia todavía no está hilvanado. Los de Junqueras pactaron con la CUP dar dos años de margen a la mesa de diálogo con el Estado. Junts lo acepta, a pesar del escepticismo. Lo que queda por perfilar es qué pasa una vez se constate que la vía dialogada no avanza en la línea del referéndum pactado y la amnistía. El acuerdo ERC-CUP habla de un "nuevo embate, preferiblemente en forma de referéndum". Una apuesta que no acaba de casar con la idea de Junts que el mandato del 1-O es plenamente vigente.
En paralelo, Artadi y compañía aprietan para que los 23 diputados independentistas en el Congreso se conviertan en una sola voz, con unidad de acción especialmente en todo lo relacionado con Catalunya. ERC, sin embargo, discrepa y recuerda que sus 13 escaños son los que marcan la diferencia para condicionar a Pedro Sáchez.
Disonancias en la agenda social
Más allá del camino hacia la República, también hay disonancias en relación a la agenda social. Republicanos y cupaires han convenido, en el documento que ha posibilitado el apoyo de la CUP a Aragonès, evolucionar hacia una internalización de servicios en materia de salud, así como la nacionalización de suministros básicos como el agua y la electricidad y la desprivatización de la educación. Junts, en cambio, es partidaria de mantener el modelo de gestión publicoprivada que ha funcionado a lo largo de los últimos años en Catalunya.
La hucha de los fondos europeos
Los equipos negociadores no han empezado todavía formalmente las conversaciones sobre cómo debe ser la estructura del nuevo gobierno. Se da por hecho que habrá un intercambio de carteras a la inversa, pero no será una réplica exacta del modelo actual.
ERC, que es quien lleva la batuta en tanto que primera fuerza, quiere introducir cambios. Hay por lo menos uno, la creación de un comisionado específico que gestione los fondos europeos y dependa directamente de Aragonès, que chirría. Junts aspira a asumir la cartera de Economía, ligada a la de Vicepresidència y que, si no hay cambios, sería para Elsa Artadi. Entienden que la hucha de las ayudas que Europa inyecte para salir de la crisis de la Covid la tendría que gestionar ella.
Ni ERC ni Junts quieren repetir elecciones. Tienen dos meses para evitarlas.