Si hasta ahora el grueso de la negociación entre Esquerra Republicana y Junts per Catalunya ha transitado entre el Parlament y la virtualidad, este martes el escenario será gris y amurallado. El núcleo duro de los dos partidos se ha citado este martes por la tarde en el centro penitenciario de Lledoners para abordar uno de los puntos calientes todavía por discutir, que es el diseño del nuevo Govern de la Generalitat. Quien aspira a presidirlo, Pere Aragonès, capitaneará la cumbre escudado —según confirman fuentes de ERC a ElNacional.cat— por el presidente de su partido, Oriol Junqueras, y uno de los puntales del equipo negociador, el diputado Josep Maria Jové. Por otro lado, Jordi Sànchez liderará el bloque de Junts. Lo acompañarán Elsa Artadi, llamada a ser -si las conversaciones fructifican- la nueva vicepresidenta de la Generalitat, y Josep Rius.
Estar permanentemente sometidos a la luz de los focos no contribuye a facilitar las cosas. Por eso, en un intento de sacarse presión, de uno y otro lado insisten en quitar hierro al encuentro. Más allá del contenido, en toda negociación las formas son importantes. ERC comenzó con mal pie con Junts, a quien no gustó que se empezaran las conversaciones con la CUP. La fotografía de Aragonès entrando en acción es un movimiento que, en cierto modo, trata de compensarlo, aunque fuentes de su entorno explican que él se ha implicado desde el primer día, incluso, en la redacción de alguno de los documentos que han corrido estos días.
El diseño que Aragonès tiene en mente
El candidato a la investidura desgranará en primera persona la estructura del gobierno que quiere liderar, como habían solicitado los junteros hace diez días. El diseño que Aragonès tiene en mente supone una sacudida profunda con respecto al actual organigrama. Por primera vez en cuarenta años —y si nada se tuerce— los republicanos estarán al timón y quieren que eso se note desde el primer día, imprimiendo un giro claro a la izquierda —cómo prevé el acuerdo con la CUP. Hay tres premisas indispensables para ERC: un gobierno paritario, donde la mitad de altos cargos los ocupen mujeres, que las conselleries no sean compartimentos estancos de partido y que haya tres de nueva creación —Igualdad y Feminismos, Acción Climática y Universitats i Coneixement— que absorberían otras ya existentes para no engordar más el ejecutivo. Ahora mismo hay trece conselleries y la intención es no superar esta cifra.
Todos los actores dan por hecho que la de este martes no será la reunión definitiva, pero puede ser el empuje necesario para acabar de desbloquear el acuerdo —o para hacerlo saltar por los aires—. En ERC ya han dejado claro que tienen prisa y subrayan en rojo el 1 de mayo, este sábado, como el límite para llegar a un pacto con Junts. Los de Puigdemont se sacuden la presión y aseguran que prefieren madurar bien las cosas antes que precipitar un acuerdo que tenga escapes. Si el sábado no se ha cerrado nada, los republicanos reconocen que seguirán sentados a la mesa, pero intentarán explorar seriamente la posibilidad de que Junts vote a favor de la investidura de Aragonès y se quede en la oposición. Unos y otros aseguran que la prioridad es repetir la coalición y que bajo ningún concepto se irá a nuevas elecciones. Eso sí, no cierran la puerta a un gobierno de ERC en solitario.
Cortafuegos a punto
La semana pasada la negociación cogió velocidad de crucero, con reuniones prácticamente cada día y un intercambio fluído de documentos. Este lunes, los equipos negociadores se han vuelto a encontrar. Fuentes conocedoras de las conversaciones informan que hay una de las carpetas casi cerrada, que es la que tiene que ver con los mecanismos de coordinación previstos para engrasar la relación entre los socios, construir cortafuegos y evitar que los incendios que surjan en la gestión del día a día o en el camino hacia la independencia quemen al gobierno.
Asimismo, también ha avanzado a buen ritmo todo lo relacionado con el ámbito de las políticas sociales. En cambio, todavía queda trabajo en los aspectos económicos. Donde más aristas quedan para limar es en hacer convergir las respectivas hojas de ruta para alcanzar la independencia, con un capítulo a parte y pendiente de resolver que es el Consell per la República. Si bien el órgano que preside Puigdemont había dejado de ser un obstáculo, ERC y Junts todavía discrepan sobre el rol que tendrá que asumir. Los de Junqueras han vuelto a advertir, tanto en público como en privado, que no admitirán que nadie quiera tutelar al —futuro— president Aragonès.
En la imagen principal, Aragonès y Sànchez. / EFE