En un momento en que la tónica dominante en la política es la confrontación, el reencuentro de los compañeros de Mesa de Carme Forcadell este miércoles en los Jardines del Palau Robert ha sido la clara excepción. Lluís Corominas, Anna Simó, Joan Josep Nuet, Ramona Barrufet y Lluís Guinó, todos ellos estrenan condena, la inhabilitación impuesta por el TSJC en octubre por su papel en octubre de 2017. Unos hechos por los que a la expresidenta del Parlament le han caído 11 años y medio de cárcel.
El equipo que la acompañó en la Mesa durante la undécima legislatura ha querido ser su altavoz para presentar el libro que Forcadell ha escrito sobre "la realidad amarga" de la vida en la prisión. El acto ha servido, sobre todo, para poner en valor su rol como segunda autoridad de Catalunya y poner de manifiesto que a pesar de la agitada legislatura de los años 2016 y 2017, teniendo que pilotar los años más intensos del procés, la relación entre los miembros soberanistas de la Mesa ha sobrevivido, incluso con Forcadell entre rejas. Una amistad "para siempre", ha afirmado Barrufet, a prueba de condenas.
A pesar de su ausencia forzosa, ella ha querido estar por pantalla y en diferido a través de un vídeo grabado desde Wad-Ras. La conclusión de su mensaje, que "las prisiones son más duras para las mujeres" porque están "diseñadas, pensadas y construidas por hombres".
Encarcelada por ser quien es
La causa de Forcadell fue al margen de la de sus compañeros de Mesa. A ella la juzgó y condenó el Supremo, mientras que el resto se han quedado en el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya.
"Si leemos las sentencias, la única diferencia jurídica entre nuestras inhabilitaciones y los 11 años y medio es Carme. Por los mismos hechos, a ella le han caído 11 años y medio y a nosotros inhabilitaciones". Así de claro lo ha afirmado Corominas. Simó lo ha rematado, sentenciando que "está en la prisión porque fue presidenta de la ANC, es así de bestia".
En otras palabras, de forma más gráfica, lo ha definido Nuet, lo único no independentista condenado -recientemente-, que lo ha calificado de "cabeza de turco", porque "es más fácil condenar a una persona que en cinco".
El apunte para la esperanza lo ha puesto Guinó. El exdiputado convergente se ha mostrado confiado que "en pocos meses llegue el indulto". Es más, ha emplazado "a la gente que puede indultar" para que lo hagan.
Entre los asistentes a la presentación, primeras espadas de la política catalana como los consellers de Justicia, Educación, Salud y Exteriores -todos de ERC-, así como los sucesores de Forcadell, Laura Borràs y Roger Torrent.
¿Víctimas o delincuentes?
El mes pasado hizo tres años que Forcadell vive encarcelada. En todo este tiempo, la expresidenta del Parlament y de la ANC ha pasado por cuatro centro penitenciarios, Alcalà Meco, Puig de les Basses, Mas d'Enric y Wad-Ras, donde actualmente se encuentra interna. En cada uno de estos centros ha sembrado y regado la semilla del feminismo.
En el libro Escribimos el futuro con tinta lila (Grupo 62), la expresidenta del Parlament narra la cruda experiencia de las reclusas con quienes ha convivido a lo largo de los últimos años, muchas de las cuales -explica- se han visto asomadas a delinquir como única salida. La reflexión de Forcadell es que sin un entorno desestructurado como lo que les ha tocado vivir, no habrían acabado entre rejas. Por eso, argumenta que si han acabado siendo delincuentes es porque antes han sido víctimas de desigualdades, de violencias machistas. Es más, afirma que hay que no quieren salir para ahorrarse palizas.
Al mismo tiempo, concluye que tal como está ideado, el sistema penitenciario español -y catalán- no sirve para rehabilitar a los reclusos, porque potencian la parte punitiva.
Salto atrás con el tercer grado
El pasado 6 de abril, el juzgado de vigilancia penitenciaria revocó el tercer grado en Forcadell. Era la segunda vez que pasaba. La primera vez, en diciembre de 2019, fue el Tribunal Supremo quien emitió el veredicto, entonces en contra del criterio de los respectivos juzgados de vigilancia. Ahora, en cambio, la decisión de restringir el régimen de semilibertad se ha tomado directamente en primera instancia, sin necesidad que el alto tribunal se haya tenido que pronunciar. Un auténtico cubo de agua fría para los presos independentistas, porque representa un retroceso respecto de la primera concesión del tercer grado.
En la imagen principal, los miembros de la Mesa condenados. / EFE