La Fiscalía tiene bajo sospecha a Fernando Ramírez de Haro, el marido de Esperanza Aguirre, por la venta de un cuadro de Goya por cinco millones de euros. La venta se habría producido el año 2012, cuando Aguirre todavía era presidenta de la Comunidad de Madrid, hecho que ha despertado las alertas del Ministerio Público, receloso de que el matrimonio utilizara su posición para evadir impuestos con la venta del cuadro, según informa elDiario.es.
El informe de la fiscalía en lo que ha tenido acceso la cabecera afirma que si Ramírez de Haro no declaró la venta de cuadro, habría cometido un delito defraudando a Hacienda más 600.000 euros. Para confirmar su sospecha el Ministerio Público ha pedido a la jueza que encabeza la investigación que reclame la declaración de la renta del marido de Aguirre, para determinar si hay delito fiscal y para aclarar si hicieron una declaración conjunta, hecho que dejaría claro el grado de implicación de Aguirre.
La imagen de la expresidenta madrileña ya está muy ligada a este caso, ya que el ingreso de la venta del cuadro por más de cinco millones de euros se produjo a la cuenta corriente que el matrimonio tenía en común, según adelantó elDiario.es.
La pintura en discordia se trata de un retrato hecho por Goya Don Valentín Bellvís de Moncada y Pizarro, una obra inédita del pintor aragonés considerado por los comisarios de la National Gallery de Londres como uno "de los mejores retratos de Goya que ha estado oculto a la luz pública". Bellvís de Moncada era un familiar lejano de Ramírez de Haro.
El viaje del cuadro
El matrimonio Aguirre vendió el cuadro a un amigo próximo de la familia y del rey emérito: el empresario Juan Miguel Villar Mir. Este fundador de la constructora OHL habría vendido posteriormente el retrato al Banco Santander, aunque él lo niega.
No saber dónde para una obra tan valiosa ya es un indicativo de que hay ciertos procedimientos que involucran la compraventa de piezas de arte que no se siguieron. Cuando se efectúa una compra así y se notifica al Gobierno, el Estado es quien tiene el último derecho de tanteo, ya que se considera un bien de interés cultural. La Comunidad que presidía Aguirre en aquella época también hubiera podido considerar el cuadro como un bien de interés cultural, pero no lo hizo, como recuerda elDiario.es.
Por si el enredo no fuera lo suficiente, todo llegó a oídos de la justicia por una denuncia de un familiar del marido de Aguirre, quien denunció la pareja por haberse quedado con el cuadro que era una herencia familiar.