Justo el día que expiraba el plazo que habría llevado a Catalunya a nuevas elecciones se ha hecho realidad la reedición del gobierno de coalición entre Esquerra Republicana y Junts per Catalunya. Ha sido en una ceremonia en el Salón Sant Jordi del Palau de la Generalitat, después de la cual Pere Aragonès y sus catorce consellers han celebrado la primera reunión del nuevo consejo ejecutivo. Seis hombres y ocho mujeres "independentistas y progresistas", ha destacado el president. En el ala izquierda de la sala se lo miraban los consellers salientes, algunos con mejor cara que otros.

¿"Prometéis cumplir fielmente las obligaciones del cargo que asumís al servicio de Catalunya y en lealtad al president"?, les ha preguntado a cada uno de ellos. Puigneró, Vilagrà, Torrent, Giró, Verge, Alsina, Cambray, Geis, Jordá, Argimon, Elena, Cervera, Garriga y Ciuró. Uno a uno han han ido desfilando y prometiendo el cargo, como manda la liturgia. Obviamente, todos han respondido afirmativamente: "Sí, lo prometo", a secas, sin ninguna referencia a la Constitución o el Estatut. El interrogante, vista la experiencia del pasado con las acusaciones cruzadas entre socios de deslealtad mutua, será ver si el fair play entre republicanos y junteros sobrevive a las turbulencias.

 

Hablar poco y trabajar

Después del agitado debut de su primer día como president con todas las de la ley, durante el cual tuvo que afrontar el primer conflicto a raíz de un desahucio en el Poble-sec que irritó a su aliado estable en el Parlament, la CUP, Aragonès ha agradecido que los nuevos consellers hayan aceptado el reto "de implicarse y asumir responsabilidades", porque "no es fácil hacerlo en un momento tan complejo como el actual y menos si la ambición es romper con la mera gestión y proyectar Catalunya en la prosperidad, el bienestar, la libertad y la felicidad". Al mismo tiempo, ha pedido a su equipo "hablar poco y empezar a trabajar" y les ha reclamado "trabajar incansablemente para hacer posible la sacudida que este país necesita y la revolución social, verde, feminista y democrática". Y ha redundado en la idea "de abrir una nueva etapa impulsando el conjunto de transformaciones imprescindibles para mirar al futuro con optimismo".

 

El ruido de fondo de los indultos

En pleno debate en Madrid sobre la conveniencia de otorgar los indultos a los presos, justo al día siguiente que Pedro Sánchez apuntara en esta dirección, Aragonès ha reservado una parte de su intervención para recordar su determinación para "abordar la resolución del conflicto a través de la autodeterminación y la amnistía". De hecho, Aragonès ya ha expresado los últimos días que, si llegan, los indultos serán bienvenidos, pero que no servirán para solucionar el problema de fondo, que sólo puede resolverse a través de una ley de amnistía.

En este sentido ha recordado a los "compañeros en la prisión y en el exilio" del gobierno Puigdemont-Junqueras, "represaliados por haber querido que los catalanes decidan democráticamente el futuro del país". "Nuestro compromiso también tiene que ser por su plena libertad y la libertad del conjunto del país". A pesar de esta defensa de la independencia de Catalunya, ha dejado claro que representan "el gobierno de la Catalunya entera". "Somos una nación y somos un solo pueblo".

Romper con el patriarcado

Y todavía otra bandera, la de la lucha feminista, después del interés suscitado a raíz de la versión del himno d'Els Segadors durante el acto de toma de posesión del lunes que feminizó la letra. Que en el nuevo ejecutivo se sienten más mujeres que hombres "no es simplemente una cuestión estética", sino que, según Aragonès es el ejemplo de la voluntad del nuevo Govern de "romper todos los techos de cristal y las dinámicas de patriarcado". Una actitud que, ha dicho, "tendrá que impregnar el resto de la administración".

Durante su discurso ha puesto en valor la tarea de los consellers cesados hoy, "hombres y mujeres comprometidos en uno de los momentos más difíciles", con "vocación de servidores públicos de primer nivel".

En la imagen principal, Aragonès y sus consellers en la plaza de Sant Jaume. / S. Alcàzar